Un partido Chiquito

Romero se equivocó la única vez que lo llamaron, Boca perdió y tiene que ganarle a Godoy Cruz para clasificarse sin depender de nadie. Segundo partido malo consecutivo.

¿Es Chiquito el único responsable de la inesperada caída, de este sopapo que llega en un momento inconveniente? No, claro que no. Es el principal, porque de otro modo Boca tal vez habría encontrado ese empate que pareció ir a buscar, pero no son parte de sus culpas la actitud del equipo, lejos de otras tardes y noches en las que supo ser protagonista casi exclusivo, ni las decisiones erróneas de Diego Martínez en la formación inicial o en los cambios, ni la falta alarmante de recambio ganador que hay en el banco de Boca. ¿Cuál de los tipos que estaban sentados al lado del DT podía cambiar la ecuación? Merentiel con un gol, quizá, y poco más. Es bueno saberlo para esta Copa de la Liga y para la Sudamericana, dos exigencias a las que el plantel deberá responder: Boca no tiene mucho más que 13 o 14 titulares y no le sobran las variantes de la mitad hacia adelante. Lo que pasó con Trinidense, con mayoría de suplentes, había sido un aviso.

En el armado inicial, el cuestionamiento es el habitual: Pol ya no está para ser titular y podríamos discutir un buen rato si merece la renovación. En cuanto a los cambios, Janson nunca -pero nunca- aporta una solución y lo del Pipa Benedetto anda por ahí: en una de ésas se ilumina y rebota bien la pelota, pero está a años luz de ese jugador magnífico que era temido por los rivales. Ya nadie le tiene miedo, simplemente porque parece inofensivo. ¿Qué más hay? ¿Briasco, Bullaude? Dos errores de la dirigencia. Y se acabó.

Estudiantes en general y Eduardo Domínguez en particular también tienen mucho que ver en lo que pasó en La Plata. El local fue un digno representante de su historia, rival incómodo y metedor, que comió a Boca en toda la cancha, le cortó los circuitos de juego, no lo dejó libre ni un segundo. Ascacíbar se encargó de que Zenón fuera el hombre invisible, Equi jugó incómodo, Cetré mantuvo ocupado a Blanco -que terminó expulsado- y sólo Medina fue una luz de esperanza. Cavani fue otro de los desaparecidos y la luz de Langoni se fue extinguiendo con los minutos, terminó siendo una velita de cumpleaños. Domínguez le ganó el duelo táctico a Martínez, hizo valer su jerarquía de técnico campeón, bicho. Primero irritó a Boca y luego le ganó con la receta más vieja del mundo, un sello de la casa, la pelota parada. Para eso colocó a un buen pateador y a un buen cabeceador que no pudieron ser neutralizados. ¿En serio Saralegui tenía que marcar a Correa? ¿A quién se le ocurrió la genialidad?

Lo único rescatable -además de mostrar un buen partido de Lema, cómodo en el roce- es que no se trata de una derrota sin mañana. Boca sigue dependiendo de sí mismo y conseguirá la clasificación a los cuartos si le gana a Godoy Cruz. Los mendocinos ya están adentro y podrían hacer descansar a algunos hombres para cuando arranquen los playoffs, pero hay que ver si Oldrá no prefiere realmente matar a Boca antes de lamentarlo, ahora que lo tiene en el piso. Más allá de lo que hagan los demás, si el equipo no puede ganarle a Godoy Cruz, será mejor despedirse, más allá del escándalo que pueda armarse si no logra estar entre los ocho mejores de este torneo mediocre.

Hay que tener fe. Lo mucho y bueno que hizo Boca en varios partidos no pudo haber sido un espejismo. Sí hay que recordar que la levantada llegó sin Pol, que Boca perdió a un hombre clave como Blanco -Fabra, y no Saracchi, debería reemplazarlo- y que no viene nada mal tener un virtual partido de mata-mata antes de que empiecen los reales. Hay derrotas que ayudan a madurar, a crecer, a replantearse ciertas decisiones. Esperemos que se haya tratado de una de ellas.


Entradas populares