El mercado de pases de Boca: por ahora, un chino
Llegaron cuatro jugadores: algunos refuerzos y otros, incorporaciones. Hay urgencias sin resolver en la defensa y en el medio. ¿Para cuándo?
Antonio Serpa, TyC
Un hombre de trayectoria al borde del retiro, un volante con presente y proyección que siempre estuvo en el radar, un pibe que es una incógnita y un goleador rachero. Hasta ahora, ésas son las características del mercado de Boca. ¿Es poco? ¿Es suficiente? ¿Es lo que necesitaba? Veamos...
Boca tenía algunas urgencias que resolver: la línea de volantes, por ejemplo, que Mascherano se lleva completa a los Juegos Olímpicos. Tipos probados, que fueron de lo mejor del equipo y que le garantizan funcionamiento y química sin siquiera entrenarlos (mejor así, Javi, no les inculques nada). Por el rendimiento que tuvieron en el primer semestre y la falta de recambio, ésa era una zona sensible que merecía dedicación y desde la apertura del libro de pases, JRR y sus muchachos del Consejo vienen filtrando que ésa es la prioridad habida cuenta de que los partidos con Independiente del Valle están ahí nomás (faltan diez días para el primer choque, en la altura de Quito) y son decisivos, no dan revancha.
También se encuentra entre las urgencias la línea de fondo. No hay 4, por ejemplo. Ya fue un problema sobre el final de la primera etapa del año (Advíncula se había ido con su selección a la Copa América y ahora volvió lesionado) y terminamos jugando con Saracchi a pierna cambiada (se desgarró en las últimas horas) o con un central tirado al costado: nada de eso funcionó. El centro de la zaga es otro problema importantísimo, por varias razones:
- Lema, refuerzo de verano, juega un partido bien y tres mal. Un error gravísimo suyo nos costó la eliminación con Estudiantes de la Copa de la Liga, objetivo principal de la mitad inicial de 2024.
- Rojo y Figal marcan más a los médicos y a los kinesiólogos que a los delanteros rivales. Se la pasan lesionados y no son confiables. En el caso del capitán, se metió en un círculo vicioso que es más o menos así: se lesiona; tarda en recuperarse; vuelve fuera de ritmo; mejora y se vuelve importante; llega a un buen momento; lo echan; vuelve de la suspensión, se desgarra y vuelta a empezar. Desde que llegaron al club, tienen unas diez lesiones musculares cada uno. Habría que revisar el Guinness.
- Valentini, que -sin ser un fenómeno- le había aguantado los trapos a Rojo durante sus lesiones, está colgado porque no arregló su contrato. Otro caso de un jugador que se irá (posiblemente sin dejar un centavo) por la intransigencia y la falta de muñeca de los dirigentes para negociar. ¿Qué suelen hacer los clubes inteligentes en esos casos? Les dan a los jugadores lo que piden y los aguantan seis meses o un año; los venden rápido y entonces, lejos de perjudicarse, la economía del club se beneficia. No hay forma de que el Consejo lo entienda. Por ahí no tienen mucho tiempo para sentarse a charlar con los empresarios, entre audiencia judicial y audiencia judicial por encubrimiento de un hecho gravísimo como el abuso sexual de Jorge Martínez a su ex jefa de prensa, Florencia Marco.
- Anselmino, el gran proyecto del club, la gran promesa, el crack que asomaba como la solución a todos los problemas, fue vendido al Chelsea en una cifra que sólo Boca puede conseguir por un pibe con diez minutos en Primera (no es literal, pero es más o menos así). ¿Está bien? ¡Obvio que está bien! ¿Quién asegura que dentro de un año Anselmino va a valer 18 millones de dólares? Nadie. Eso sí: antes lloraban cada vez que se vendía un pichón porque no se lo disfrutaba. ¿Y ahora? ¿Se lo disfrutó? Bueh... Que hayan arreglado que se quede un año acá tiene una trampita: a los seis meses los ingleses lo pueden repescar. ¿Seis meses -y sin Copa Libertadores- es suficiente disfrute?
