Herberts Cukurs, el criminal nazi conocido como el “verdugo de Riga” que vivió casi 20 años en Brasil y cayó en Uruguay
Los testimonios presentados en los juicios de Nuremberg lo señalaron como el responsable de masacres, torturas y asesinatos de niños judíos. Los sobrevivientes y testigos relataron episodios de horror y desesperanza, ligando su nombre a algunos de los eventos más sangrientos de aquella época
Los testimonios presentados en los juicios de Nuremberg lo señalaron como el responsable de masacres, torturas y asesinatos de niños judíos. Los sobrevivientes y testigos relataron episodios de horror y desesperanza, ligando su nombre a algunos de los eventos más sangrientos de aquella época.
Con la caída del régimen nazi, Cukurs se convirtió en uno de los criminales de guerra más buscados. Sorprendentemente, logró evadir la captura inmediata y en 1946, junto con su familia, llegó a Brasil desde Francia. Contrario a muchos otros fugitivos nazis que usaron documentos falsificados y rutas clandestinas, Cukurs no ocultó su identidad. Esta decisión intrigó a muchos, incluyendo al historiador Bruno Leal, quien señaló en la BBC que Cukurs no utilizó las rutas de escape comunes, lo que sugiere una complejidad mayor en su aceptación en el país sudamericano.
Su vida en Brasil
Instalado en el barrio de São Cristóvão en Río de Janeiro, y aprovechando su experiencia en aviación, inició varios negocios, incluyendo la renta de hidropedales en la turística laguna Rodrigo de Freitas. Durante este periodo, logró llevar una vida relativamente tranquila y alejada del escrutinio internacional. Su familia también intentó adaptarse a la nueva vida en Brasil, manteniendo un perfil bajo. Increíblemente, los vecinos y conocidos brasileños rara vez cuestionaban su pasado, y muchos ignoraban completamente su implicación en los crímenes de guerra.
La captura
Las sombras del pasado son persistentes y, a miles de kilómetros, en las oficinas de Tel Aviv, el Mossad afinaba los detalles de una operación secreta. La agencia, famosa por su pericia en rastrear a criminales nazis, no permitiría que los crímenes de Cukurs quedaran sin justicia. Los ecos de sus atrocidades, los relatos desgarradores de los sobrevivientes del Holocausto, resonaban como un batir de tambores inquietante y constante.
La búsqueda fue implacable y meticulosa... Movimientos calculados y silenciosos los llevaron a rastrear a Cukurs desde Brasil hasta Uruguay, del bullicio de Río de Janeiro al tranquilo balneario de Shangrilá, cerca de Montevideo.
Una fresca mañana del verano austral de 1965, el destino se cernió sobre Herberts Cukurs. Los agentes, en una rápida y certera operación, lo emboscaron. Herberts Cukurs fue encontrado muerto dentro de un baúl.
Sus descendientes siempre negaron su involucramiento directo en aquellas atrocidades. Laura Rizzotto, una talentosa cantante y nieta del asesino, enfrentaba constantemente el peso de llevar un apellido tan manchado. Sus melodías, que resonaban con una mezcla de esperanza y desesperación, eran un intento de exorcizar los demonios del pasado. Cada nota la alejaba, aunque fuera momentáneamente, del legado oscuro que su abuelo había dejado.
Qué fue el gueto de Riga
En el corazón de la capital de Letonia, Riga, se encontraba el barrio de Maskavas Forštate. Allí, durante la Segunda Guerra Mundial, un oscuro capítulo de la historia cobró vida. El 25 de octubre de 1941, las calles de este barrio cambiaron para siempre cuando todos los judíos de Riga y sus alrededores fueron forzados a trasladarse al gueto, mientras que los habitantes no judíos eran expulsados.
El gueto de Riga no era un simple barrio, sino una prisión al aire libre donde la desesperanza y el miedo se respiraban en cada rincón. Entre el 30 de noviembre y el 8 de diciembre de 1941, la oscuridad se tornó aún más profunda. Cerca de 24.000 judíos letones fueron brutalmente asesinados en la masacre de Rumbula, una fosa donde la humanidad fue enterrada junto con las víctimas.
El gueto no solo albergaba a judíos locales. Con el paso del tiempo, judíos deportados de Alemania llegaron a este siniestro refugio, solo para encontrar un destino similar. Muchos de ellos perecieron en sucesivas matanzas, sus vidas truncadas sin piedad.
El capitán de las SS, Eduard Roschmann, conocido como “el carnicero de Riga”, fue una figura temida y despiadada. Bajo su comando, el gueto de Riga se convirtió en un lugar de horror inenarrable. Su crueldad y roles en las atrocidades cometidas sellaron su legado infame en la triste crónica de aquella época.