Boca reaccionó a tiempo con el poder del juego en un clásico electrizante y dejó muy complicado a Racing
En un duelo emotivo, el equipo de Diego Martínez dio vuelta el resultado y está más cerca de la clasificación
Lo ganó Boca porque fue el que más lo buscó; al menos desde la postura inicial. Martínez planificó un partido para tener la pelota el mayor tiempo posible. Paró un 4-3-1-2 con Cristian Medina en la posición de enlace y el juvenil Mauricio Benítez como único volante central. Ya sin el doble 9, el DT apostó por el juego interno de Medina con la idea de manejar la pelota en campo rival y armar juego a espaldas de los volantes de Racing. Sin embargo, Boca la tuvo poco y nada en la primera mitad. La estadística marcó que el Xeneize tuvo el 40% de posesión en la primera mitad (el 70%, detrás de la mediacancha). Racing la tuvo más, la hizo correr de un lado al otro y Medina, así, quedó alejado del circuito de juego. El primer gol de Boca, de hecho, provino de una pelota parada: centro al área de Jabes Saralegui, despeje al medio de Santiago Sosa y volea al ángulo de Lucas Blondel, que festejó con alma y vida.
Racing, en cambio, salió a plantar batalla en el medio; aprovechar el pie sensible de Quintero y el buen presente de sus puntas. También precisaba ganar, también necesitaba levantarse, también tenía la obligación de acercarse a la zona de clasificación. Pero el punto, en la previa, tampoco parecía sentarle mal. Por el escenario, por el rival, y porque debía sumar como fuera tras la dura derrota frente al Verde de Junín. Para los dos era el momento de dar el zarpazo.
En 2022, Boca y Racing fueron los grandes protagonistas de una Liga Profesional que se resolvería recién en la fecha final, la tarde de los clásicos invertidos. Meses después, la Academia se tomó revancha en el Trofeo de Campeones de San Luis, con un gol sobre el final y siete rojas por el lado del Xeneize. Y a principios de 2023 volvieron a verse las caras en la Supercopa Internacional de Abu Dhabi, donde el conjunto de Fernando Gago gritó otra vez campeón. Ninguna de esas definiciones tuvo el grado de emoción y dramatismo de este Boca 4, Racing 2.
El Xeneize y la Academia, con dos de los tres mejores planteles del fútbol argentino, se tenían guardado un partido para ver una y otra vez, pero también para sacar conclusiones. Porque si según el doctor Carlos Bilardo el 0 a 0 es el partido perfecto, un 4 a 2 debería dejar mucha tela para cortar. Boca, es cierto, repitió varios de los errores del pasado: problemas en la gestación, poca movilidad y participación de los delanteros, lentitud en el retroceso y la falta de un 5 que se haga patrón. Pero a diferencia de otros partidos, Boca exhibió una mayor capacidad de respuesta y supo levantarse a tiempo ante un equipo de nivel que, pese al gol en contra para el 2-2 y algunos desacoples defensivos (sobre todo en el juego aéreo en contra), casi no le otorgó ventajas.
El empate transitorio de Quintero había silenciado la Bombonera y le había puesto justicia a un resultado que en todo momento estuvo abierto. Racing no pasaba su mejor momento cuando llegó el 1-1, pero el gol del colombiano obligó a Boca a adelantar líneas y la Academia comenzó a encontrar espacios y a jugar mano a mano con los centrales. Una estrategia suicida que el Xeneize pudo pagar muy cara. Racing terminó mejor el primer tiempo, y encontró la ventaja al inicio del segundo, tras una gran habilitación de Quintero y una excelsa definición de Adrián Martínez.
Entre el tanto de Maravilla y el “movete, Xeneize movete” que empezó a bajar de las tribunas transcurrieron apenas un puñado de segundos. Los mismos que separaron el gol del ex Instituto del empate de Boca: centro de Blanco y gol en contra de Nazareno Colombo. Y a partir de ahí arrancó otro partido. Boca ya había rearmado el medio con el ingreso de Luis Advíncula y empezado a ganar los duelos individuales, su mayor déficit en la primera mitad. Y el empuje de la gente fue el aditivo que faltaba al Xeneize para ir decididamente en busca del triunfo. Racing, para colmo, cayó en la confusión. La perdía rápido y, cuando la tenía, no lograba ser profundo.
Y Boca fue. Como pudo, pero fue. A los ponchazos. Con garra, con empuje. A lo Boca. De otro centro de Blanco llegó el testazo de Cavani. Y cerca del final, un nuevo cabezazo de Nicolás Valentini para ponerle el moño a una victoria justa desde el desarrollo, pero demasiado abultada desde el resultado. Poco le importa a Boca, que volvió a ponerse en carrera y sueña, como nunca antes, con meterse entre los primeros cuatro.