Basta de joda, Boca, que se fue Micho

El equipo dejó una pálida imagen en Córdoba, y del otro lado ya no está el que nos venía dando alegrías. A cambiar pronto o vamos a tener problemas.

Si no lo echaron después de perder con Boca es porque son caretas, siempre lo fueron. Tienen ese lema imbécil de "vivir con grandeza" y muchos hasta se lo creen. En vez de rajarlo como Dios manda, con una buena patada, le hacen el partido despedida. A ver, ¿quién puede ser tan estúpido de creer el comunicado, eso de que la relación se terminó "de común acuerdo"? Si él estaba "de acuerdo" con la decisión, ¿por qué se la pasó moqueando y llorando como un nene todo el partido? Y lo de los hinchas, bueno... Una vergüenza. Otra careteada absurda. Los mismos tipos que lo silbaban, que lo reputeaban, que le decían a cualquier cámara que el tipo tenía que irse, de repente lo aplauden. No, muchachos, no. Es demasiado. Se puede entender que aplaudieran por lo felices que están de que se vaya, no como un reconocimiento, ni mucho menos. ¿Qué le van a reconocer? ¿Que salió campeón? Hasta Astrada fue campeón con River. Lo difícil con River -lo mismo vale para Boca- es descender, o salir último, como el Cholo Simeone.

Toda esta introducción es para avisarles a los dirigentes, los jugadores, el cuerpo técnico y hasta a los hinchas de Boca que si no cambiamos pronto, vamos a tener problemas. Serios problemas. Si realmente agarra el Araña Gallanto, como parece, tiene servida la Libertadores. No hay ningún cuco, ningún equipo imposible, y va a quedar aun más en evidencia lo malo que es Demichelis cuando el otro le saque el real potencial a este plantel. Que no será una maravilla, pero es mucho más que lo que parece.

En Boca, en cambio, hacemos tiempo contra Instituto. El técnico hace tiempo ¡contra Instituto! A ver: no me opongo a nada. Si hay que hacer tiempo, esconder la pelota, tirarse al piso, simular... Vale todo. Pero en una final, en un partido jodido, en algo donde te vaya la vida. No en cancha de Instituto. Este domingo, cuando faltaban tres minutos para el final, Martínez metió un doble cambio: Fabra y Delgado por Blanco y Belmonte. ¿Cómo hacemos para explicarlos? No es que está poniendo un wing y un 9 -o hasta un central matungo pero alto- para que vayan a ganar el partido. No, cambia al 3 y a un volante central. ¿Me están jodiendo? No me vengan con que estaban al límite porque faltaban tres minutos. Y no hay ninguna explicación táctica concebible. El tipo, probablemente con el chip de DT de Tigre aún en el bocho-, mete cambios para hacer tiempo. Y por si quedaba alguna duda, el árbitro tuvo que sacarlo a Blanco porque se iba caminando despacito. No estábamos cuidando un 1-0. Estábamos cuidando un 0-0. Insólito. ¿No les da un poquito de vergüenza?

Antes de eso, no pateamos al arco. Ni una vez. Y por otro lado, Romero sí nos salvó -cabezazo a quemarropa- y en otras falló la puntería de Instituto. Sólo por eso no perdimos.

Por segundo partido consecutivo, Martínez la pifió en el armado del equipo y tuvo que cambiar en el entretiempo. Y una vez más, modificó el equipo en función de Medel. Arrancó defendiendo con cuatro y sacrificando a Di Lollo de lateral, y terminó armando línea de cinco con Saralegui -de lo mejor- y Blanco. ¿Puede Boca cambiar su línea de juego por un tipo de 37 años? Puede si es por Cavani -esta vez jugó de visitante, o mejor dicho: estuvo en la cancha-. ¿Pero por Medel? ¿En serio?

"Nos propusimos con los muchachos acomodarnos en el torneo", dijo Martínez en la conferencia. ¿No les suena medio poco "acomodarnos en el torneo"? ¿Sabe que esto es Boca? Tampoco es que nos está yendo tan bien en otros torneos como para que nos conformemos con acomodarnos en este. Venimos de parir una serie para seguir en la ¡Sudamericana! La tabla nos entrega un panorama patético, casi apocalíptico. Decimoséptimo lugar, a la misma cantidad de puntos del primero que del último. Equipos como Sarmiento o Independiente Rivadavia están por encima. Se suponía que estos cuatro partidos contra rivales menores (Instituto, Banfield, Barracas e Independiente Rivadavia), no digamos chotos para no ofender a nadie, eran para subir en la tabla. Es cierto, tenemos un partido menos. ¿Y? ¿Quién nos garantiza que lo ganemos?

Se acabó. Es en serio. No hay margen para seguir boludeando. Ni en el mercado -trajimos suplentes o alguno para pelear, en el mejor de los casos- ni en la cancha. No se puede jugar tan mal. Hay una historia que respetar, un prestigio. Y ya no estará Demichelis enfrente para darnos alegrías.


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