Los iraníes temen que su frágil régimen los arrastre a una guerra
Los ultrarreligiosos de línea dura ganan poder y anhelan la confrontación
La presión exterior explica en parte el cambio de política. Israel ha intensificado sus ataques contra objetivos iraníes en todo Oriente Medio desde el inicio de la guerra en Gaza en octubre. Ha matado a 18 comandantes iraníes y a unos 250 combatientes de Hezbolá en ataques contra Siria y Líbano. El ataque aéreo del 1 de abril contra el complejo diplomático iraní en Damasco, que Irán insiste en que es territorio soberano según el derecho internacional, demostró que los representantes de Irán ya no proporcionaban la disuasión en la que ha confiado durante tanto tiempo.
Pero las fuerzas internas también influyen en la toma de decisiones. Durante la mayor parte de su carrera, Khamenei se apoyó en pragmáticos conservadores como él. Muchos eran comandantes del GRI, la fuerza de combate más poderosa del régimen, y estaban dispuestos a colaborar con Occidente si pensaban que ello reforzaba al régimen. Pero más recientemente ha cobrado importancia un grupo de acérrimos ideológicos que son para Irán lo que la extrema derecha religiosa es para Israel. El Frente Paydari, o Frente de la Estabilidad de la Revolución Islámica, son supremacistas chiíes que se oponen a cualquier tipo de compromiso con cualquiera, dentro o fuera de Irán. Se burlan de sus críticos como ateos y contrarrevolucionarios y quieren convertir los parques de Teherán en mezquitas. Consideran tan anatema cualquier tipo de reconciliación con Occidente que algunos de su calaña quemaron en el Parlamento el texto del Plan de Acción Integral Conjunto, el acuerdo que Irán firmó con seis potencias mundiales en 2015 para limitar su programa nuclear. Comparan la “paciencia estratégica” ante los ataques israelíes con el apaciguamiento.
Sus oponentes hablan de captura del Estado. Ebrahim Raisi, el clérigo de línea dura que fue elegido presidente en 2021, les ha dado puestos destacados en su gobierno. Su suegro es quizá el clérigo más radical de Irán; sus sermones avivan el fervor de los Paydaris. Se afianzaron en el poder en las elecciones parlamentarias del mes pasado, después de que muchos boicotearan la votación. Los candidatos del Frente Paydari se impusieron a Mohammaed Bagher Qalibaf, un pragmático ex alcalde de Teherán, comandante del GRI y pariente de Khamenei. Ahora pretenden desbancarle como presidente del Parlamento. Han aprobado nuevas leyes de castidad. En contra de la opinión de los veteranos del GRI, pretenden reimponer el hiyab obligatorio tras su suspensión de facto a raíz de las protestas generalizadas de 2022. El mismo día en que Irán atacó a Israel, enviaron de nuevo a la policía de la moralidad a las calles tras un paréntesis de un año.
Los realistas de las fuerzas armadas iraníes saben que su material militar no está a la altura del de Israel. Su fuerza aérea proyectó el poder regional bajo el Shah, pero no se ha modernizado desde entonces. Sus aviones de combate estadounidenses F-4 de la década de 1960 no pueden competir con los F-35 de Israel, los cazas más avanzados del mundo. Muchos de sus tanques datan de la Segunda Guerra Mundial. Pero el Frente Paydari ve su batalla terrenal en términos divinos. “Cuando dispararon flechas contra los enemigos, no dispararon ustedes, sino Dios”, dijeron los fanáticos, citando el Corán en una declaración tras el ataque de Irán. Sus miembros hablan del sacrificio realizado en el siglo VII en Karbala, cuando el imán Hussein, nieto del profeta Mahoma, fue asesinado por un tirano musulmán. Desde entonces es venerado por los chiíes. Rezan por una conflagración que podría desencadenar la llegada del Imam Zaman, un líder mesiánico que inaugurará el fin de los días. Tras la huelga de Irán, sus seguidores lo celebraron en las calles y repartieron caramelos. Han pintado las vallas publicitarias de Teherán con pancartas en hebreo advirtiendo a los israelíes que se aprovisionen en previsión de otro ataque.
Los clérigos del Frente Paydari también se han infiltrado en las filas del GRI. La generación más reciente de comandantes pasó su carrera asistiendo a campamentos de verano dirigidos por clérigos paydari, muchos de los cuales también están destinados en sus unidades. “La nueva generación es más ideológica y abrasiva, menos experimentada y menos pragmática”, afirma Saeid Golkar, experto en el GRI de la Universidad de Tennessee en Chattanooga. A diferencia de las generaciones anteriores, no recuerdan la guerra Irán-Irak de los años ochenta. Utilizan textos religiosos para idear estrategias. “Los que no conocen la guerra tienen más ganas de luchar”, afirma, citando un dicho iraní.
Khamenei sigue llevando la voz cantante. Sus altos mandos dicen que avisaron a Israel y a sus aliados del ataque con tres días de antelación. Señalaron cuándo había terminado. Sin embargo, algunos iraníes ponen en duda la fortaleza de este hombre de 84 años para resistir la campaña de Paydari. Bajo el mandato de Raisi, la derecha religiosa ha purgado la administración pública de reformistas y otros detractores. Han utilizado los continuos ataques de Israel para marginar a los pragmáticos que quedan dentro del régimen y sus llamamientos a la moderación. Algunos afirman ver con buenos ojos la perspectiva de un ataque israelí en suelo iraní. Consideran que uniría a los iraníes, un grupo orgullosamente nacionalista.
Pero a pesar de todo su poder, el ascenso del Frente Paydari puede estar haciendo más frágil a la República Islámica. La brecha entre los gobernantes iraníes y sus súbditos es cada vez mayor. Su presidente, Raisi, es casi tan impopular entre su pueblo como Netanyahu en Israel. Muchos iraníes culpan a sus ideólogos inexpertos de haber paralizado la economía de Irán (el rial alcanzó un nuevo nadir frente al dólar tras el atentado del 13 de abril). Y temen que su fanatismo pueda arrastrar a Irán a la guerra. Tal es la antipatía hacia ellos que muchos ven a los enemigos del régimen como amigos. Tras la salva de cohetes, los iraníes intercambiaron bromas burlándose de su ineficacia. “Muchos israelíes murieron... de risa”, bromeó uno. En las calles han aparecido pintadas pidiendo represalias israelíes. “Golpéalos, Israel. Los iraníes te apoyan”, rezaba una en Teherán. Como señaló un observador de Irán, la reacción de los iraníes a un ataque israelí podría ser una amenaza mayor para el régimen que cualquier ataque en sí.