Era con Fortaleza, Boca

Como se suponía, el equipo de Martínez goleó a los bolivianos pero no hubo milagro en Brasil. Boca paga el error cometido la fecha pasada. Qué conclusiones dejó el partido.

Del partido de anoche no se pueden sacar muchas conclusiones, pero sí algunas. Casi cualquier cosa que pasara contra este rival, que no tendría asegurado un buen pasar en la tercera categoría de nuestro fútbol, debía ser tomada con pinzas. O peor: los logros debían ser relativizados, aunque los errores sí podían ser condenatorios. Veámoslo con un ejemplo para que quede claro: que Janson hiciera tres goles no debía garantizarle ninguna continuidad en el equipo. En cambio, que jugara tan mal como jugó es descalificador, un ejemplo -como si a esta altura hiciera falta- de que el tipo no está a la altura del club. Tal vez alguna vez lo estuvo, pero no en este momento, donde el club que mejor le cabe es el Tigre desastroso de Sebastián Domínguez. Ahí, probablemente, no desentonaría. Es una suerte que lo hayamos dicho antes, cuando cuestionamos el fondo de la cuestión -su compra, cuando ya era suplente en un Vélez que se caía a pedazos- y las formas: Daniel Bolotinicoff, el representante de Riquelme y negociador en jefe de Boca es a la vez el repre de Janson. Ejem. Diego Martínez es demasiado bueno para mi gusto y no lo sacó para no incendiarlo, pero vale una reflexión: hasta Saracchi hizo un gol.

¿Qué más se puede concluir? Que hace falta urgente un delantero serio por afuera -no sé si quedó claro que Janson no lo es-, que no se puede tener un plantel tan corto para jugar doble o triple competencia (debieron haber aprendido de lo que le pasó a Almirón, cuando nos quedamos sin nada y condenados a jugar esta Copa pedorra), que el técnico considera que Rojo, Blanco, Cavani, Zenón y Equi son hombres clave -los sacó a todos para cuidarlos-, que Cavani no está jugando bien y aun así puede meter un gol (o errar otro insólito), que Zenón es el mejor refuerzo de la era Riquelme; que la amarilla a Pol Fernández era evitable (por él y por el DT) y nos puede costar carísima en la ida del repechaje, cuando no estén Equi, Medina, quizá Zenón...

Un temita más: siempre hay que cumplir con la parte que nos toca. Boca ayer necesitaba que Trinidense le empatara a Fortaleza y, además, hacer unos siete goles para arrebatarles el primer puesto a los brasileños. Por falta de motivación, porque se sabía que los paraguayos perdían sin atenuantes en el calor insoportable del nordeste de Brasil, levantamos el pie del acelerador y jugamos un segundo tiempo muy, pero muy malo. Sobre el final del partido, Trinidense descontó y hubo un suspenso de un par de minutos. Si llegaba a empatar por accidente y nosotros no habíamos hecho todos los goles que necesitábamos, era como para esterilizarlos a todos, pero sin pasar por el cirujano. En el llano, la diferencia entre Boca y Nacional de Potosí es de ocho o diez goles. Nos quedamos en cuatro.

El semestre está casi terminado. Quedan estos dos partidos de Liga, Platense y Vélez, que Boca deberá ganar por dos razones: 1) Boca siempre tiene que ganar; y 2) el equipo tiene que terminar, en la tabla anual, en puestos de Libertadores. Desde que empezó 2024 navegamos en aguas de Sudamericana: no sólo la jugamos por lo mal que hicimos las cosas el año pasado sino que en este no pudimos aún alcanzar la línea de los que juegan la Copa verdadera. Estamos a pocos puntos, falta una eternidad y hay diferentes maneras de entrar, todo eso es cierto. Pero hay que ponerse a salvo de esas cosas que creemos que nunca van a suceder, como que te empaten en el último minuto por una boludez.    

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