Supercopa Argentina: el golazo de Aliendro le dio a River un título que no fue uno más para Demichelis
En una final muy disputada, el 2-1 llegó a los 47 minutos del segundo tiempo; el entrenador llegaba con cuestionamientos crecientes y el morbo de enfrentar a Enzo Pérez
Una evolución durante el mismo partido que a River le permitió revertir una desventaja, vencer 2-1 a Estudiantes y obtener la Supercopa Argentina, reservada para los campeones de la Liga Argentina y la Copa Argentina 2023.
Del River desconocido del primer tiempo a uno más auténtico en el segundo. Con la explosión final por la resolución, por el golazo a un ángulo a los 47 minutos de Rodrigo Aliendro, alguien que necesitaba un golpe de efecto tan significativo tras varios meses en un nivel discreto. Tercera Supercopa Argentina para River, tras las obtenidas ante Boca (2018) y Racing (2019), y tercer título para Demichelis (Liga Profesional y Trofeo de Campeones).
Sin haberla probado en partidos recientes, Demichelis retocó la formación para disputar una final. Se inclinó por un par de jugadores que sumaban pocos minutos y arrastraban una prolongada discontinuidad. Una maniobra arriesgada, con mucho de salto al vacío. Matías Kranevitter, que solo sumaba 30 minutos en tres cotejos entrando desde el banco, fue titular. Para Milton Casco fue su segundo cotejo en tres meses y medio. La inclusión de Sebastián Boselli llevó a armar una línea de tres zagueros, con Casco metido adentro, casi como un doble pivote en el medio campo, una función que hace varios meses había cumplido en un encuentro ante Tigre.
El nuevo esquema no tardó en crujir, se descompensó pronto. A los dos minutos, River ya estaba en desventaja. Edwin Cetré, en una zona que no cubrieron Casco ni Paulo Díaz, cruzó el centro para el cabezazo de Javier Correa, despegado de González Pírez y Boselli.
Lo más destacado de River 2 - Estudiantes 1
Mal arranque para que el renovado dibujo se acomode y tome confianza. Si pretendía sorprender a Estudiantes, conseguía exactamente lo contrario. Se metía en problemas sin certezas de que la nueva fórmula le ofreciera soluciones. “El gol nos afectó, nos puso imprecisos e impacientes”, reconoció Demichelis.
Como ante Independiente Rivadavia, River apostó por el tridente Solari-Borja-Colidio. El juego de River no fluyó en el primer tiempo, si bien tuvo un par de ocasiones para igualar, con un cabezazo de Paulo Díaz y un remate bajo de Borja, ambos neutralizados por un seguro Matías Mansilla. Fueron acciones aisladas, no respondían a movimientos coordinados. Poca asociación entre Barco, también ocupado en tapar a Enzo Pérez, y Nacho Fernández. Colidio necesitaba despegarse de la raya para hacer valer su gambeta y toque corto. Pero todo era muy entrecortado en River, sufría para encontrar espacios e hilvanar cuatro pases seguidos.
A Estudiantes le alcanzaba con ser organizado y agrupar las líneas. También mostró espíritu combativo para recuperar la pelota. Tiene gente de experiencia (Federico Fernández, Enzo Pérez, José Sosa) para evitar que se le vuelen los papeles. Santiago Ascacíbar va y viene, cuenta para defender y también para sacar la pelota hacia el campo rival. Y la dupla Cetré-Correa se mostraba filosa, agresiva.
River terminó el primer tiempo con una mueca de desencanto. No lo conformaban el resultado ni el rendimiento. Estudiantes había pegado rápido y tenía la guardia alta. Hacía su negocio sin pasar mayores sobresaltos.
El pizarrón inicial no le había respondido a Demichelis. Era inevitable que metiera mano. Lo sacó a González Pírez, inseguro y nervioso, y mandó a la cancha a Santiago Simon, en la ubicación de lateral derecho que el entrenador le inventó el año pasado. Boselli pasó de primer zaguero central.
Mejoró River en el arranque del segundo tiempo. La pelota le corrió mejor y fue un poco más profundo. Mansilla volvió a aparecer ante una definición de Colidio. Fue un envión al que le faltó un segundo empuje. River volvió a trabarse, mientras Estudiantes sumaba piernas frescas para no bajar la intensidad ni el despliegue.
Cuando algunos hinchas de River empezaron a cantar para que Demichelis pusiera a los pibes, Claudio Echeverri entró por el irregular Nacho Fernández. Y Villagra por Kranevitter, cuyo nivel no justificó la elección de Demichelis. Para tener más control en la zona media, y seguramente pensando en el inminente suplementario, Aliendro ingresó por Colidio
Los reflejos le siguieron respondiendo a Mansilla para tapar un zurdazo bajo de Echeverri. El arquero solo no pudo con lo imprevisto: Solari se perfiló para tirar un centro y la pelota se desvió en Romero: 1-1. Aun sin sus mejores luces, River había hecho méritos para el empate. Y ya se sentía con sensaciones positivas para intentar algo más y evitar el alargue. Lo tuvo en el gran zapatazo de Aliendro, festejado por Demichelis -de frío saludo con Enzo Pérez- como nunca antes. Ni en los dos títulos anteriores se lo vio tan eufórico. No era demagogia: el entrenador necesitaba este título más que sus jugadores