ATLÉTICO 3 - GIRONA 1/ Griezmann para remontar y soñar

El Atleti le da la vuelta a un partido que el Girona comenzó con baile y gol de Dovbyk en el 4′. El francés empató de penalti e hizo el 3-1 que cerró. También marcó Correa.

Patricia Cazón
As
Atleeeti. Ahí está toda esa gente con la voz en un grito. Que el partido se ha terminado y sin embargo no se ha ido. Ahí sigue, toda. De pie, incombustible, como si con la voz se pudiera sanar el cansancio, se pudiera llenar el saco del ácido láctico ante lo que está por venir. Como si esos Atleeeti que brotan de la grada del Metropolitano pudieran llenar los pulmones y los músculos para sorberse a gotas, ante el Muro Amarillo y la vuelta de los cuartos en Dortmund de la Champions que viene. Un Atleeeti que era ánimo pero también aplauso ante lo acontecido en este mediodía en Madrid. Para llenar la maleta de Alemania y aligerarla de lo que en Liga preocupa, o preocupaba, esa plaza Champions en la se ahínca el pie. Atleeeti tras una remontada ante el Girona, rival tanto, la primera a los de Míchel esta Liga, que había comenzado y terminado en ese francés que se había quitado ya la bolsa de hielo que cubre su pie derecho tras cada partido desde el esguince en febrero. Ahí estaba, respirando y guardando ese Atleeti. Agarrado a su bota se puede soñar. Grizi para todo. Hasta el goal-average le quitaba al Girona, por si acaso. Un Girona que terminó muy lejos del que se había presentado acogotando en el Metropolitano.

La apuesta de Míchel por Solís para contener, con Yan Couto para hacerse un 2x1 con Eric García en defensa, desarboló a un Simeone que volvía al 4-4-2 y repartía descanso a medias. Sí para Giménez, Witsel, Llorente y Morata. No para Koke y Grizi en un once al que regresaban Hermoso y Reinildo y permanecía Nahuel. Por ahí mandó rascar Míchel en el mediodía de sol de verano en Madrid. El argentino es un túnel hacia Oblak marcado con un cartel gigante que dice: “Por aquí”. Y por ahí fue el Girona a lomos de Savinho.

Amarró el brasileño un balón y cabalgó por su banda sin oposición. Al llegar al área encontró a Yangel, que abrió para Yan Couto. Éste levantó la cabeza y en el segundo palo intuyó a Dovbyk. Gol. Todos los futbolistas de Míchel habían recibido solos, como si jugaran sin rival. El Atleti, al menos, no lo era. Cinco minutos después, Blind acarició el 2-0 de volea mientras el Cholo empezaba a perder la voz y los nervios.

Su equipo debía desgastarse si quería comparecer. Entonces no hacía ni cosquillas a un Girona bien plantado. Su precipitación era todo pases al rival. Los nervios, ataques sin ton. La pelota siempre de un Girona cuyos futbolistas parecían jugar con imán. Siempre se hacían con todas. Muy atrás, incrustado casi a los pies de Gazzaniga, en cuanto robaba una, o el Atleti se la regalaba más bien, salían en estampida.

MADRID, 13/04/2024.-Los jugadores del Atlético de Madrid saludan a la afición tras el partido de la jornada 31 de LaLiga EA Sports entre el Atlético de Madrid y el Girona, este sábado en el estadio Cívitas Metropolitano en Madrid.-EFE/ Rodrigo Jiménez
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MADRID, 13/04/2024.-Los jugadores del Atlético de Madrid saludan a la afición tras el partido de la jornada 31 de LaLiga EA Sports entre el Atlético de Madrid y el Girona, este sábado en el estadio Cívitas Metropolitano en Madrid.-EFE/ Rodrigo Jiménez Rodrigo JimenezEFE

Simeone regresaba al 5-3-2 en el 20′ para alzar un espejo ante Míchel y comenzar a jugar, catar cuero al menos. Pero es que su equipo seguía en su modo vulgar, porque eso no lo marca el dibujo sino la intensidad. Entre el cansancio de algunos y la nula presencia de aquellos a los que la rojiblanca les ha empezado a quedar grande, solo un milagro podía reenganchar al Atleti a este partido que era un rondo del Girona. Un milagro como ese en el 34′. Falta lateral del Atleti botada al área, Hermoso que salta a cabecear y Miguel que despeja con la mano. Penalti.

Griezmann lo lanzó raso pegado al palo. Gazzaniga adivinó pero no detuvo. 1-1. En la jugada siguiente Miguel estuvo a punto de cometer su segundo penalti en menos de un minuto por una entrada por detrás a Correa, que exageró demasiado la caída. En el área contraria, Savinho caía al chocar con Reinildo en claro penalti, aunque no se pitó, Saúl sentía dolor en su tobillo: la entrada de Morata terminó de decantar un partido que, desde el gol del Atleti, era bronco, parado, con más ruido que fútbol. Un Morata que le puso en la cabeza a Correa el 2-1. Era una pelota que se iba, perdida. Una pelota por la que luchó, salvó y protegió con una ruleta para enviar de rosca al segundo palo, donde apareció el argentino. Amarrado a su coraje y lucha el Atleti ya nunca más fue vulgar.

Jugó con ambición y a presionar tras el descanso. Y con Witsel. El Girona, a un mundo de aquel que había bailado bajo el sol de mediodía, primero salió tarde y después, enseguida, acabó de hincar rodilla. Solís defendió una pelota entregándose a Grizi que se puso el pincel en su pie derecho, el del esguince, el menos bueno, para enviar de volea a la red, con topetazo en el larguero. Celebró el francés con su Macarena, aaayyy, antes de irse al banco. El hielo se deshacía alrededor de su tobillo mientras Oblak paraba cualquier intento del Girona y Simeone probaba, quizá para Alemania, a Azpilicueta en el carril zurdo. El martes debe estar listo para la batalla. El mejor jugador del mundo que luego se llenaba mucho los pulmones de ese Atleeeti para Dortmund. Junto a Morata.

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