El Boca malo y el Boca bueno

Tuvo un primer tiempo para el cachetazo, con errores insólitos, y lo dio vuelta con carácter y jerarquía en el segundo. Un equipo inexplicable.

¿Por qué tambalea? Por estas dos caras que en Santiago mostró en una sola noche. Este Boca que ya ha mostrado más de una vez una asombrosa capacidad de recuperación, que sabe cómo reponerse de situaciones límite, también es culpable de ponerse solito contra las cuerdas. ¿Cuál es el verdadero? Los dos. Esto de arrancar dormido no es nuevo -un gol a los dos minutos plagado de errores propios- y es muy peligroso cuando los rivales son poderosos. Pero las fallas no son exclusividad de los primeros minutos. El equipo estuvo a punto de quedar 0-2 luego de una pérdida siestera de Equi Fernández que terminó con un tiro pegado al palo a la media hora de juego y terminó afianzando su desventaja a partir de un foul evitable contra la raya de fondo que terminó con un centro en el que Pol Fernández perdió de cabeza, Romero sacó las manos suponiendo que la pelota se iba ancha y Saracchi -en otra siesta increíble- dejó que lo anticiparan en el segundo palo. En el medio, también tuvo sus posibilidades, pero entre el arquero Ingolotti y las propias deficiencias en la definición -un gran desborde con un centro atrás mal tirado, jugadores que se pasan o no llegan-, se fue al entretiempo al borde del nocaut.

¿Cómo hizo para rescatarse en seis minutos? Magia. La magia del Equi para pasar de villano a héroe, la de Zenón para tirar una pared de taco en medio del área, las apariciones a pura potencia y energía de un Merentiel indomable. Más la inocencia repetida de un Central Córdoba que es atractivo con la pelota y un desastre sin ella, achicando en línea sin marcar a los lanzadores ni a los receptores. Una enorme locura.

Para bien o para mal, el partido tuvo unos cuantos protagonistas principales en los que vale la pena poner la lupa. Equi, sin dudas un 5 con destino de Europa y de Selección, jugando de Medina mejor que el propio Medina. Llegando al área voraz y limpio, con o sin la pelota, para asistir o meterla, de zurda o de derecha. El mismo que se había dormido en el primer gol de Central Córdoba fue el responsable de rescatar a Boca del infierno que se venía si llegaba otra derrota. Merentiel, indomable, cada vez más completo, capaz de pivotar o llevarse a la rastra a una defensa entera, autor de dos goles de zurda pese a su condición de diestro. Pol Fernández, todocampista como nunca, cuidándole las espaldas a Equi y hasta jugando de 2 en una decisión rarísima de Martínez ante la salida de Advíncula. Romero, con culpa en los dos goles, lento, duro, falto de reacción, cometiendo errores conceptuales preocupantes e improbables en un arquero de su edad y trayectoria (el regalo del primer palo en el 1-0 es para explicarles a los arqueros qué es lo que no se debe hacer). Martínez, que otra vez recompuso al equipo para ese segundo tiempo casi perfecto luego del parche inédito con el que rearmó la línea de fondo tras la salida del peruano: Di Lollo-Pol-Mendia-Blanco, más Saracchi de volante por izquierda y Zenón por el otro lado. Para el segundo tiempo, retocó y puso a Saracchi de 4 (más que aceptable rendimiento, incluso con algún cierre salvador), volvió al medio a Pol y liberó a Equi, que terminó siendo la llave de la remontada.

Cómo llegamos a este caos, se explica con las lesiones -muchas, evidentemente algo no funciona- más un combo de poco recambio, faltantes en algunos puestos y gente de sobra que ni siquiera es utilizada en otros. Riquelme y el Consejo deberán repensar el plantel para lo que se viene, equilibrarlo y contratar refuerzos que no sean saldos, descartes, outlet futbolero como Janson, Ramírez, Briasco y siguen las firmas. Es por el lado de Zenón y Blanco, no por el del Pulpo y Orsini, para que termine de quedar claro. Por esa falta de planificación y la racha de lesiones, el banco de Boca en Santiago fue impresentable, un jardín de infantes. Sin contar que la pareja de centrales, que cumplió, tiene como principal característica la inexperiencia. Un tema a tener en cuenta antes de reforzarse: el historial físico de los candidatos. Figal es frágil, Rojo es frágil, Lema se rompe porque tiene que poner la cara siempre. Advíncula es otro que está siempre, sobre todo desde que se rompió Blondel y apuraron la salida de Weigandt. Y también atención al prontuario: si estamos escasos de plantel y Benedetto arma una joda para su cumple, no está para Boca. La sanción está bien aplicada y el Pipa debería irse cuanto antes para no terminar de derrumbar su imagen. Lo remarco por si se les ocurre llamar a Balotelli: peinen un rato los antecedentes y no hará falta mirar más. No necesitamos otro Sub 40 con problemas físicos y sin ningún poder de reventa, por mejor pasado que tenga. Se juega con el presente, no con la historia.

Para el final, una imagen: la de Romero acercándose los dedos índices a las sienes, pidiéndoles a los centrales que se quedaran clavados en la puerta del área. Humo. Puro humo. Chiquito se ganó a la gente de Boca atajando penales, no con huevadas sin sentido como esta. Entre el partido con Fortaleza -definitorio- y esta presentación en Santiago pasaron cuatro días. En aquel momento, el arquero tenía 37 años y casi tres meses. Ahora también. Hay que ser vivo cuando se debe -aplica a todos-. Si no, corrés el riesgo de quedar como un boludo.

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