Lionel Messi juega la Copa América en búsqueda de otro título y de pistas para el futuro, entre la razón y el corazón
La dolencia que sufrió el capitán frente a Chile puso el foco sobre su físico, apenas horas después de cumplir 37 años
Y eso está ocurriendo.
Messi no quiere perder ni un juego de cartas con sus hijos. Está en la Copa América obsesionado con cazar otro título y alargar con la selección un romance que lleva tres años, después de tantos despechos. Pero también llegó al torneo para testearse. A principios de 2024, a alguien de su confianza, le planteó por qué la Copa América sería un tubo de ensayo: “Quiero ver sin la comodidad que yo tengo acá, en la MLS, me alcanza para competir en el otro nivel”. El “otro nivel” son las selecciones, donde crece la agresividad deportiva y desaparecen la inocencia y los rivales transformados en admiradores que hacen fila para llevarse una selfie. Messi siempre lo tuvo claro. Como tampoco nunca alentó una participación en los Juegos Olímpicos de París. Para no fallarle a la apuesta deportivo/comercial de Inter Miami, y porque ya sabía que competitivamente sería imposible asumir dos meses intensos.
La Copa América le ha dado un aviso contra Chile. Jugó casi todo el partido condicionado. “Me molesta un poco la verdad, así que espero que no sea nada grave. En la primera jugada se me puso duro el aductor, no sentí pinchazo ni desgarro, pero me costaba moverme con libertad”, detalló tras el encuentro que clasificó a la Argentina a los cuartos de final del certamen. El plantel ya se alojó este miércoles en Miami y también se instaló la tranquilidad en el bunker: un primer estudio con un ecógrafo portátil arrojó que no hay una lesión muscular.
Antes del inicio de la Copa América, Messi y su círculo más cercano tenían respuesta para la siguiente pregunta: ¿estaría en condiciones de absorber el esfuerzo de seis partidos en 24 días de competencia? No. En la MLS ya había tenido una prueba de aproximada valoración: entre abril y mayo había disputado siete partidos seguidos, entre la 7ma (Colorado Rapids) y las 12da fecha del torneo (Montreal Impact), con un cotejo más entremezclado, la revancha con Monterrey por la Concachampions, en un lapso de 35 días. ¿Qué sucedió después? De inmediato se perdió el clásico con Orlando por un golpe en la rodilla, regresó contra DC United, nuevamente se ausentó frente a Vancouver para descansar y retornó contra Atlanta United y St. Louis City antes de sumarse a la selección argentina.
En síntesis: si afronta un raid de varios encuentros, lo siente. En marzo también se había perdido todo el mes por problemas musculares, después de encadenar tres encuentros durante nueve días en febrero. Los datos no son reveladores, son testimoniales.
Hace algunas semanas, Gerardo Martino, su actual entrenador en Inter Miami, el único DT que al final de la carrera de Messi lo habrá dirigido con tres camisetas diferentes –más Barcelona y la selección– ofrecía la siguiente confesión: “Hemos hablado con Messi por el tema de los cambios y de lo prudente que es jugar 20 minutos cuando el partido está definido. Es un jugador que le gusta estar siempre los 90 minutos, todos los partidos, y a veces se requiere algo de convencimiento, charlar con él. Yo creo que ahora lo entiende”, afirmó.
Es cierto: ahora Messi lo comprende. Ya no es aquel jugador rebelde/caprichoso que no toleraba perderse ni un minuto. ¿Ejemplo? Hay muchos. En la Copa América 2021, para afrontar el último juego de la zona ante Bolivia, con la selección ya clasificada a los cuartos de final, Scaloni tenía previsto que no fuera titular. Y cuando se lo comunicó… debió cambiar de planes el entrenador. Messi maduró con respecto de aquel. Pero de todos modos, en el club es más sencillo asumirlo porque esa camiseta esta desprovista de afecto visceral. Con la selección argentina es otra historia. “No sé si su corazón le permitirá hacer lo que la cabeza ya comprende”, analizaba en la antesala de
Messi siempre será muy competitivo. Pero tiene incorporado que el final es inexorable. Más temprano que tarde, llegará. Para persistir en la selección, el escenario ideal sería que acepte regular cargas y no se obstine con jugar todos los minutos. Y esa potestad es exclusivamente de él, ya se la delegó Scaloni cuando anticipó: “Si Messi no me lo pide, yo no lo saco. Eso seguro”. ¿Manda Messi? Desde ya. Resultó una buena señal que el 10 de junio fuera al banco en el amistoso contra Ecuador y solo participara en 34 minutos. Pero frente a Guatemala, cinco días más tarde, no pudo con su genio y completó todo el cotejo sin necesidad. Aunque se sintiera bien, desde ya, pero el acumulado de minutos es el que impacta contra un físico de flamantes 37 años: suma 304 minutos en los más recientes 15 días.
