Los niños que nacieron en la era del smartphone crecieron y son la generación con más problemas de salud mental
En su libro “The Anxious Generation”, Jonathan Haidt revela cómo el uso excesivo de tecnologías digitales ha comprometido el bienestar emocional de adolescentes y jóvenes, en una crisis psicológica sin precedentes. Qué hacer para que eso no suceda a los niños de hoy
El libro resalta cómo la generación post-1995, conocida como Gen Z o Centennials, ha sido particularmente afectada, aunque los Millennials tampoco quedaron exentos. Haidt detalla que el surgimiento de un “infancia centrada en el teléfono”, a partir de finales de la década de 2000, marcó una transición crítica. Este fenómeno, intensificado por el acceso sin precedentes a internet de alta velocidad y planes de datos ilimitados, ha interferido significativamente en el desarrollo social y emocional de los jóvenes.
Un aspecto crucial que Haidt examina es la disminución del juego no supervisado y la exploración independiente, elementos fundamentales en el desarrollo infantil. Argumenta que estas actividades promueven habilidades cruciales como la gestión del riesgo y la construcción de relaciones interpersonales sólidas. La supresión de estas oportunidades, impulsada por temores mediáticos sobre la seguridad infantil, ha despojado a los jóvenes de herramientas esenciales para afrontar las ansiedades normales de la infancia.
En un podcast de The Atlantic, Haidt compartió sus reflexiones sobre cómo la masificación del smartphones ha sido el catalizador de un marcado incremento en problemas de salud mental entre los adolescentes. Esta “epidemia de enfermedades mentales”, como la llama, no solo se refleja en las estadísticas, sino en experiencias de vida reales, obligando a repensar el rol de la tecnología en la vida de los más jóvenes. Haidt sugiere que al limitar el acceso a los smartphones y redes sociales en etapas tempranas, se podrían recuperar formas más saludables de socialización.
El experto propugnó por la necesidad de retornar a una infancia más tradicional, promoviendo la postergación de la entrega de smartphones hasta la secundaria y el incremento de la edad mínima para el uso de redes sociales a 16 años. Estas propuestas, junto con la implementación de escuelas libres de celulares, buscan mitigar las presiones que enfrentan los jóvenes en este ambiente digital omnipresente y altamente invasivo.
En su obra, Haidt propone un conjunto de estrategias destinadas a reconstruir una infancia más arraigada en la humanidad. Entre sus recomendaciones destacadas, señala: “Demos a los niños mucho más tiempo de juego con otros niños. Este juego debería ser idealmente al aire libre, en grupos de edades mixtas, con poca o ninguna supervisión adulta”. Además, enfatiza la importancia de “buscar más formas de integrar a los niños en comunidades reales y estables”.
Y sobre la regulación de la tecnología, sugiere: “No demos un smartphone como primer teléfono. Podemos dar un teléfono especializado para la comunicación, no para aplicaciones basadas en internet”. Estas acciones, según afirma Haidt, apuntan a limitar el impacto negativo de las tecnologías digitales y también a promover un entorno en el cual los niños puedan desarrollarse en plenitud, con interacciones significativas dentro de sus comunidades.
The Anxious Generation arroja luz sobre el impacto diferenciado que los avances tecnológicos y los cambios sociales han tenido en distintas cohortes generacionales. Invita a considerar no sólo las implicaciones inmediatas para Centennials y (en menor medida) Millennials, sino también las repercusiones a largo plazo para las futuras generaciones, en un momento en que la interacción humana, la comunicación y el entretenimiento continúan siendo redefinidos por la tecnología.