Match-ball para Laporta

Al año en blanco del Barça, la mala situación económica y la presión de la oposición, se unen los éxitos del Madrid. Su mandato acaba en 2026, pero se la juega la próxima temporada. El descontento social aumenta y su salida podría precipitarse.

Juan Jiménez
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Por los famosos vasos comunicantes que mantienen conectados a los dos trasatlánticos del fútbol español, el glorioso final de temporada del Madrid, que ya ha igualado el mejor momento de su historia con seis Champions en diez años (las ganó entre 1956 y 1966 y lo ha vuelto a hacer entre 2014 y 2024), castiga más aún la pésima temporada del Barça, que se ha quedado en blanco, lejísimos de los títulos, y ha despedido a su ex entrenador, Xavi, después de un vodevil que se alargó cuatro meses en un eterno “me voy, pero me quedo”. Por si faltaba algo, este lunes se hizo oficial el fichaje de Mbappé para las próximas cinco temporadas.

La crisis del Barça apunta directamente a su presidente, Joan Laporta, a quien aquella famosa frase del “ganas de volver a veros” se ha vuelto como un bumerán. La legislatura del abogado catalán acaba en 2026, pero más de tres años después de su regreso al cargo, no ha conseguido recuperar el Barça ‘triomfant’ de su primer mandato en el plano deportivo, la situación económica continúa siendo desesperada y vio cómo le explotaba en las manos el caso Negreira del que, al menos ahora, ha sido exculpado a nivel judicial. “Un tren a 300 kilómetros por hora directo a la pared”, lleva diciendo durante tres años Víctor Font.

El descontento social aumenta con Laporta, que podría no ‘sobrevivir’ a otro año catastrófico. De momento, a nivel económico, Laporta debe conseguir que LaLiga le desbloquee 40 millones y no le congele otros 60 que se comprometió a poner en el plan de pagos de la supuesta venta del 49% de Barça Studios. De lo contrario, la capacidad de inscripción de un club que ve cómo el eterno rival se ha reforzado en dos años con dos estrellas de ámbito mundial (Bellingham y ahora Mbappé) quedará prácticamente reducida a cero.

El Barça ha valorado Barça Studios en 400 millones de euros. Si no consigue esos cien, descapitalizará esa filial y los 400 millones se convertirían en pérdidas. Laporta tiene un mes. El Barça podría cerrar el curso en pérdidas. Dos años seguidos de números rojos en un ejercicio obliga a cualquier Junta a marcharse. La deuda del Barça roza los 1.200 millones de euros y el ejercicio anual se cerrará con unas pérdidas de entre 100 y 200 millones.

Laporta tiene más casos pendientes. El club ha dado explicaciones superficiales sobre el préstamo de 300.000 euros que ISL hizo a una cuenta conjunta de los directivos para que estos pudieran hacer frente a los intereses del descomunal aval de 124 millones de euros que la Junta tuvo que afrontar para poder acceder a la presidencia. Paralelamente, las obras del Spotify Camp Nou avanzan a buen paso, pero el club volverá a incumplir los plazos anunciados. El regreso a casa estaba previsto para noviembre de 2024, pero el destierro del Lluís Companys podría alargarse, como mínimo, a enero de 2025. El club azulgrana, por cierto, debe devolver 613,5 millones de euros de la financiación del Espai Barça antes del 30 de junio del 2028.

Deportivamente, además, la situación es compleja. El Barça se ha jugado un triple con Flick, entrenador con un pasado reciente exitoso en el Bayern, pero sin más trayectoria que sus dos años en el club muniqués y un patinazo importante con la selección de Alemania en el Mundial de Qatar. Aparentemente, la plantilla tiene futuro, pero a los jóvenes como Lamine todavía le quedan años de formación mientras el eterno rival tiene al equipo hecho.

Laporta prometió títulos y salud económica a su llegada, pero el círculo virtuoso se está convirtiendo en diabólico y empieza a haber respuesta social. Además de Víctor Font, Joan Camprubí, nieto del ex presidente Agustí Montal; y bisnieto de Agustí Montal Golobart, que también dirigió el club azulgrana en el periodo 1946-1952, empieza a moverse en la sombra por si la salida de Laporta pudiera precipitarse.


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