Menos mal que se terminó, Boca
El equipo de Martínez estaba para golear y terminó haciendo tiempo por sobrar el partido y por actuaciones muy flojas. Hay que cambiar ya mismo y traer jerarquía a la altura de la camiseta.
Son jodidos estos partidos como para boludear tanto. A ver: entre el gol de Almirante a los 77 y el final (20 minutos después), no pasó nada. Pero Boca
terminó así de justo en un resultado que era para tres o cuatro de
diferencia por sobrar el partido, por no apretar el acelerador, por no
pisarlo al rival como debía hacerlo. A un rival que, a esa altura, ya estaba pensando en su próximo partido de la B, que no para como la Primera. El
Indio Bazán Vera, un Peaky Blinder de Casanova pegado a la raya de cal,
ya había hecho varios cambios, pensando más en cuidar para lo que le
importa que para remontar un partido que era irremontable. Boca lo puso
en juego nuevamente, le metió un poquito de suspenso al resultado por no liquidarlo con algunas actuaciones realmente malas. La de Zenón, por ejemplo, que acertó poco y nada, que se perdió un gol insólito -se la sacaron en la raya. La de Figal, que sufrió por su sector y volvió a salir lesionado -basta ya de estos jugadores blandos que se la pasan en la camilla. La de Di Lollo, que entró por Figal y entregó el gol por dormirse una siesta insólita en la que le sacó la vista al único tipo que estaba en 200 metros a la redonda. La de Cavani, que hizo el gol pero casi se lo pierde frente al arco vacío (la bola dio en el travesaño antes de entrar). La de Langoni, que cada vez aporta menos.
Puede entenderse -o no- que los futuros olímpicos se cuidaran
un poco, pero no tanto como hizo el ex Unión, que escapó a todos los
roces. Medina, el insólitamente criticado Medina que casi no juega,
tocado en un tobillo y en duda hasta la misma mañana del partido, no se
guardó nada mientras estuvo en cancha y volvió a ser el hombre
asistencia después de una jugada bárbara en la que les hizo notar a los jugadores de Almirante a qué velocidad se juega en Primera. Merentiel
asumió sin tristezas la decisión de Bielsa de no incluirlo finalmente
entre los convocados para la Copa América: el tipo hizo un gol y asistió
en el otro. ¿Qué más? Son contrastes, claroscuros de un equipo de dos caras que debe cambiar definitivamente luego del receso para convertirse en algo a la altura de su historia y de sus exigencias. Hoy, este Boca no está para nada.
Llegó al final del semestre con lo justo, con lo puesto, que no es
precisamente una pilcha elegante, más bien todo lo contrario.
Digan lo que digan los dirigentes, hay que traer un 4 porque
el único que puede jugar ahí es Advíncula: basta de Di Lollo, de Figal
y, por supuesto, del pobre Saracchi. Hay que traer centrales buenos,
rápidos y que no sean de manteca. Hay que apurar la definición por los
volantes. Hay que dejar de hacer papelones con contrataciones de mesa de saldos como Medel, al que encima ni siquiera te lo entregan en tiempo y forma. Hay que buscar jugadores creativos, extremos, tipos que resuelvan en el uno contra uno sin chocarse con los carteles. No es tanto pedir, simplemente lo necesario para afrontar un repechaje de Sudamericana que ya de por sí es algo deshonroso, para pelear el torneo local, la Copa Argentina y entrar a la próxima Libertadores. Será con este técnico, que es lo que hay. Un
tipo que por momentos ilusionó desde la estética pero que no termina de
encontrarle la vuelta a un puesto que pide mucho más que el de Tigre.
No lo olvidemos nunca: somos Boca. No una sociedad de fomento.