Boca, los fuegos artificiales y los reales

Cerró con una goleada espectacular y el delirio de la gente una noche que se había complicado por errores propios. Otra vez a la pelea.

Antonio Serpa

TyC
Esos fuegos artificiales del comienzo no se terminaron nunca. Todavía duran las explosiones de los goles, los colores iluminando la noche de la Boca, las miradas incrédulas viendo la fiesta que fue la Bombonera, un viaje a otras noches felices que hace mucho no se viven, no se sienten, no se disfrutan. Los vaivenes de este Boca bipolar hacen imposible sacar conclusiones a futuro, porque todo, absolutamente todo, cambia en apenas tres días, y el recuerdo de Unión todavía no llegó a desteñirse. Pero sí hay algo que se puede decir: hoy, al menos hoy, el hincha se fue lleno de felicidad por un espectáculo inolvidable de esos que se dan muy de vez en cuando.

Tan loco fue el partido, tan insólito, tan increíble, que a los dos minutos del segundo tiempo, la gente había arrancado con ese principio de puteada que es el "Movete Boca, movete", un canto al fastidio. Imaginar que después de eso llegarían tres goles más, y que la gente se iría eufórica gritando por las calles angostas del barrio, era una fábula pretenciosa e inverosímil. Sin embargo, todo eso pasó. Todo y mucho más, en un contexto de partido de Premier (en intenciones) donde los dos se molieron a palos sin cubrirse, bancándose la guardia baja a cambio del premio que significaba este triunfo, un tanque de oxígeno para seguir respirando en este torneo lleno de ciclotimias.

Hay una jugada clave que marca el partido y que es el menos lindo de los goles: el 2-2 de Boca, centro de Blanco que Colombo se lleva puesto. Habían pasado apenas un par de minutos del 2-1 de Racing, otra vez explotando la falta de velocidad de Lema (velocidad y Lema son palabras que no fueron creadas para estar juntas nunca en la misma oración). Racing ya había llegado al empate haciendo uso y abuso de esa debilidad -la cámara lenta en la que vive el zaguero-, y antes y después había avisado que seguiría machacando sobre el armado deficiente que había hecho Martínez en ese sector. Era como para temer lo peor. Y ese empate rápido fue un cachetazo para Racing y les dio a Boca y a su técnico una vida como para recuperarse de los horrores que todos veíamos desde afuera con taquicardia. Los cambios que siguieron al golazo de Cavani -otra asistencia de Blanco- mejoraron a Boca, sobre todo el ingreso de Anselmino para armar una línea de cinco que marcara fundamentalmente a Lema.

Boca se acomodó mejor agrupado atrás, dejó de tambalear en el vértigo de los espacios abiertos, hizo el cuarto y se comió el quinto y el sexto. No terminaba de dar todas las seguridades porque cada vez que Juanfer metía la pelota en el área, los estantes temblaban y se caían los platos por todos lados, pero ya no hubo mano a mano, y Brey -reemplazante del lesionado Javi García, esperemos que para siempre- pasó una noche tranquila.

Algunas enseñanzas, advertencias y conclusiones, aun en una goleada que parecería lo suficientemente holgada como para detenerse en el análisis.

• Martínez tiene que parar con los bandazos. Benítez no puede pasar gratuitamente de nada a titular. No es que nadie esté pidiendo a los gritos a Campuzano, pero no queda claro que el pibe esté preparado para bancarse ser el 5 de Boca y esta estructura todavía tambaleante lo expone.
• Advíncula es titular, sobre todo después de que el nivel de Saralegui entró en un tobogán luego del superclásico.
• Alguna vez se dijo aquí mismo que Lema era Chiqui Pérez modelo 2024. Es una exageración: es peor y habla mal de los que lo eligieron para jugar como pretende el DT, con la línea de fondo adelantada.
• Langoni se perdió un gol luego de una asistencia sin pelota de Cavani, pero es una idea a repetir. Hay que darle partidos para que recupere la confianza y el gol. Es el mismo caso de Benítez pero al revés: no puede pasar de titular a nada.
• García cumplió un ciclo hace mucho. Es incapaz de sostener el arco en cero, tuvo una frágil respuesta en el segundo gol de Racing y una frágil respuesta física. Brey no tuvo el mejor Preolímpico pero es una apuesta del club. Y peor que García no puede ser, no tengamos miedo.

Para destacar: el gol de Cavani a lo Cavani, un misil de cabeza. El golazo espectacular de Blondel, sin contexto, sin jugada armada, todo acierto individual. El partido de Valentini, desprolijo pero fuerte, potente y encima goleador. El buen tándem izquierdo que empiezan a armar Blanco y Zenón -una asistencia y casi un golazo-, hay que apostar a eso.

No se ganó nada, que quede claro, y queda un fixture muy jodido por delante al que debimos haber llegado sobrados de puntos cuando nos tocaron los rivales fáciles del grupo. Y el cierre se lo dejo a Cavani, que resumió bien lo que le pasa a Boca con una claridad impropia de las pulsaciones del esfuerzo: "Boca tiene que ser más sólido partido a partido y mantener una identidad, que es la que mostramos hoy". Hay una idea demasiado difusa de equipo como para aspirar muy alto, un plantel con demasiadas zonas grises, desbalanceado. Aun así, es más que lo que tienen casi todos los otros. Clasificarse a los playoffs es la primera obligación. Ahora habrá unos días para trabajar. Tomémonos unas horas para festejar esta goleada, este partidazo. Aunque el rival sea tan poca cosa como Racing. Qué le vas a hacer, Juanfer: cada cual tiene lo que se merece.