Independiente hizo lo que debía: le ganó a Laferrere, tomó aire y avanzó en la Copa Argentina
El equipo dirigido por Tevez venció por 3-0 y encontró calma, en medio de un momento difícil
La tarde en la Fortaleza de presentaba algo más que un examen con obligación de ser aprobado por Independiente. Su rival juega en la B Metropolitana, pero la presión no pasaba sólo por las dos categorías de diferencia. El equipo de Tevez, que tanto ruido hizo en los últimos días por los fallos arbitrales en contra, tenía que sacar adelante un partido incómodo, con resultados recientes que le hicieron perder fuerza.
Independiente no tenía grises dentro de lo que significaba el debut en el torneo más federal del país. Porque le urgía salir con un resultado positivo del tiempo y enojo que le dedicó, en gran medida, a Pablo Dóvalo y su escandaloso arbitraje en el empate ante Barracas Central y, en menor medida, a la polémica jugada con la que el juez Nazareno Arasa también les negó un penal en la paridad con River. Un cúmulo de impotencia que lo fue corriendo de la competitividad: la última caída impensada ante Deportivo Riestra (0-1) lo sacó del cuarteto que se clasificarían a los cuartos de final del torneo. Está corriendo de atrás y no puede fallar en las últimas tres fechas.
Entonces, despejar la mente, centrarse nuevamente en el fútbol y tomar aire y confianza eran la prioridad de este viernes al enfrentar a un adversario con muchas menos herramientas: la eliminación podía ser el golpe de gracia y que el caos puertas adentro fuera más grande podría generar, incluso, que “La Noche del Rey”, la fiesta dedicada por los 120 años del club, no se disfrutara del todo durante este sábado en el estadio Ricardo Bochini.
Respiró. Costó, es cierto. Tardó 40 minutos en encontrar la red del equipo “Verde”. Situaciones le sobraron durante todo el encuentro, también el dominio de la pelota. Incluso, Hernán Mastrángelo le pudo haber sancionado a favor algún penal más de los dos que le cobró en el segundo tiempo: hubo tres o cuatro (o más) agarrones en los que el árbitro optó por dejar seguir.
Muy grande le quedó el duelo al conjunto de La Matanza. Pudo ocasionar algunos sustitos en el tramo que duró el empate sin goles: Gaspar Iñíguez, aquel volante central surgido en Argentinos en la pasada década, remató de media distancia dos veces, con peligro. Poco más para el equipo del ascenso.
Mientras Rodrigo Rey fue casi un espectador, Carlos Morel fue la figura entre los dirigidos por Guillermo Szeszurak. Atajadas por acá y por allá. Gabriel Ávalos mantiene sus jornadas sin goles, incluso en una tarde accesible: definiendo colocado o con un potente cabezazo, siempre aparecía el arquero de Laferrere. Hasta que no pudo hacer nada contra la figura del encuentro: desde la puerta del área, Luna cruzó la pelota de forma rasante y fuerte al gol.
Independiente se soltó. Salió a disputar el complemento más tranquilo. Y lo jugó permanentemente en el territorio ajeno. Desgastó de manera lógica a su rival, que encima se quedó con diez hombres a los 16 minutos por la doble amonestación que se ganó Fernando Ortiz al agarrar a Mancuello cuando éste se disponía a definir en el área chica. El zurdo cambió el penal por gol al cruzar su definición. Incluso, Mastrángelo pudo haber expulsado a algunos jugadores más de Laferrere.
Luna desequilibró los 90 minutos y hasta participó en esa jugada que terminó en el punto penal, pero la orquesta no dependió sólo de él: el joven Javier Ruiz estuvo a su altura, a pura gambeta, vértigo, velocidad y cabeza levantada. Aunque pudo ser más grande, terminó siendo goleada por el penal que le cometieron a Ignacio Maestro Puch y convirtió Quiñónez, a los 31: el grupo deseaba que el ecuatoriano convirtiera su primer gol en Independiente y lo festejaron con efusividad.
Independiente se reencontró con la confianza y la tranquilidad. Deberá sostenerlo cuando se reanude el torneo y deba enfrentar a Atlético Tucumán con una cabeza más limpia.