La última revolución del fútbol: en la Premier League se juega con una idea que Bilardo probó con éxito en México ‘86
Un cambio táctico que se observa en el fútbol inglés invita a mirar atrás
No logra consagrarse con el seleccionado mayor, aunque en las divisiones menores (Sub 20, Sub 17), dio vueltas olímpicas no tan lejanas. Su poderío, de todos, modos, se exhibe en la competencia doméstica y con el aporte de los extranjeros. Ahora, siglos después de su invención, se les ocurrió una idea revolucionaria. Una táctica moderna, como en su tiempo lo fue el “doble 5” o, en todo caso, más acá en el tiempo, “el falso 9″. El que tantas veces disfrazó Lionel Messi.
El término, desde ya, es un hallazgo: “el 8 y medio”. Ya lo empiezan a identificar los especialistas, periodistas, entrenadores, jugadores y hasta hinchas. Se trata de un número 9 (no tan clásico, nada del hombre que vive en el área, de Martín Palermo a Erling Haaland), que debe ocuparse de otros asuntos, como “volantear”. Bajar unos metros y crear. El 8, en realidad, es un símbolo: puede bajar hacia la derecha o hacia la izquierda o navegar por el centro, como si fuera un enganche. Debe ocuparse de la fantasía (la marca, llegado el caso) y acabar la faena en el área.
El ejemplo ideal que encontró la prensa especializada británica es Julián Alvarez, el crack de Manchester City, decisivo campeón del mundo en Qatar. Hay que reconocer el ojo clínico de Marcelo Gallardo cuando el cordobés tenía 18 años y se presentaba en River: muchas veces arrancaba como clásico (falso, en realidad), número 8, un volante por el sector derecho. A Álvarez le agrada ese rubro: baja, sube, presiona, se siente cómodo en la creación y, desde ya, en la definición.
The Athletic, un medio prestigioso, lo define como un “puesto híbrido”. Así como cita a Julián en el City, suma a Cody Gakpo, de Liverpool y Kai Havertz, de Arsenal. Pero hay muchos más, en la Premier League y en el mundo. Una primera lectura: los tres equipos suelen jugar con un 4-3-3 elástico, sin posiciones fijas. Describe el medio a Julián: “Ganó el Mundial hace poco más de un año jugando como número 9, y al mismo tiempo superó en trabajo defensivo a Lionel Messi, que jugaba como número 10. Eso convenció a Guardiola de que podía jugar junto con Erling Haaland”.
“Julián Álvarez es el número 9 de Argentina, pero cada vez más un número 8 del Manchester City. La proporción de sus minutos en cada posición es interesante: jugó principalmente como número 10 en un 4-2-3-1, pero eso solo fue posible cuando Kevin De Bruyne estuvo lesionado. Por lo demás, actuó más o menos igual en la delantera y en el mediocampo central.”
Se refiere a tiempo neto sobre el campo de juego. Y así es: más allá de si es titular o suplente (con Pep Guardiola, que lo adora, nunca se sabe), el crack cordobés está jugando como una suerte de generador de juego por todo el frente de ataque. No es un enganche, pero es el que se asocia con todos. Va por la izquierda más que por la derecha. Si juega Bernardo Silva, se corre más a la izquierda. Si actúa con Jack Grealish, va más a la derecha.
Insiste el periódico digital, en otro tramo de la interesante nota: “En parte es versatilidad. Aunque en realidad se trata más de universalidad: la descripción del trabajo de un número 8 y un número 9 ya no está tan separada como lo estaba hace cinco años. Se trata de presionar, enlazar el juego y aportar entre 10 y 15 goles por temporada. El cambio hacia equipos que forman un ataque de cinco hombres en la fase de posesión significa que ese tipo de jugadores se ubican más juntos que antes. También se trata de la ausencia del puesto del número 10 en la mayoría de los mejores equipos”.
“Durante décadas se ha hablado de la ‘muerte del número 10′, que oscila entre la muerte del espíritu del número 10, que tradicionalmente estaba libre de responsabilidades defensivas...”. Ese es otro buen punto: los grandes equipos del mundo no juegan más con un enganche clásico, pero... (atención) reúnen, al menos, dos o tres titulares con características de aquel viejo y querido estilo que inmortalizaron Juan Román Riquelme o Pablo Aimar. El City, por ejemplo, en el reciente triunfo por 3-1 sobre el United: Kevin De Bruyne, Phil Foden y Bernardo Silva, diez años atrás, habrían sido clásicos enlaces, sin ninguna otra carga táctica.
