Buena suerte y hasta luego, Demichelis

La dirigencia de River se jugó un pleno con Micho para el post-Gallardo y, aunque arrancó bien, no salió. Una decisión saludable, pero se perdió mucho tiempo.

Pero, lo que siguió a todo ello fue de mal en peor. Y podríamos ir subrayando uno a uno la gran cantidad de errores que hubieron, desde aquí nos hemos cansado de hacerlo, columnas que se repetían una y otra vez porque la reincidencia en las equivocaciones fueron sostenidas y había que luchar con propios y extraños que defendían, por el motivo que fuera, lo indefendible. Más allá de los malos armados, de los jugadores en otras funciones, de los cambios recurrentes, de las lecturas flojas de partido, de las curiosas contrataciones, de la poca autocrítica embebida en soberbia, digo, más allá de todo eso, hubo algo puntual que no pudo superar. Fue el episodio del dichoso off the record, aquella reunión secreta no tan secreta con muchos periodistas, donde les contó su parecer sobre los futbolistas a gente que en su gran mayoría no conocía, terminó siendo determinante. Los jugadores, a partir de ello, perdieron la confianza en el técnico. Y los hinchas, desde ahí, también.

Es que a ello lo acompañó la triste salida de Enzo Pérez, un ídolo del club, un tipo con un apego popular, un hincha que jugaba, que fue manejada pésimamente por quienes conducen. Esto no quiere decir que hubo camas, que hubo jugadores que no dieron todo, que alguien no se comprometió con la camiseta. Esto simplemente quiere decir que hubo un mensaje que no llegaba, que la voz del entrenador no interpelaba a nadie. Ese andar errático de River en los campos de juego comenzó a hacer mella en el humor social del hincha. Al punto de tener que ser hoy un grito generalizado que, más tarde que temprano, la dirigencia finalmente escuchó. River necesitaba cambiar, necesitaba sacarse ese malestar que implicaba ver a un equipo que involucionaba cada día y desde hace un año.

Martín Demichelis
Demichelis en Mendoza el miércoles, cuando River perdió 2-1 con Godoy Cruz. Esa derrota detonó su ciclo, que ya venía a los tumbos. (Getty Images)

Han habido muchos hijos del club que no han podido como entrenadores, quien te dice que Micho no vuelva más fuerte, más sólido, más armado, más experimentado, más maduro, más sabio, dentro de un tiempo. Mostaza Merlo solo jugó en River, cuando vio que no podía, se fue. El Negro Astrada, también. Hay más nombres. Sostener a un técnico "porque es de River", era un argumento que perdía fuerza al correr de los partidos. Y, por suerte, se evitó que el Monumental tuviera que ejercer de fiscal ante Sarmiento, que los hinchas tuviéramos que hacerle saber de manera explícita que no queríamos saber más nada con Demichelis sentado en el banco. Este domingo, lo que podía ser un escenario de escarnio será, quizás, una tibia despedida para un tipo del club al que no le salieron las cosas.

Se perdió mucho tiempo, lamentablemente. Esta decisión que se tomó ahora debió haberse tomado antes, mucho antes. Podríamos decir, luego del off, sí, eso fue decisivo. Pero, podría haber sido a fin del año pasado también. O luego de la penosa pretemporada. O luego de ganarle a Estudiantes de la Plata una copa local. O luego de perder con Temperley, o luego de perder con Riestra. O, finalmente, en el receso. River en el medio de todo eso, no ganó nunca en juego, no formó un equipo, se le fueron jugadores, tuvo malos mercados de pases, incluso el actual, que está abierto, con futbolistas que de golpe llegaron con un técnico que súbitamente no está. Dicho sea de paso, a River le siguen faltando futbolistas en lugares claves porque el plantel está absolutamente descompensado. Esta falla en la planificación puede salir bastante caro y acá dejamos a Micho, y su cuerpo técnico armado a la bartola, de lado. Quien venga ahora tiene que hacer gala del sentido común para armar un equipo que en menos de veinte días tiene que salir a competir fuerte en la Copa Libertadores. Esta dilación en la decisión, este enamoramiento de un concepto que no había forma de que saliera bien, puede pagarse caro. Se hizo lo que se tenía que haber hecho hace bastante, ojalá no sea tarde.

No obstante, la ida de Demichelis es sin dudas algo saludable para todo River. Se necesitaba un cambio de aire y un cambio también de perspectiva. Empezando por los jugadores. y siguiendo por los hinchas. Quien venga ahora tendrá mucho trabajo en poco tiempo, pero también tendrá crédito y apoyo. Si es el Muñeco Gallardo, uno de los que suena, bueno, ni hablemos. Pero si no es, quien sea, también lo tendrá. Esta ilusión renovada tiene que ser capitalizada a favor porque River tiene todo para que le vaya bien: futbolistas de calidad, un estadio que gana partidos, un club ordenado económicamente. Está vivo en la Copa, con una serie emparejada, y, además, define todos los partidos de local, en caso de ir sorteando instancias, hasta llegar a una potencial final también en su casa. Cierren los ojos por 30 segundos...Cómo no volver a creer.

A Demichelis, al menos desde acá, le deseamos buena suerte, que tenga una carrera promisoria como entrenador y, en una de esas, su camino se vuelva a cruzar con el de River. Seguramente él entiende mejor que nadie su propio axioma, ese que repetía siempre: "se gana, se empata y se aprende". En River le tocó aprender. Y cómo. Gracias por lo servicios prestados, Martín, buena suerte y hasta luego. 


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