Copa Libertadores: la ilusión de Rosario Central chocó contra el pragmatismo y la historia de Peñarol
Los canallas quedaron eliminados, pero seguirán en competencia internacional; el local se clasificó para los octavos de final
Reaccionó en el segundo tiempo con el resultado adverso, llegó al empate y con 25 minutos por delante no supo diseñar una jugada para doblegar a un rival que mostró temple aunque también falencias defensivas, que los canallas no supieron explotar. El festejo fue para el equipo uruguayo, que con la guía de Leonardo Fernández, autor de los dos goles en la victoria por 2 a 1, terminó en el segundo puesto, por detrás de Mineiro; para el conjunto argentino el nuevo camino será la Copa Sudamericana, a la que se incorporará en la rueda de dieciseisavos de final.
Una final, un partido cargado de dramatismo y antecedentes inmediatos de altercados entre los futbolistas y violencia entre los hinchas. Un juego definitorio, en el que Peñarol llevó la ventaja de dos de los tres resultados posibles en favor, mientras que a Rosario Central solamente el triunfo lo encaminaba a la siguiente instancia. La racha del local en el estadio Campeón del Siglo hablaba de la fortaleza de un equipo que en la Copa Libertadores hace pesar su riquísima historia, incluidos cinco títulos de campeón en el certamen de clubes más importante de la Conmebol.
El carbonero se hace gigante en su espacio en la Libertadores: cayó una sola vez en 19 partidos; Palmeiras, que lo logró en 2017, es el único que salió victorioso. Esa robustez, el empuje del público, son capitalizados por el conjunto que diseña Diego Aguirre, el director técnico que condujo a Peñarol a su última final, en 2011, y aquel artillero que en 1987, en un desenlace épico ante América de Cali, anotó para la última consagración.
Resumen de la victoria y la clasificación de Peñarol
No salió a especular con los dos resultados favorables Peñarol: se plantó con Gastón Ramírez como conductor y dueño del primer pase y con la inspiración de Leonardo Rodríguez para desequilibrar con gambetas, engaños, remates y goles. Las recuperaciones de piezas de relieve, como Leonardo Sequeira y Maximiliano Silvera –destacados al atacar- y Javier Méndez –para liderar la zaga– consolidaron a una formación que tenía un desafío: la clasificación para los octavos de final después de 13 años. Ese dominio de la pelota que ejecutó el carbonero no implicaba riesgo para Rosario Central, aunque servía para que el rival no tuviera conexiones entre Maximiliano Lovera, Ignacio Malcorra y Jaminton Campaz, el tridente encargado de ilusionar.
En los detalles los mirasoles eran más astutos. Un córner que Fernández jugó rápido, un despeje fallido de Alan Rodríguez –reemplazó a Agustín Sandez, lesionado y que no viajó a Montevideo– y un remate del zaguero Maximiliano Olivera –agredido con una piedra en el Gigante de Arroyito en el primer juego del grupo– resultaron un aviso. Con movimientos más simples y efectivos, Peñarol marcaba el pulso; Sequeira controló y probó desde media distancia, pero el balón llegó manso a las manos de Jorge Broun. Los visitantes recién descubrieron el camino al arco de Washington Aguerre con una combinación entre Agustín Módica y Campaz, que lanzó un centro que Malcorra –sin marca– no conectó. Una acción que por un pasaje modificó los roles, porque los canallas diseñaron una nueva jugada de peligro.
Pero cuando empezó a hacer pie, Peñarol lo derribó con un gol que expuso la calidad de Fernández. Gambeta, descarga en Pedro MiIans y devolución al pie para que el talentoso volante desparramara a Facundo Mallo y con un remate alto dejara sin posibilidades a Broun. Ocho goles y nueve asistencias acumula Fernández en la temporada de los aurinegros, ganadores del torneo Apertura 2024. El final del primer tiempo expuso a Peñarol fortalecido y a Rosario Central complicado con el resultado y el juego.
La salida de Ramírez en el entretiempo –un futbolista de 60 minutos– y el ingreso de Javier Cabrera modificaron la imagen de Peñarol, que tuvo menos la pelota y prefirió retroceder unos metros para agigantar espacios en un contraataque. Un juego más directo frente a un adversario obligado a adelantarse. La responsabilidad no afectó a Rosario Central, que sin lucidez, pero con empuje, cargó con un remate de Malcorra y expuso inseguridades en Aguerre. El arquero repitió con un rebote largo después de un disparo de Campaz –una mala salida del fondo uruguayo–, pero esa vez estaba Módica para empujar la pelota al gol.
Peñarol cortaba con faltas, hacía lento el desarrollo y los minutos jugaban en favor. El árbitro chileno Piero Maza, que controló con rienda corta el primer episodio, lentamente fue perdiendo la autoridad. Pero Rosario Central, con mayor carácter, no lograba encerrar al rival, empujarlo al error y asestar el segundo golpe. En un error de Lovera, que prefirió una gambeta extra en lugar de descargar en un compañero, los locales mostraron que estaban agazapados para dar el zarpazo y sellar la clasificación: de Silvera a Cabrera y de éste a Fernández, que en soledad firmó la victoria y sentenció el recorrido de los canallas en la Copa Libertadores.