Guardiola explica cuál es la función Álvarez, exactamente. “Puede jugar como delantero centro o detrás de él. En posiciones centrales, cerca del área. Puede jugar ahí por su intensidad, por su alta presión. Además, cada vez se mueve mejor en las bandas. Normalmente es un nueve, pero puede jugar como segundo delantero detrás de Erling (Haaland). En la Argentina, con Messi puede jugar más arriba, junto a Lautaro (Martínez). En posiciones centrales, se está adaptando realmente bien”, analiza. Exactamente, se trata del flamante... 8 y medio.
Seguramente, a lo largo de la historia hubo casos de este estilo a montones. Lo que ocurre ahora, en Inglaterra, es que puede crearse una expansión inmediata en el mundo, porque Guardiola, Klopp y Arteta (el DT de Arsenal) son seguidos por millones y de modo inmediato. Redes, tecnología.
Algunos años atrás, Gustavo Alfaro intentó algo parecido con Franco Soldano en un Boca-River. Pero en modo conservador. Lechuga se defendió tiempo después: “¿Sabés la cantidad de partidos que te puedo mostrar que Boca se defendió en la cancha de River y River se defendió en la cancha de Boca? Es fácil. Yo te encasillo. Jugó de 8, Soldano. Te puedo mostrar el mapa de calor de Soldano y no lo vas a ver nunca como 8 y sí como 7. Lo vas a ver siempre en una posición de extremo por derecha. El periodismo lo marcó. Son formadores de opinión y contra eso no puedo pelear. Antes de hacerlo lo hablé con el jugador. En Grecia venía jugando ahí. Era la oportunidad de mostrarle a River que Boca estaba de pie”.
Patón Bauza, con Lucas Alario en un triunfo de la Argentina sobre Uruguay por 1-0, hizo algo parecido. El atacante ingresó por Lucas Pratto para sostener el resultado, por la expulsión de Paulo Dybala. Y jugó de 8, en su debut de selección. “¿Y cuál es el problema?”, se preguntó, con la irreverencia de siempre, el Patón.
Ahora, ¿es una creación inglesa o ya está todo inventado en el fútbol? Aquí, entonces, se agiganta la leyenda de Carlos Bilardo, un auténtico adelantado a la época. Tal vez, el caso más emblemático de la historia es la posición de Jorge Valdano en México ´86. El Narigón lo hizo volantear durante todo el Mundial.
El gol en la final frente a Alemania es una muestra irrefutable. ¿Cómo olvidarlo?
Nery Pumpido captura el balón y lanza una bola lisa, con la mano, hacia el sector derecho, en la clásica posición de número 4. La Argentina resuelve bien un tiro libre de Alemania y recupera la posesión, con Valdano, de 4 a 8, cabeza levantada. Se cita con Diego Maradona, la pelota deriva en el Negro Enrique y, en el mientras tanto, vuelve a su posición natural, como atacante neto, más tirado a la izquierda, a pura velocidad. Define como define un fuera de serie. Es el 2-0.
En realidad, el delantero de Las Parejas bajaba por los dos carriles, por donde pidiera la jugada. Cuando estuvo como invitado en un programa de ESPN, se refirió a una respuesta salomónica que dio justamente en 1986, sobre cómo se sentía con el pizarrón de Bilardo: “Sin demasiados traumas, creo que el equipo en ese momento está respondiendo a un esquema muy ordenado y yo me he adaptado con cierta facilidad a la exigencia del entrenador, que por otra parte no son tantas conmigo, son exigencias más o menos generales”, expresó.
Y fue más allá: “Yo estoy tan habituado a un fútbol tan caracterizado por la disciplina táctica que adaptarme a este esquema no ha generado ningún conflicto”. Más tarde, en el piso, rodeado de periodistas, Valdano se defendió: “Había que contestar sin ofender a nadie...”. Mucho antes de Lionel Scaloni, decía, al pasar: “Yo era un menottista en el reino de Bilardo”. Tiempos de grietas irredentas entre las corrientes de dos técnicos históricos.
Un “8 y medio” adelantado a su tiempo. Y sólo por un Mundial. Aunque ni él lo sabía.