NBA | LAKERS 116 - 97 CAVS / Cuidado, que vienen los Lakers

El equipo angelino se impone a los Cavs y, por fin, sale del noveno puesto del Oeste. Tras mucho sufrimiento, el cielo es el límite. ¿Última oportunidad para LeBron?

Alberto Clemente
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Los Lakers ya están aquí. Les ha costado mucho, muchísimo, decepciones, derrotas y victorias que no han servido para avanzar hasta ahora. Es más, desde el 29 de diciembre de 2023 no estaban tan altos en la clasificación. Entonces, estaban en una eterna resaca, la del In-Season Tournament, un triunfo merecido y previo a un mes aciago, de acumulación máxima de tedio y momentos inservibles. Es la peor parte de esta temporada para ellos, ya que para el resto es obligatorio mirar el vaso medio lleno: la gira por el Este ha acabado con un espectacular 5-1, son el equipo más en forma de la NBA con nueve victorias en los últimos 10 partidos. Y, desde el All Star, han coleccionado momentos de buenos a brillantes, con algún bache propio de una plantilla cuya seña de identidad es el sufrimiento, con los resultados (para bien y para mal) inexplicables como logotipo y la deriva hecha esencia. Así es como sobrevivieron, a trompicones, el curso pasado, en el que partieron del séptimo puesto y acabaron en finales de Conferencia acabando con el último vestigio de la dinastía de los Warriors por el camino. Y en eso están ahora.

Eso sí, de otra forma, ya que este equipo es mejor ahora que entonces. Ante los Cavs (116-97) han logrado ganar su partido número 45 de la temporada, ya tres por encima de la pasada. Y, tras muchos meses de sufrimiento, abandonan el noveno puesto, que por momentos llegó a ser el décimo, y se colocan octavos, pasando por encima de unos Kings que se lo han ganado todo a los Lakers, pero vienen de perder en el Madison y el Garden, feudos que precisamente sí conquistaron los angelinos. Y empatando virtualmente con los Pelicans (que tienen una derrota menos), una franquicia en clara dinámica descendente con la que se podrían jugar muchas cosas en la última jornada. Antes de eso, duelo ante los Timberwolves, batalla encarnizada (el encuentro promete) ante los Warriors y trámite, o eso se espera, contra los Grizzlies. Es lo que les queda a los angelinos, que son el equipo más en forma de la NBA, están basándose en el físico y la ofensiva para hacer sucumbir a sus rivales y han olvidado los patinazos en enfrentamientos directos (uno ante los Suns y dos contra los Kings) para encontrar otro camino hacia los playoffs y la gloria.

Será, o no, porque lo llevamos diciendo ya ni se sabe, la última oportunidad de LeBron James. Ya ha dicho que su final está cada vez más cerca, aunque camino de los 40 años y el final de su 21ª temporada en la NBA eso nunca parece así. De lo que seguro que estamos hablando es de una oportunidad: los Lakers pueden ganar (y perder, pero también ganar) a cualquier rival en los playoffs menos (así se ha demostrado) a los Nuggets, y tienen el nivel para no temer a nadie. Y a nadie temerá el Rey, camino del Olimpo, del lugar más alto de la historia, sin nada que perder y haciendo bueno todo lo que le venga. Ha hecho de la longevidad su último gran argumento y muestra un nivel inédito en su edad, ya no sólo para un jugador de baloncesto, sino para cualquier deportista de cualquier condición. Un héroe eterno y una estrella inconmensurable que ante los Cavs, a los que hizo campeones en 2016 conquistando el anillo prometido y donde es una referencia eterna, sumó 24 puntos (10 de 18 en tiros de campo), 5 rebotes y 12 asistencias. Y va volando hacia los playoffs, que el curso pasado disputó con una lesión de pie y a los que ahora llega mejor que en mucho tiempo. Parece mentira, pero no lo es.

Los Lakers empezaron como un tiro, tuvieron su separación y luego su hundimiento habitual en el tercer cuarto, quedando 4 puntos abajo (69-73) en un partido en el que antes habían comandado con ventajas en torno a los 15 tantos. Pero ya no están para tonterías: igual que ante los Wizards, Darvin Ham metió a LeBron y a Anthony Davis en la última jugada porque las cosas se habían complicado, ahora era el momento de que eso no volviera a pasar: un parcial de 19-0 ponía un 88-73 que sería definitivo, no por el resultado sino por ser una ventaja que los Lakers, esta vez sí, supieron manejar a la perfección. Y todo ello con un sublime papel de Davis en los dos lados de la pista: 22 tantos, 13 rebotes, 4 asistencias, 3 robos y 6 tapones en 36 minutos, un todoterreno nato que cuando no tiene miedo al contacto ni entra en la apatía es uno de los mejores jugadores de los últimos años. Así ha sido y así será. Es lo que tiene alguien de unas dimensiones que dan la sensación de que se tiene que creer el propio jugador más que cualquier otro. Talento puro hay. El resto, es el resto.

En el otro lado, pero también en el Crypto Arena, los Cavs no tuvieron respuesta. Son un rival fácil para una locomotora como los Lakers, que comandan el tren sin saber dónde acabará, pero soñando a lo grande por derecho propio. Donovan Mitchell estuvo mal (10 puntos, 4 de 13 en tiros), Darius Garland sostuvo un poco el asunto (26), Caris LeVert aportó desde el banquillo (21) y Jarret Allen hizo lo que pudo con Davis (12, con 12 rebotes). Pero, al final, los Lakers fueron mejores: D’Angelo Russell se fue a 28 tantos (23 en la primera mitad), y Taurean Prince, cuestionado por los minutos en pista que le daba Ham, se fue a 18 y apareció en los momentos calientes. Los Lakers, que provocaron 18 pérdidas a sus rivales y anotaron 32 puntos al contraataque, fueron un martillo pilón absoluto que mostró un físico extraordinario y que parece que van mejorando a medida que van pasando los días. Ya no son ese equipo perdido en una marejada de derrotas que se conforma con el In-Season y se olvida de lo demás. Tampoco son un séptimo al uso, sino uno que promete dar guerra y va lleno de talento. Y a todo eso hay que sumarle otro factor más: LeBron James. El Rey quiere una última gesta. Y las leyendas son muy peligrosas en los momentos de la verdad. Por eso son leyendas. Para el resto, ya se sabe: cuidado, que vienen los Lakers.

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