Murió a los 78 años Paul Alexander, el hombre que vivía en un pulmón de acero
Contrajo la polio de niño y utilizó el aparato durante siete décadas para sobrevivir. No obstante, fue a la universidad, se convirtió en abogado y publicó varios libros. Su historia inspiró a millones de personas en todo el mundo
Alexander, originario de Dallas (Texas), contrajo la poliomielitis a los seis años y quedó paralizado del cuello para abajo de por vida. Fue en 1952, uno de los peores años para la enfermedad en Estados Unidos, con 58 mil niños infectados.
Incapaz de respirar por sí mismo, Paul dependió desde entonces de una máquina para sobrevivir. La utilizó durante más de siete décadas, incluso cuando aparecieron nuevas tecnologías. En la actualidad era una de las últimas personas en el mundo que aún utilizaba un pulmón de acero para respirar.
“No dejar que la polio me derrotara, sino yo derrotar a la polio”
Alexander dijo que a lo largo de su vida siempre buscó “no dejar que la polio me derrotara, sino yo derrotar a la polio”.
“Por eso siempre quise lograr las cosas que me decían que no podía lograr y alcanzar los sueños que soñaba”, dijo en un reportaje publicado en 2021. Esos sueños, explicó, eran estudiar, viajar en avión, vivir de forma independiente, rezar en la iglesia, visitar el océano y enamorarse.
A los 21 años, se convirtió en la primera persona en graduarse en un instituto de Dallas sin haber asistido nunca a clase en persona. Luego, intentó ingresar a la universidad. Pero fue rechazado debido a su discapacidad.
Sin embargo, su tenacidad e insistencia hicieron que la Universidad Metodista del Sur le otorgara una beca y lograra en 1984 graduarse como Doctor en Derecho de la Universidad de Texas en Austin. “Por fin ocurrió algo bueno, quería ser abogado desde hacía mucho tiempo”, dijo. “Y también fui uno muy bueno”.
Como abogado litigante, Alexander representó a clientes ante los tribunales con un traje de tres piezas y una silla de ruedas modificada que mantenía erguido su cuerpo paralizado. También organizó una sentada por los derechos de los discapacitados.
En la universidad conoció a Claire, con la que más tarde se comprometió. Más adelante, Alexander entabló una estrecha relación con Kathy Gaines, que se convirtió en su cuidadora, o “brazos y piernas”, según sus propias palabras. Gaines empezó a ayudarlo cuando Alexander se licenció en Derecho, y le ha apoyado durante más de tres décadas. Según Alexander, los dos “crecieron juntos”, ya que Gaines es legalmente ciega a causa de una diabetes de tipo 1.
En 2020, Alexander publicó sus propias memorias, tituladas “Tres minutos para un perro: Mi vida en un pulmón de acero”. Tardó cinco años en hacerlo, escribiendo él mismo cada palabra con un bolígrafo sujeto a un palo que sostenía con la boca.
Paul sobrevivió a sus padres, a su hermano e incluso a su pulmón de acero original, que empezó a perder aire en 2015, pero fue reparado por un mecánico, Brady Richards, a raíz de un vídeo de YouTube en el que Paul suplicaba ayuda. A pesar de la disponibilidad de respiradores más modernos, Paul decidió seguir utilizando la máquina de pulmón de acero porque, según decía, estaba acostumbrado a ella.
En los últimos años, Alexander se encontraba confinado en la máquina las 24 horas. “Hago lo mismo que todo el mundo. Me despierto, me lavo la cara, me cepillo los dientes, me afeito, desayuno... Solo necesito un poco más de ayuda para hacerlo”, decía en el reportaje, publicado cuando tenía 75 años.
En los últimos años también expresó su temor de que, debido al crecimiento del movimiento antivacunas en varios países, enfermedades como la que él padeció se volvieran a difundir.
En 1979, Estados Unidos fue declarado libre de poliomielitis, una enfermedad vírica infecciosa que afecta a la función respiratoria del sistema nervioso central y puede causar debilidad muscular y parálisis. Se ha erradicado en gran medida en todo el mundo tras el uso generalizado de la vacuna, descubierta apenas unos meses después de la infección de Alexander. En la actualidad, la enfermedad sigue siendo endémica sólo en Nigeria, Pakistán y Afganistán.