La “unidad 29155″ y un inquietante agente secreto: las pruebas que vinculan a Rusia con los ataques sónicos contra funcionarios de Estados Unidos
Una investigación determinó que el escuadrón del Kremlin especializado en asesinatos y sabotajes en el extranjero estuvo experimentando con el tipo de tecnología que podría causar el misterioso Síndrome de La Habana
La unidad, originalmente creada para entrenamiento dentro del GRU, fue reorganizada en 2008 para incluir campañas de desestabilización política a nivel mundial. “Su ámbito de actuación es mundial para llevar a cabo operaciones letales y actos de sabotaje”, declaró a The Insider un antiguo alto cargo de la CIA experto en Rusia. “Su misión es encontrar, preparar y ejecutar, todo en apoyo de los sueños imperiales de Vladimir Putin”.
The Insider, 60 Minutes y Der Spiegel han descubierto pruebas documentales de que la Unidad 29155 ha estado experimentando exactamente con el tipo de tecnología armamentística que los expertos sugieren como causa plausible del misterioso síndrome. Las “armas acústicas” que habrían sido utilizadas por los agentes rusos, basadas en tecnología de energía dirigida tanto sonora como de radiofrecuencia, también han sido geolocalizadas en lugares alrededor del mundo justo antes o en el momento de los reportados incidentes de salud anómalos, reforzando la hipótesis de su implicación en estos sucesos.
El caso de Georgia
Las investigaciones revelaron la presencia de conocidos operativos de la unidad rusa en proximidades de los ataques, incluyendo a Albert Averyanov, vinculado por testigos con incidentes en Tbilisi, Georgia, en 2021.
Siguió los protocolos de entrenamiento en estos casos: abandonar inmediatamente la zona “X”, el lugar donde está produciendo una situación de peligro. Joy salió de su casa, vio un automóvil Mercedes Benz negro estacionado justo frente a la ventana del cuarto donde tuvo el primer síntoma. Había una persona muy bien vestida junto a él. Alto, rubio y con una mirada penetrante. El rostro se grabó en su mente y cuando levantó su teléfono para tomarle una foto, el hombre entró al vehículo y partió. Llegó a tomar una foto del vehículo y reportó su patente.
El hecho ocurrió en 2020, a comienzos de la pandemia. Tres años después, alguien le mostró una foto de Averyanov. Se lo congeló la sangre. Era el hombre que había visto en la puerta de su casa de Tbilisi el día en que se produjo el incidente.
Albert Averyanov, además, no es un espía ruso como otros: es hijo del comandante y fundador de la Unidad 29155, el general Andrei Averyanov, de 56 años, que ahora es el poderoso director adjunto del GRU, encargado de dirigir la política exterior del Kremlin en África. Se cree que Averyanov (padre) planificó el envenenamiento del ex espía ruso Serguei Skripal en el Reino Unido y estuvo involucrado en la muerte de Yevgeny Prigozhin en un sospechoso accidente aéreo.
Su hijo Albert, quien está teniendo una carrera meteórica en el GRU, se cree que fue entrenado desde pequeño para seguir las huellas del padre. Cuando ocurrió el episodio en Tiblisi tenía apenas 23 años.
No fue el único agente ruso identificado por un testigo.
Contrariamente a la información que se ha hecho pública sobre el Síndrome de La Habana -que comenzó en la capital cubana en 2016-, probablemente hubo ataques dos años antes en Fráncfort (Alemania), cuando un empleado del gobierno estadounidense destinado en el consulado de esa ciudad quedó inconsciente por algo parecido a un fuerte rayo de energía. A la víctima se le diagnosticó posteriormente una lesión cerebral traumática, y también fue capaz de identificar a un operativo de la Unidad 29155 con base en Ginebra.
Agentes expertos en Rusia como blanco
Otro elemento que alimenta las sospechas de un involucramiento ruso en los ataques es que la misteriosa dolencia médica ha afectado hasta la fecha a más de un centenar de espías y diplomáticos estadounidenses, así como a varios funcionarios canadienses. Muchos de ellos son especialistas experimentados en Rusia y dominan el idioma; otros tienen experiencia en diferentes campos, como Oriente Medio o América Latina, pero fueron asignados tras la anexión rusa de Crimea a funciones delicadas del gobierno estadounidense destinadas a contrarrestar la agresión rusa y las operaciones de inteligencia en Europa y América del Norte.
Las víctimas del Síndrome de la Habana han reportado una serie de síntomas que incluyeron dolores de cabeza crónicos, vértigo, tinnitus, insomnio y náuseas, atribuidos a exposiciones a estas armas de energía dirigida.
Entre las víctimas más recientes se encuentra una agente del FBI especializada en contraespionaje, identificada por 60 Minutos como Carrie para proteger su identidad debido a que sigue en servicio. Carrie experimentó un ataque agudo mientras se encontraba en su casa en Florida en 2021.
Según describió, fue golpeada por una fuerza paralizante que provocó un dolor intenso y agudo en su oído derecho, “como si un dentista estuviese perforando, pero multiplicado por diez”. Este episodio no solo la desorientó físicamente, sino que también tuvo consecuencias a largo plazo en su salud, manifestándose en síntomas comparables a los de un Alzheimer temprano, afectando tanto su memoria a corto como a largo plazo y su capacidad para realizar múltiples tareas al mismo tiempo.
Otro testimonio preocupante proviene de Olivia Troye, ex asesora de seguridad del vicepresidente Mike Pence, quien relató haber sido afectada por un ataque similar al de Carrie, pero esta vez en las inmediaciones de la Casa Blanca en 2022. Troye describió una sensación perforante y vertiginosa en el lado derecho de su cabeza.
Además, se destaca el caso de un hombre, cuya identidad y agencia no han sido revelados, quien ahora se encuentra médicamente jubilado después de haber sido uno de los primeros casos públicamente conocidos de este síndrome en Cuba. Este individuo ha enfrentado secuelas severas, incluyendo la pérdida de la visión en un ojo y problemas de equilibrio.
La controversia rodea estos incidentes desde su primer reconocimiento público en 2017 entre el personal estadounidense en la Embajada de La Habana, con argumentos variando desde enfermedades psicógenas masivas hasta ataques deliberados por agentes extranjeros, particularmente Rusia, dada su influencia y capacidades tecnológicas la zona.
Sin embargo, un informe de la Oficina del Director de Inteligencia Nacional (ODNI) en marzo de 2023 ha calificado como “muy poco probable” la teoría de que los AHIs fueran causados por un adversario extranjero, causando consternación entre las víctimas por la falta de reconocimiento del origen de sus lesiones.
Esta conclusión contrasta con las evidencias recolectadas por The Insider y sus asociados, las cuales desafían la valoración de la ODNI y sugieren una posible negligencia o encubrimiento de los hechos por parte de la comunidad de inteligencia de EE.UU.
Greg Edgreen, un teniente coronel recientemente retirado del Ejército que dirigió una investigación para la Agencia de Inteligencia de Defensa desde 2021 hasta 2023, expresó en una entrevista con “60 Minutos”: “Mi opinión personal es que sí estamos siendo atacados”. Al ser cuestionado sobre el posible agresor, Edgreen no dudó en señalar a Rusia como responsable.