Con este escenario, la alarma que encendió su aductor derecho anteanoche puede haber sido un cómplice guiño del destino: se trataría de una necedad no atender la señal. Por eso, este sábado contra Perú no jugará y disfrutará de un paréntesis de nueve días entre la molestia muscular y el desafío por los cuartos de final, presumiblemente el jueves 4 de julio si la Argentina gana el Grupo A, como se espera.
En caso de que Messi estuviera en el Mundial 2026, atraparía otro récord: ser el primer futbolista en la historia en disputar seis Copas del Mundo. Pero él, que va madurando de a poco la etapa final, aclaró: “Por un récord o por decir jugué cinco o seis mundiales, no. Nunca le di importancia a los récords. Si bien está buenísimo tener récords y poder seguir consiguiendo cosas, no estaría en un Mundial simplemente por decir ‘estuve en seis mundiales’. Si se da y llego y estoy bien, y se da todo como para poder estar, perfecto, pero estar por estar, tampoco”. No se engaña ni un minuto.
El ambiente confortable del seleccionado es otro blindaje. Nadie se quiere ir de donde se siente bien. Reaparece Valdano: “Messi pagaba la agresividad de un pueblo muy exigente con sus grandes estrellas, pero la Copa América 2021 fue curativa y, además, ha encontrado un grupo humano que sabe jugar y sabe relacionarse con un genio. Y eso le ha sacado una sonrisa donde había angustia”.
En la cancha hay un respaldo colectivo que disimula cuando su potencialidad disminuye por alguna limitación física. Ocurrió contra Chile: Messi completó el partido por su dimensión, no por su prestación en la media hora final especialmente. Porque los genios son líderes aunque no quieran, y Messi ejerce una tremenda influencia en los compañeros. Esta generación crece bajo ese mandato y en la noche del martes, prácticamente sin él, la Argentina no dejó de ser voraz, furiosa, insoportable. Campeona del mundo.
Messi no se apresura porque no tendría sentido hacerlo. En junio de 2026 cumplirá 39 años. ¿Cuántos futbolistas de una selección de elite fueron esenciales a esa edad en un Mundial? Ninguno, no hay registro. El físico sería determinante, vaya obviedad. “Y además –revela una fuente cercana en su día a día–, tendría que aceptar en su cabeza que en algunos partidos podría estar y en otro no. Si acepta ser importante de otra manera, llega al Mundial”, se entusiasma.
Messi sacará muchas conclusiones al término de esta Copa América, pase lo que pase con la Argentina. Además del título, eso vino a buscar: una referencia. “Mi gente, mi familia y amigos más cercanos, lo tienen muy claro. Y creo que fui claro. Es día a día y depende de cómo me vaya encontrando”, repite.
Hace unos días, Rodrigo De Paul contó que suele hablar del futuro con el capitán. Y el volante le ha expresado su preocupación por el día después. ¿Y qué le contesta Messi? “Él siempre me dice: ‘Vos vas a poder levantar un teléfono el día que le falte algo a la selección y yo voy a estar ahí. Voy a ser siempre parte de ustedes. Por ahí no dentro de la cancha, pero yo soy uno más’. Los voy a llamar todos los días, je”, confió De Paul. Será inevitable la despedida. Sin perder la obstinación por conquistar otra estrella, Messi llegó a la Copa América atento a todas las señales. Por estos días le tocará lidiar con las molestias del aductor. Enseñanzas.