Bolivia está cada vez más cerca de dejar de exportar gas y tener que comprarlo por una fuerte caída de la producción
El sector de hidrocarburos en el país sudamericano pasa por una de las etapas más difíciles. La fabricación pasó de 49,9 trillones de metros cúbicos al día en 2014 a 40 mm3d en 2022. Expertos sostienen que en poco tiempo deberá adquirirlo para abastecer su propia demanda
Esa reducción desplazó al sector de hidrocarburos de ser el primer rubro de las exportaciones al tercero, debajo de la minería y los productos no tradicionales.
En ese sentido, el presidente boliviano, Luis Arce, advirtió el año pasado que las reservas de gas “han ido cayendo hasta tocar fondo”, aunque no dio cifras sobre la situación de los yacimientos del hidrocarburo.
En agosto de 2018, la firma canadiense Sproule International Limited realizó el último reporte sobre las reservas bolivianas que alcanzaron 10,7 trillones de pies cúbicos (TCF) de reservas probadas de gas natural con una duración de 14,7 años. Sin embargo, informes oficiales establecen que ese año llegaron a los 8,95 TCF.
Situación crítica
El experto en hidrocarburos Hugo del Granado, dijo a EFE que Bolivia pasa por una “situación crítica” desde 2006 y que, de mantenerse la tendencia a la baja de las reservas, en 2029 el país “se vería en la necesidad de empezar a importar gas”.
El experto explicó que desde 2018, el país ha llegado a consumir “cerca de un TCF por año” y que si se toma como referencia la certificación de 2018, “las reservas a la fecha podrían estar por debajo de los 4 TCF”.
Por su parte, el exministro de Hidrocarburos Mauricio Medinaceli señaló en declaraciones a EFE que, de tomarse los datos existentes, el país en 2030 o 2031 “no tendría gas” para exportar ni para cubrir su demanda interna.
El Gobierno aplica desde hace algunos años el ‘Plan de Reactivación del Upstream (exploración y producción)’ que incluye 42 proyectos exploratorios en diversas regiones para incrementar la producción de hidrocarburos y que podría arrojar resultados positivos a partir del próximo año.
A esto se suman los proyectos para construir dos plantas de biodiésel en el oriente y occidente del país y otra de HVO (aceite vegetal hidrogenado, por su siglas en inglés) que, según la proyección oficial, servirá para sustituir el 59% de las importaciones de combustibles líquidos y reducir la subvención que este año alcanzará los 1.400 millones de dólares.
Medinaceli consideró que el repunte del sector de hidrocarburos en Bolivia es posible, pero “no en el corto plazo”, ya que esto podría demorar hasta 10 años si se toma en cuenta el tiempo de exploración y de ‘declaratoria de comercialidad’ de los nuevos yacimientos.
Mientras que Del Granado aseguró que gradualmente Bolivia “deja de ser un país exportador de dimensiones significativas y con producción decreciente” con cierta presencia internacional pero “sin ninguna trascendencia en el mercado”.