Hugo Tocalli puso a los pibes, Independiente mejoró, pero no pasó del empate con Vélez
Ni el mayor oficio del Fortín, ni la fuerza de voluntad de los jóvenes del Rojo: fue empate en Avellaneda, en un partido más entretenido que bien jugado y con varias polémicas
El veterano entrenador, de 76 años, conoce bien las cualidades de los chicos que crecen en el predio de Villa Domínico, y en su primer acto al frente del equipo sorprendió poniéndoles fichas a los más jóvenes en el sector de la cancha donde el equipo ofreció los peores rendimientos en la recta final de la Copa de la Liga y el arranque de este torneo. Ese lugar donde deberían aparecer la creatividad, el talento y el cambio de ritmo para generar esas ocasiones de gol que en Independiente surgen sólo en cuentagotas.
Tocalli mandó de inicio a Santiago López y a Diego Tarzia por afuera, e hizo debutar a Lautaro Millán, bahiense de 18 años que nunca antes había sido convocado con la Primera. Si se agrega a David Martínez y Juan Fedorco, todo un grupo de juveniles para compensar el pack de los treintañeros que habitualmente componen los Rey, Isla, Laso, Damián Pérez, Mancuello o Ávalos.
Los cambios lograron modificar algunas cuestiones aparentes, pero casi ninguna concreta. Los pibes le pusieron sin dudar el calor de su voluntad a la noche gélida, y levantaron las alicaídas ilusiones de una afición demasiado golpeada. Algunas gambetas en velocidad de López, o con la pelota pegada al pie de Millán y Tarzia, despertaron aplausos y expectativas. Pero, a la hora de la verdad, el final de sus acciones no mejoraron en demasía lo hecho por quienes fueron titulares hasta el domingo pasado. Las oportunidades creadas fueron tan escasas como siempre, y la mayoría llegó a través de centros buscando las cabezas de los más altos.
Lo mejor del empate en Avellaneda
A la nueva hornada del Rojo le tocó mostrarse justo ante un adversario que sabe mucho de mezclar jugadores de diferentes edades y tiene en su Villa Olímpica un surtidor permanente de nuevas figuras que, en varios casos, llevan acumuladas muchas más batallas importantes que sus pares de Independiente.
La distancia entre unos y otros comenzó a evidenciarse a partir de los 20, cuando el triángulo que conformaban Christian Ordoñez, Agustín Bouzat y Claudio Aquino se fue adueñando de la mitad de la cancha provocando errores cada vez más frecuentes en pases y controles entre los locales. En uno de ellos, Millán se quedó corto en un pase atrás, anticipó Francisco Pizzini, habilitó a Brian Romero, y Damián Pérez lo atropelló de atrás, más allá de la aparatosa caída del delantero. Penal y gol de Aquino.
El 1 a 0 en contra reavivó el desencanto en las tribunas. Bajaron los gritos exigiendo “movimiento” a los futbolistas, silbidos y algunos insultos a la comisión directiva, pero también el “Vamos, vamos, los pibes”, que redimía a Millán por su error y avalaba la apuesta general. Y fue el ímpetu de los juveniles lo que contagió al resto para arrinconar a un Vélez demasiado tímido y poco convencido de ir a liquidar el choque.
Sin una sola dosis de claridad, a puro empuje y pierna fuerte para ganar las divididas (Martínez y López fueron líderes en ese apartado), Independiente fue metiendo al Fortín en su área, hasta que a los 17, uno de los tantos centros buscando a Gabriel Ávalos encontró el cabezazo bombeado del paraguayo que pegó en el palo y se transformó en el 1 a 1.
Después llegó el tiempo de las polémicas. Un gol anulado por un fuera de juego milimétrico de Pizzini de un lado, y un posible penal no cobrado de Elías Gómez a López del otro -el VAR no lo llamó a Darío Herrera- hasta firmar un empate bastante ajustado al desarrollo del partido.
Dejó escapar su momento Vélez, supo recuperarse el Rojo. Los pibes que puso Tocalli, en general, respondieron y la gente se fue moderadamente satisfecha, pensando que el futuro quizás pueda ser algo mejor que este presente de expectativas limitadas.