El Barça pone el baile y João Félix, la cornada al Atleti

Xavi arrebata la segunda plaza de la Liga al Girona con un partido en el Metropolitano que comenzó a decidir con un gol del portugués. Lewandowski le asistió, después marcaría. Fermín hizo el 0-3. El Atleti comenzó con ímpetu pero nada más. Roja a Nahuel.

Patricia Cazón
As
Nadie como un ex sabe mejor dónde atacar. El punto débil, el talón de Aquiles, el lugar donde un golpe duele y tumba. Es ley de vida y fútbol. Y ayer Xavi volvió a utilizarla para caer sobre la cabeza del Cholo con peso de plomo, como en Montjuïc, en un baile de fútbol que comenzó con traspié: a cinco minutos del inicio Christensen se lesionaba y Fermín se despojaba del chándal par ingresar en el once. Sergi Roberto ocuparía la demarcación del danés para jugar en paralelo de Gündogan. Lamine tenía descanso de inicio y Cubarsí y Fort, en su primera vez en el Metropolitano, eran titulares. En ese momento ya habían pitado a João. Pitos de punta. Pitos muy altos. Pitos como nunca antes se habían escuchado en los siete años de Metropolitano. Seguirían cada vez que el portugués rozaba un balón. Al principio, por cierto, fueron escasos. Hasta el nueve ninguno. Hasta el nueve, de João solo paseos.

El Atleti salía sin Koke, sin Griezmann, con Reinildo de vuelta y la izquierda con Lino y Riquelme, el segundo por delante. Simeone salió persiguiendo la plaza Champions que el día anterior le había arrebatado el Athletic. Vertical, agudo y con presión muy alta, como si no hubiese jugado en miércoles. Una superioridad que no subió al marcador en los primeros minutos porque Morata vive en un permanente fuera de juego, y cuando Araujo le hizo un penalti, nada más comenzar el partido, también, y el disparo de Barrios desde la frontal, después de que De Paul le robara balón y cartera a Sergi Roberto, se fue fuera un dedo. En ese momento, todo era un monólogo rojiblanco, como si Simeone y Xavi hubieran intercambiado pizarras, estilos. El primero, mordiendo. El segundo, atragantado. Su centro del campo, aquello que era apellido Can Barça, no existía, todo un juego planicie. Ni robaba ni defendía ni jugaba una pelota vertical. Mucho menos daba tres pases seguidos. Como lo del Nápoles hubiese sido espejismo, la luz del día a día volvía a posarse frontal y directa sobre todas sus carencias. Lewandowski la pedía al pie, João la pedía al pie. Como si Xavi en su tiempo de banquillo hubiese olvidado que al verdadero fútbol se juega sin la pelota, con los espacios. Pero de los suyos solo Fermín buscaba desmarques.

La realidad, mientras, caía sobre el Atleti como la noche aunque pitos siguieran sin apenas escucharse: ninguno de sus robos de pelota llevaba peligro real. Los minutos fueron arrancando su resuello y el Barça fue ganando metros. En el 35, Rapinhna se presentaba ante Oblak con una primera ocasión fácil que quedaba colgada de su madera como un candil. El camino quedaba marcado. La segunda vez que el Barça se presentó allí, Fermín escoró demasiado su disparo. La palanca Masía, la única que de verdad salva año a año al Barcelona, había tomado mandos. Cubarsí, que no tiene edad para votar, tomar cerveza o sacarse el carné, se unió a Fermín para conducir al Barça hacia la victoria mientras los pitos volverían a escucharse altos, muy altos, en el Metropolitano. Recuperó el chaval ante Morata, Gündogan recortó y bailó para buscar a Lewandowski, quien la puso atrás para que João tocara su cuarto balón en la noche. Gol. El descanso llegó sin Xavi, expulsado en un minuto con dos amarillas, con Koundé jugándose la roja con un manotazo a Riquelme y una última volea de Morata que fue como el Atleti en la primera parte. Un sí pero no.

Ni medio instante de la segunda parte esperó Simeone para introducir a Griezmann, el único de sus futbolistas capaces de cambiar la temperatura de las cosas con su mera presencia. Y este partido daba frío al mirar la clasificación: el Atleti quinto, fuera de esas cuatro plazas que para el club son la vida. A su lado iba otro ex, Memphis, a ver si al Cholo le salía como a Xavi. Dos minutos después Lewandoski caía sobre su cabeza, como si ese Atleti en la tarde jugara en casa pero fuese el de fuera. Desorneado y desnortado. De Paul ayudó: regaló un balón en una salida para que Rapinhna le pusiera un lazo enviándoselo a Lewandowski de cuchara. A la media vuelta, el polaco disparó. Antes de tocar la red, el balón besó la madera. El Atleti acusó el golpe. Ter Stegen lo alargó con una doble parada: la primera, de balonmano, ante Llorente por bajo y la segunda ante un Memphis a bocajarro y en fuera de juego. Deambulaba, como cogido por ese mal que atora los músculos rojiblancos cuando Simeone tiene a Xavi enfrente, como si se le hubiese olvidado jugar, cuando Fermín hacía de cabeza la sentencia. El Barcelona jugaría a placer, moviendo el cuerpo de un lado a otro con posesiones largas, sin que ninguna de las ocasiones de los del Cholo (Barrios, Memphis y Saúl) amenazaran de verdad a un Barcelona que se movía feliz en su nueva jornada de puertas abiertas que son todos los días ante el Atleti. Los de Xavi le quitan la plaza al Girona, son segundos. Y el Atleti afronta el parón con ese inmenso frío, estar fuera de Champions, y un viaje que normalmente da más. Vila-real. No estará Nahuel, que vio la roja en la última jugada.


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