REAL MADRID-CÁDIZ / El Madrid canta el alirón a coro

Unos suplentes ejemplares fulminan al Cádiz y el Girona completa la faena en Montilivi. Un golazo de Brahim acaba con la resistencia andaluza. Bellingham marca a los dos minutos de entrar al campo. El Bernabéu aplaude a Güler.

Luis Nieto
As
El Madrid no ha ganado esta Liga, la 36ª que camina ya hacia su museo, ha desfilado por ella. De principio a fin, de agosto a mayo, del triunfo inicial en San Mamés al de este sábado de gloria ante el Cádiz. El último capítulo tuvo dos partes, ambas felices. En la primera, los suplentes blancos reclamaron su cuota de pantalla, porque también el banquillo ha sido galáctico, empezando por Nacho y Brahim. El malagueño descorchó el partido ante los gaditanos con un gol de fantasía y luego Bellingham se congració consigo mismo marcando en el primer balón que tocó. Ese ha sido su año de gracia. Eso fue el directo. El diferido, que confirmó matemáticamente el éxito, llegó en Montilivi, donde un Barça hecho trizas puso letra y música al alirón. Un desastre celebrado en Cibeles.

Este derechazo de Brahim supuso el 1-0.
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Este derechazo de Brahim supuso el 1-0.JESUS ALVAREZ ORIHUELADiarioAS

Eliminado el suspense sobre quién será el campeón, en el Bernabéu se jugó un tiempo a ritmo de partido homenaje: dominio profundo del Madrid sin perder calorías, bloque bajísimo de un Cádiz en paliativos y un auditorio a media voz, entre la felicidad y el sosiego. No entusiasma ganar después de haber ganado. Solo sacó las manos del bolsillo para palmear un serpenteo de Arda Güler entre cinco adversarios. El turco es todavía un lienzo en blanco, pero apunta a jugador con encanto, a capricho del Bernabéu. Nacido 10, ha caído en un equipo sin sitio para mediapuntas, así que tendrá que ser casi 7 (ahí empezó), casi 9, casi 11 o casi 8, según las ocasiones. Pinta que la banda le ahoga, pero ahora no está para elegir. En cualquier caso, se extiende la creencia de que es más que un futbolista comercial; tiene la magia de los mejores zurdos, esa maravillosa minoría, y un notable descaro. Se pidió los córners y los golpes francos y el estadio le vitoreó cuando Ancelotti le relevó por Bellingham.

Supersuplentes

Lo mismo vale para Brahim, al que la gente ve más cerca de Rodrygo que Ancelotti. No hay futbolista más emprendedor en la plantilla. Sacaría partido de su birlibirloque en la segunda mitad, pero ya fue lo mejor de ese primer Madrid, sobrado de balón y falto de oportunidades.

El partido transcurrió en el inicio sin emoción porque los festejos en el Madrid duran lo que un brindis. Alzó brevemente la copa por una Liga a falta de confirmación matemática tras el Clásico y esa misma noche comenzó a jugar la Champions. Unos títulos devoran a otros en un club de su tamaño. Así que ante el Cádiz, en la primera pelota de partido, los suplentes volvieron a hacer la guardia con excepciones explicables. Jugó Carvajal porque no lo hizo en Múnich, y en esto es tan nocivo empacharse como pasar hambre, y regresó Courtois, con el que no hay prisas ni pausas. Ancelotti le ve tan superior al resto que le puede la impaciencia.

Bellingham celebró así el 2-0.
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Bellingham celebró así el 2-0.OSCAR DEL POZOAFP

Casi nada ocurrió en la primera media hora: un disparo de Militao, que empieza a ponerse a tono, rechazado por Ledesma y un remate desviadísimo de Chris Ramos por meter el pie con la orientación extraviada. Algunos, como Fran García o Camavinga, ponían mucho de su parte. También Ceballos, moderadamente reivindicativo. Hace tiempo que cambió el concurso de méritos por la gira de despedida. En partidos así se echa en falta la permanente turbulencia de Vinicius, que no distingue entre partidos de etiqueta o de compromiso.

Arte malagueño

Ese ambiente de máxima relajación fue despertando al Cádiz. Pudo marcar en una contra de Sobrino, que dejó atrás a Militao posiblemente con una maniobra antirreglamentaria, y no pudo culminar su obra porque Nacho salió de la nada para interceptar su disparo. Al cruce había llegado también Courtois, al que el equipo de Pellegrino no daba la oportunidad de testar su estado en la vuelta al cole. Tras el descanso pasó su primera prueba al ganar un mano a mano a Chris Ramos. Fue la mejoría del moribundo para el Cádiz. En la jugada siguiente Modric le dejó la pelota a Brahim en el borde del área y el malagueño hizo arte en tres tiempos y en tres toques: control orientado, recorte y derechazo a la escuadra. Sencilla de narrar una maniobra al alcance de casi nadie. Un acierto mitad eléctrico, mitad mecánico. Marruecos saltó de alegría.

El gol fue la causa del acelerón blanco y no la consecuencia. El Madrid marcó antes de irse a por el partido de verdad, en la suerte natural: la velocidad en el desplazamiento, la presencia en área ajena y la persistencia en el ataque.

A favor de viento entró Bellingham, necesitado de recomponer la figura. Una gastroenteritis le mandó a la lona, pero ya antes venía perdiendo altura. Llegó al partido como llegó al Madrid. A los dos minutos de su ingreso marcó un gol de nueve, a un toque, preparado por Modric y Brahim, veteranos y noveles. La entrada de Vinicius amenizó el final. Alborotó a su manera y se prestó al ‘show time’. Metió un centro de rabona cabeceado por Militao. Ledesma aguó la fiesta con una gran estirada. El público no se lo tomó en cuenta. Entonó el “Campeones, campeones” sin esperar noticias de Girona ni que llegara el tercer tanto, en jugada espectacular de Nacho (pérdida sentida si se va) culminada por Joselu. Definitivamente, los títulos se reparten entre toda la plantilla. En este caso, casi a partes iguales.


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