PLAYOFFS NBA | KNICKS 109 - PACERS 130 (3-4) / Crónica de una muerte anunciada

Los Pacers ganan el séptimo en el Madison y se meten en la final del Este. Los Knicks, a base de lesiones y minutos acumulados, llegaron sin gasolina en el tanque al día decisivo.

Fernando Faucha
As
Como fruta madura. Así acabaron cayendo estos New York Knicks, uno de los equipos más emocionantes de la temporada, uno de los que más transmitían por su juego, pero sobre todo por su dedicación y sus ganas. Sin duda el segundo mejor equipo del Este en un Este nada boyante, todo hay que decirlo. Puede que el único rival que habría sido capaz de poner en problemas reales a los Boston Celtics. Pero eso nunca lo sabremos porque los Knicks, lesión tras lesión tras lesión, han acabado eliminados en el séptimo partido de semifinales. En su casa, en un Madison Square Garden engalanado para ver a los suyos clasificarse para una final de conferencia por primera vez en 24 años. Tendrán que seguir esperando. Los Indiana Pacers han ido sacando los partidos en casa y han esperado al último día, cuando el rival ya no tenía fuerzas ni para creer, para dar el estacazo final: 109-130.

Habrá tiempo para analizar si la archiconocida estrategia de Tom Thibodeau de dar el mínimo descanso posible a sus titulares ha sido la correcta para un equipo que quería comprar el billete de larga distancia para estos playoffs. La imagen de OG Anunoby fue el primer boquete en la autoestima del equipo y se lo infligieron ellos mismos. El alero, que llevaba diez días sin jugar y que era duda, salió de titular. Y, a pesar de meter dos buenas canastas, sólo estuvo 5 minutos en pista porque, cada vez que tenía que hacer un mínimo intento de correr, la manera en que lo hacía era deprimente. El hombre no estaba para esos trotes ni para ninguno. Hubo que sacarle de la pista para no volver y eso, de alguna manera, tuvo que influir en el ánimo de sus compañeros. Lo que podía haber sido un revulsivo se convirtió en otro clavo de un ataúd que se había ido montando hace tiempo. Con las lesiones de Julius Randle, Bojan Bogdanovic, Mitchell Robinson... También la de un Josh Hart que hoy sí jugó y lo dio todo, como siempre, pero todo en su caso no significaba tanto como otras veces. Y, para colmo, en una jugada de mala suerte, esta vez sí, Jalen Brunson acabó con una fractura en la mano al intentar evitar una canasta de Tyrese Haliburton en un contraataque. Trató de dar al balón, pero acabó impactando en la rodilla del base rival. Era el tercer cuarto, los minutos en los que parecía que otro milagro era posible. Del -15 en el descanso a un -6 con el Madison en pie. Pero este año, tampoco este, era el de los Knicks.

A los Pacers se les vio tranquilos desde el salto inicial. Muy tranquilos. El supuesto infierno del Madison que amenazaba con comérselos les importó bien poco. Ellos salieron a jugar a lo suyo, que es a atacar rápido y meter muchos puntos. No en vano han sido el equipo más anotador de la temporada regular. Primero fue Siakam el que cogió la bandera ofensiva. Después le dio el relevo Haliburton, picado con unos aficionados de primera fila a los que les iba dedicando cada canasta que metía. Y fueron unas cuantas: 6/8, 4/5 en triples, 16 puntos para el mejor jugador de la primera mitad, que acabó con 70 puntos en el casillero visitante. Y eso que habían perdido bastantes más balones que su rival, varios por pasos. Si no el resultado podría haber sido escandaloso. Enfrente los Knicks, con 55 puntos, sobrevivían gracias a Burks, un defenestrado para Thibodeau durante gran parte del curso, incluidos estos playoffs, y que esta vez mantenía a su equipo a flote con 14 puntos en 12 minutos. También los triples de DiVincenzo (3/6), sobre todo al principio, daban alguna bocanada de aire al equipo de Nueva York, que buscaba y no encontraba a esas alturas a su máxima estrella, un Brunson igual de apagado que en la primera parte del sexto partido, e incluso menos incisivo que entonces.

El inicio del segundo tiempo fue el único momento en el que se creyó de verdad en el Madison. Sus chicos apretaron en defensa, mordieron en ataque y rebajaron la diferencia a 6 puntos. Pero ahí los Pacers se mostraron sorprendentemente firmes. TJ McConnell empezó e meter las narices donde no le esperaban y los Knicks comenzaron a perder balones de forma ridícula, en saques de fondo, como si inconscientemente ya supieran que estaba todo el pescado vendido. Para colmo llegó la lesión de Brunson y el cuento se acabó. Ni el día histórico de DiVicenzo (9 triples, más que nadie en un Game 7) sirvió siquiera para hacerle cosquillas a los de Indiana. Un equipo que ha llegado mucho más lejos de lo que nadie podía esperar. La final del Este, donde le esperan los Boston Celtics más temibles de los últimos años. Con un lesionado, claro, para no estropear la estadística de Indiana (a las bajas de los Knicks hay que sumar las de Giannis Antetokounmpo y Damian Lillard en primera ronda). Ahora es Kristaps Porzingis quien se perderá, al menos, los dos próximos encuentros. Pero eso, hasta ahora, no ha evitado que los Celtics avancen con paso firme. ¿Sabrán los Pacers aprovecharlo mejor? Lo sabremos a partir de mañana, cuando empieza la eliminatoria. La primera final del Este con Indiana desde 2014.


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