TENIS | ROLAND GARROS / Nadal se despide de Roland Garros sin descartar su regreso

El balear emociona y compite, pero no puede con un Zverev que es favorito al título. El torneo le rindió al español un improvisado tributo.

Nacho Albarrán
As
“Rafa, Rafa, Rafa…”, corearon los espectadores de la pista central de Roland Garros, en pie. Entre ellos estaban Novak Djokovic, Carlos Alcaraz e Iga Swiatek. Nadal, 14 veces campeón, acababa de despedirse del torneo como nunca antes lo había hecho, con una derrota en la primera ronda, ante Alexander Zverev, por 6-3, 7-6 (5) y 6-3 en 3h05. En sus 18 participaciones anteriores, había alcanzado siempre, como mínimo, la tercera. Pero a esta edición llegaba por primera vez sin ser cabeza de serie, con un déficit importante de partidos y tras un largo periodo de baja por lesión durante el que llegó incluso a pensar en la retirada. Eso no le impidió luchar hasta la extenuación para defender su historia y su legado. “Campeón en 2005, 2006, 2007, 2008, 2010, 2011, 2012, 2013, 2014, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2022″. Así le había presentado, como otras tantas veces añadiendo títulos, el locutor del torneo.

“Muchas gracias. No sé si va a ser la última vez que esté aquí en frente de todos vosotros, no estoy al 100% seguro. Si lo es, la he disfrutado. La gente ha sido increíble durante toda la semana de preparación y hoy las sensaciones que he tenido son difíciles de explicar. Es especial sentir el amor de la gente en el sitio que más quiero. (…) En cualquier caso, intentaré volver para los Juegos Olímpicos (este verano), dijo el balear, que aceptó un improvisado tributo y habló. Antes, había emocionado y competido con bravura y algunos destellos de una magia que invocó, pero que en esta ocasión no le llevó hasta otro épico triunfo. Por si la dificultad de encarar a un oponente temible fuera poca, las condiciones no le favorecieron. La lluvia y el frío forzaron el uso del techo retráctil de la Philippe Chatrier, cuando a él le hubiera encantado jugar acalorado y al sol. Ante cualquier otro tenista y en otras circunstancias, probablemente habría ganado.

A sus 37 años, el expediente de Nadal sobre tierra partida es tan descomunal que hasta ahora no había perdido jamás dos partidos seguidos en esa superficie (cayó hace en Roma contra Hubert Hurkacz). Solo había sido eliminado una vez a las primeras de cambio en una pista de arcilla. Lo hizo Juan Carlos Ferrero, ahora entrenador de Alcaraz, precisamente en el Masters 1.000 de la capital italiana, en 2008. Su marca es 112-2 en esos choques iniciales. El de Roland Garros es un capítulo aparte: 112 victorias y cuatro derrotas.

Rafa no jugaba en París desde que fue campeón haca casi dos años, en junio de 2022, en la final contra el noruego Casper Ruud. La alcanzó gracias a la grave lesión de Zverev (tobillo derecho) cuando le ganaba por 7-6 (8) y 6-6. Así que para el alemán de 27 años y número 4 del mundo, en racha de siete triunfos tras ser campeón en Roma el 19 de mayo, fue una revancha y al mismo tiempo un grandioso hito. Por ser capaz de derribar al rey de la tierra en su casa, aunque el cara a cara lo domina aún Nadal por 7-4, que apenas había cedido tres sets en rondas inaugurales del Grand Slam francés (dos ante Isner en 2011 y uno ante Brands en 2013).

Alexander le ganó los mismos en un partido, con mucho mérito, porque jugó a voluntad. Apretó cuando quiso y como quiso para sofocar todos los intentos de rebelión del manacorí, que en este momento de su carrera juega a una velocidad ligeramente inferior a la rivales tan potentes como el hamburgués. Aun así, tras un primer set flojo y sin energía por su parte, le hizo algunos puntos maravillosos y consiguió mejorar tanto el movimiento como el golpeo con el paso de los minutos.

En la segunda manga, salvó un 15-40 en el cuarto juego y lo celebró como en los viejos tiempo: salto y gesto del serrucho con el puño cerrado. Pudo ser un punto de inflexión, porque a partir de ahí jugó más que bien y el premio fue un break con el que llegó a un goloso 5-3. Sin embargo, Zverev lo recuperó a tiempo y después anduvo muy atento en un desempate en el que Rafa hizo dos malas dejadas que no tocaban.

No hubo milagro

Cuesta abajo en la rodada, como dice ese tango, el español no se rindió. Los aficionados recordarían la final del Open de Australia de 2022, cuando le levantó dos sets a Medvedev para proclamarse campeón. Aunque de nuevo, cuando tomó una ventaja interesante con otro quiebre, Sascha lo arruinó y le metió una presión tremenda.

No quería que le pintaran la cara en la Chatrier y, con garra y corazón, la soportó hasta que Zverev le rompió el saque por quinta vez. El teutón demostró personalidad. No era fácil abstraerse en un ambiente desfavorable e hizo un partido magnífico. Además, fue muy elegante al concederle el protagonismo que se merecía a una leyenda que podría no volver a jugar en Roland Garros. Aunque no lo den, ni mucho menos, por seguro.


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