Un River con mandíbula de cristal
A pesar de estar con dos goles de ventaja, Nacional le empató el partido a en un minuto y le dejó una buena cantidad de problemas a resolver.
Bueno, la nube, lamentablemente, no se disipó. En este parrafito vamos a resumir el partido. En el primer tiempo, River hizo valer la diferencia ostensible que plantea a todo nivel con Nacional, y no necesitó demasiado para plasmarlo en el marcador. Bastaron algunos atisbos de jerarquía de un par de sus jugadores para encaminar un partido que se tornó favorable rápidamente y con un mejor pronóstico para el segundo tiempo. Las limitaciones de Nacional quedaron expuestas con un River que se paró un poquito de contra y que no supo explotar más los espacios ingenuamente dejados por el local, por alguna falta de precisión de los jugadores. Acá, una parte del resumen, primer tiempo, River, seis puntos, mostrando la chapa y no mucho más. En la segunda mitad, Nacional decidió emparejar con pierna fuerte, ambición y un plus de entusiasmo. Y, a este River, con poco lo complicás. Lo apuras un poquito y medio te lo llevas por delante. Nacional lo hizo y un ratito le empató el partido. Y no lo ganó el Bolso al final porque no supo cómo.
Podemos hablar del arbitraje, sí. El jugador de Nacional que va agresivamente a la disputa con Aliendro, debió haber sido expulsado. El jugador de Nacional que le pega una piña a Paulo Díaz, debió haber sido expulsado. Sin VAR, era un papelón, con VAR, una calamidad. El árbitro brasileño, Daronco, sí, aquel de Pinola-Benítez en la Copa 2018, se sacó el tema de encima. Cuesta entender la decisión, porque la evidencia estalla a los ojos. Esta situación fue un hiato en el partido, no hay dudas. Pero si River se abraza al "nos chorearon", otra vez le erra al vizcachazo. Y la razón es simple: River no necesita que a Nacional le expulsen jugadores para ganarle el partido. Debería ser lo suficientemente superior como para que no lo distraigan acontecimientos como lo de este tipo. Si bien debió haber volado alguna roja para el Bolso, ello no implica que un equipo que está dos goles arriba, con el partido controlado, con un rival inferior, se vea intimidado en la empresa de sacar adelante el partido. Entonces, el pésimo segundo tiempo de los pitos no es la causa del pésimo segundo tiempo de River, por más que querramos concentrar en las malas decisiones arbitrales la caída estrepitosa en el rendimiento del Millo.
Van algunas reflexiones. River hizo una pésima pretemporada. River tiene mandíbula de cristal. River no sabe defender sin la pelota. River no sabe atacar con la pelota. Los laterales juegan mal. El doble cinco funciona un partido más o menos bien y tres mal. Nacho Fernández está en bajo nivel. Paulo Díaz y Borja son clave y ambos están al límite físico. Armani también es clave, incluso atajando cinco puntos. Paulo y Borja son los únicos que muestran alguna mejora en sus rendimientos con los partidos, los demás oscilan entre el mal y el regular y a veces bien. Los cambios durante el partido casi nunca son soluciones. Los cambios durante el partido muchas veces profundizan el problema. Los cambios durante el partido algunas veces directamente generan el problema. Barco está en bajo nivel. Algunos jugadores se lesionan seguido por variadas razones y pierden en la consideración. No hay opciones por las que el técnico se decida como variante para darle descanso a Borja cuando lo necesita. El Diablito Echeverri ilusiona pero en ráfagas. Mastantuono aparece y desaparece del primer equipo sin mayores explicaciones. Ruberto igual pero ni siquiera del equipo, de las convocatorias. Es un equipo que no rodea al árbitro en los fallos adversos, que no es pillo, que se deja a veces atropellar por el que sea. Es un equipo que en los partidos fuertes no da la talla. Es un equipo frágil, sin confianza y no da las señales de de querer construirla. Es un equipo que no muestra evolución desde hace mucho. Es un equipo que involuciona. Es un equipo con triunfos de baja intensidad y derrotas de alta intensidad. Es un equipo muy a la defensiva, con un técnico reprimiendo enojos y atento a todo lo que se dice, que no se anima a exhibir al menos alguna tibia autocrítica.
Desde quienes conducen el fútbol de River, todos, dirigentes y cuerpo técnico, sumados a otras voces, interesadas o no, se habla de "exageraciones" en la crítica. Amparándose en los números, se intenta deslegitimar los cuestionamientos, tachándolos de "histeria excesiva", "quieren hacer creer que todo está mal", "son todas viudas de Gallardo", "hay que dejar trabajar con tranquilidad", "les molesta todo", "son insoportables", "no estamos tan mal" y frases de ese estilo. Esta relativización se aleja también de la autocrítica y construye un "enemigo" en el frente propio, que poco ayuda para la resolución de los problemas que presenta River desde hace un tiempo. Demichelis le grita el gol a la gente de River en Córdoba, en la final con Estudiantes, porque está enojado con la gente de River. Pinola lo está frenando aún. Es que el socio y el hincha manifiestan, desde hace bastante, un abanico de preocupaciones que van desde aumentos excesivos en cuotas y abonos, beneficios y posibilidades de poder ver partidos de River, hasta un equipo que no lo representa y que desanda muchos de sus partidos con una liviandad que molesta. Podemos decir que está todo bien, que River es Aruba, mirar para otro lado en los repetidos pifies. Pero el sol con la mano lo podes tapar un rato. Si el diagnóstico es desacertado, con el tiempo es peor. Ya le pasó a River en su historia. Y algo más: hoy no estamos ante una crisis futbolística en parte porque de la vereda de enfrente, John Kennedy y el arquero Mansilla complicaron al eterno rival. Seamos sinceros.
Para cerrar. Es un plantel que claramente necesita refuerzos, con la dichosa jerarquía, en casi todos los puestos. Necesita un arquero suplente para trabajar formativamente al lado de Armani y luego ocupar su lugar cuando el Flaco se vaya. Necesita un lateral derecho de primer nivel, necesita un lateral izquierdo bueno en serio y un central de mando. Necesita un volante que pise las dos áreas, necesita un mediapunta, necesita un nueve de área. Pero, sin un plan, pueden venir muchos fenómenos y seguirá pasando lo mismo. Si en un equipo como River no hay jugadores que crezcan en sus rendimientos, el problema, claramente, no está en todos los jugadores, no es común que más de 25 futbolistas no puedan destacar. El problema, como decimos desde hace rato, es estructural.
River tiene la fortuna de jugar muchos partidos en el Monumental, ahora, en el corto plazo. Contra rivales, los de Copa y los de acá, a los que supera largamente en nombres y en presupuesto. Con, además más de 86.000 personas que siguen completando el estadio a pesar de los precios. Lo que esperamos es que aproveche estos partidos para construir juego, confianza e identidad. Y que prepare el terreno para cuando vengan los partidos más importantes, en los que hay que sentar condiciones e imponerse. Ojalá lo haga.