NBA | MAVS 107 - 105 NUGGETS / Kyrie emerge en la agonía
Un gancho con la izquierda del base decide un partido que los Mavericks merecieron ganar. El campeón se queda a medias y Doncic le gana la partida a Jokic.
El partido se lo merecieron ganar los Mavericks, que insistieron más, fueron más tiempo por delante y jugaron mejor que su rival, quizá acuciados por la necesidad o por el duelo balcánico que Doncic tenía con Nikola Jokic. El esloveno ganó la partida: 37 puntos, 9 rebotes y 3 asistencias por el 16+11+7 del serbio, muy bien defendido por las ayudas constantes de una zona en la que rebosó una vida inopinada por no existir casi nunca, un denominador común que nunca se ha conseguido resolver en los despachos. Esta vez, Jason Kidd movió el banquillo mucho y bien, pasando sobre la defensa a Jokic hasta cuatro jugadores: PJ Washington (2 de 10 en tiros, pero 11 rebotes), Daniel Gafford (8+6), un Maxi Klebber que tuvo menos suerte (el que más sufrió, además de irse sin anotar en más de 20 minutos) y Dereck Lively, que contagió al equipo desde el banquillo con esa energía procedente de la precocidad, una inocencia que se transformó en solvencia y mucho poder vertical: 14 tantos (7 de 8 en tiros de campo) y 8 rebotes (4 de ellos ofensivos).
Los Mavs, que a menos de 5 minutos del final parecían controlar el partido (100-91) se vieron abocados a una conclusión taquicárdica, propia de un equipo que alterna momentos de brillantez con otros de dependencia máxima de Doncic. Pero que se fajó en defensa para dejar a los Nuggets en 10 puntos menos que su promedio de la temporada (de casi 115) y que suplió los malos minutos de Kleber o Tim Hardaway con mucho físico y la genialidad final de Kyrie, que acabó con 24 tantos, 7 rebotes, 9 asistencias y 3 robos. Las ayudas atrás (y un ligero sobrefuncionamiento) fue lo que llevó a los texanos a las finales de Conferencia en 2022, algo que se ha ido olvidando paulatinamente con las salidas de esos defensores de piernas inquebrantables y gran lanzamiento exterior (Dorian Finney-Smith, Reggie Bullock...), la imposibilidad de conseguir interiores lo suficientemente buenos como para cerrar el rebote y tener capacidad intimidatoria y, claro, la pérdida de Jalen Brunson, algo que ya no merece la pena discutir pero de lo que se acordaran mucho.
Más allá de eso, lo bueno es que los Mavs recordaron a lo que entonces fueron. Y que aprovechan la derrota de los Suns para acceder al séptimo puesto, empatados con los Kings, sextos. Encima, en un momento del calendario en el que se enfrentan a los Spurs y a los Jazz por partida doble, rivales teóricamente accesibles (con este equipo, nunca se sabe) antes de verse las caras... ante los Kings. Precisamente. Ahí se verán muchas cosas con menos de un mes para el final de la regular season. Hasta entonces, se pueden quedar con que han dejado a Jamal Murray en 7 de 20 en tiros (23 tantos, muy revoltoso al final) y que han apabullado en el rebote a sus rivales (59 a 37). Con eso, y con que tienen a un ser celestial llamado Kyrie que puede hacer un truco de magia increíble en un momento concreto y que tiene más calidad en la uña del dedo meñique de su pie izquierdo que el resto de la NBA toda junta. Ya se sabe: no es sólo el hombre que destruye proyectos con un comportamiento errático, decisiones cuestionables y desapariciones que nadie puede explicar. También es Kyrie Irving. Para bien y para mal. En este caso, ya se sabe. El resto, ya lo veremos.