River ganaba 2-0, Talleres empató y casi gana

Olé

El plan venía funcionando bien, River se las ingeniaba para tener controlado a Talleres, pero apareció el cuco y la noche soñada pasó a ser casi una pesadilla. Porque el cabezazo de Ramón Sosa, hasta ese momento bien controlado por Sebastián Boselli, derrumbó los cimientos que había construido el equipo de Martín Demichelis y del 2-0 pasó a un 2-2 que puede analizarse desde dos perspectivas:-es sabor a poco y sinónimo de bronca por no haber podido sostener a la ventaja y a la vez no deja de ser un punto valioso ante Talleres porque terminó pidiendo la hora -se lo perdió Martínez a los 94’- y por el hecho de que al menos se mantuvo en el top 4 de la Copa de la Liga Profesional por diferencia de gol.


El blooper de Herrera que le permitió a Solari abrir el marcador desde el vestuario (pidió disculpas por su paso por las Inferiores del CAT) y el cabezazo de Borja -solo en el área chica tras una mala marca de la T en un corner- invitaban a pensar que River podía cortar la racha de tres empates al hilo e imponerse ante un rival que siempre lo complica.

Porque al menos de arranque los retoques de Micho dieron resultado: Boselli, de buen antecedente con Campaz, fue el lateral derecho por sobre Herrera y Sant’Anna para batallar cara a cara con el picante Ramón Sosa. Rodrigo Aliendro fue el complemento ideal para elevar el nivel de Villagra como patrón del medio, Barco y Nacho Fernández se encargaron de la creación y la presencia de Solari y Borja le dieron poder ofensivo en unos primeros 45’ favorables.

El propio Colibrí estrelló un remate en el palo al igual que Villagra; Aliendro, Barco y Solari armaron un jugadón que no fue gol del Pibe por centímetros, pero el flojo retroceso fue un pequeño llamado de atención de lo que sucedió en la segunda parte. Sosa se escapó en dos contragolpes, Armani le sacó un golazo a Botta con las huellas dactilares de su palma izquierda y Girotti definió mal sin poder aplicar la ley del ex en la única clara que tuvo.

Por jerarquía y contundencia, la visita se fue en ventaja, pero tras el descanso apareció Botta en su máximo esplendor y con una pincelada digna de su calidad le puso en la cabeza el gol a Sosa que provocó que la imagen de River cambiara rotundamente. Encima, lo bueno que hizo MD con el 11 inicial se opacó con una línea de cinco endeble que armó con la salida de Villagra (con molestias musculares) y la inclusión de Herrera, otra vez de mal ingreso y sin aportar tanto en defensa como en ataque.

El bombazo de Portilla que empató el encuentro fue otra inyección de poder para el local, que se fue como una tromba al arco de Armani y destapó aún más las falencias defensivas de un River que terminó siendo superado ampliamente en todas las líneas, más allá de que el criterio de Kranevitter y ingreso del Diablito Echeverri aportaron insinuaciones en ataque.

La situación que despilfarró Martínez en la última le permitió a River no irse con las manos vacías del Kempes y sostener el invicto en el 2024, aunque los cuatro puntos de los últimos 12 suenan a muy poco y el bajón abrupto es un signo de preocupación pensando en lo que viene...


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