Pese a todas
estas cuestiones enumeradas, las negociaciones viraron hacia otro lado,
se hizo foco en la delantera (donde lo realmente necesario es un
extremo, alguien con desequilibrio en el uno contra uno) y hasta se
cerró un 9, del que más adelante hablaremos. Nada en defensa. Poquito en el medio. ¿Dónde quedaron las prioridades?
De aquellos fantásticos planes iniciales donde se mencionaba a Thiago Almada, a Alan Velasco y hasta James Rodríguez; a este presente en el que los cañones están puestos en Matías Galarza, que se quiere rajar del Genk de Bélgica -donde no rindió-, la búsqueda de mediocampistas parece haberse desinflado un poco. Más que mercado es una feria itinerante de CABA, un puestito de vendedores de paltas, un chino de heladeras apagadas.
Lo único que ilusiona es la posible llegada de Galoppo, el
volante que juega (poco) en el San Pablo y que es un futbolista
completo, con marca, con llegada, con gol, de ésos que aportan
soluciones. Lo de Galarza es una incógnita para reemplazar a un creativo
como Zenón que también lo era y que hoy es una realidad fantástica.
De los que llegaron, podemos hacer un breve repaso, uno por uno.
- Gary Medel: Casi 37 años (cumple en agosto). Un jugador que se puso la camiseta, rindió, no le pesó y hasta le clavó dos goles a River, pero en otra época. Todavía ellos no se habían ido al descenso. Luego de su periplo del otro lado del océano y de priorizar siempre la lechuga (como buen profesional), hasta para elegir Brasil, ahora llega de Vasco da Gama, donde jugó poco este año. Gareca lo borró de la selección de Chile. Y en Boca lo piensan como volante cuando hace años que juega de defensor. ¡Qué difícil!
- Toto Belmonte: Hasta ahora, la contratación que más entusiasma. Volante polifuncional con temperamento, marca, juego y gol que ya había sido apuntado por Riquelme cuando estaba en Lanús. Temporada irregular en México, donde sufrió la adaptación. Hizo mucha fuerza para volver y eso siempre se valora.
- Brian Aguirre: Uno de esos pibes (21 años) que pintan para ser fenómenos y se estancan. Boca lo paga 5 millones de dólares (el 80%), una fortuna, y es suplente en Newell's (¡en este Newell's!). Una apuesta de riesgo. No es como jugarle a Canadá campeón de la Copa América, pero... Sus características son necesarias: delantero por afuera, hábil, gambeteador... El tema es: si no pudo asentarse allá, ¿cuánto le pesará la camiseta de Boca? Dicen los que lo conocen que la va a romper toda, como hizo en las selecciones juveniles. Ojalá
- Milton Giménez: El delantero ex Banfield fue una de las figuritas del mercado. San Lorenzo lo quería (no se sabe si la intención era real o trucha), también Racing. Se supone que llega a reemplazar a Pipa Benedetto, que todavía no se fue. ¿Vale los 3,2 millones de dólares que se pagarán por él a los 27 años? Pinta de Orsini hasta en el físico (por Dios, que no sea como él), claramente no era prioridad. Si lo de Galoppo no se cerró por temas económicos, es un error gastar la guita en otro lado. Sus números: 20 goles en 58 partidos en Banfield, 9 en 38 en Necaxa de México y, antes, 16 en 33 en Central Córdoba de Santiago. Más 11 asistencias en total.
Así está Boca, con sus contradicciones habituales. Mesa de saldos por un lado, pequeñas fortunas por otro, urgencias sin resolver y las obligaciones de siempre: ganar la Copa (aunque sea esta copa), el campeonato, la Copa Argentina... Todo lo que juega. "Competir", dice Riquelme. No, no señor. Ganar. Que compitan los demás. Nosotros somos Boca.