Un estudio científico reveló un posible vínculo entre el Viagra y un menor riesgo de padecer Alzheimer
La investigación observó que los hombres tratados con Sildenafilo o similares presentaban un 18% menos de riesgo de ser diagnosticados con la enfermedad
Se realizó un seguimiento de la salud y las prescripciones de cada hombre durante al menos un año, aunque la mediana del tiempo de seguimiento fue de 5,1 años. Durante el estudio, 1.119 hombres de la cohorte fueron diagnosticados con la enfermedad de Alzheimer.
Los investigadores observaron un patrón distintivo. Los hombres a los que se recetó Viagra o un fármaco similar tenían un riesgo un 18% menor de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, en comparación con los hombres a los que no se administró el medicamento.
Los investigadores también hallaron una diferencia aún mayor en los hombres que parecían utilizar Viagra con más frecuencia. Entre los que más la tomaban, según el total de recetas, el riesgo de ser diagnosticado de Alzheimer era un 44% menor. (A los hombres con disfunción eréctil se les indica que sólo tomen Viagra antes de mantener relaciones sexuales, y no más de una vez al día).
Las conclusiones que podemos extraer de los resultados del estudio son limitadas. Los resultados muestran una relación entre un menor riesgo de Alzheimer y el uso de Viagra, pero no prueban la relación causa-efecto. Por ejemplo, es posible que el consumo de Viagra sea un indicador de una mejor salud general y que los hombres que tienen más relaciones sexuales también sean más activos físicamente. Según Brauer, la actividad física se asocia de forma independiente con un menor riesgo de enfermedad de Alzheimer.
El sildenafilo, nombre genérico del Viagra, nunca se pensó que fuera un fármaco sexual. Pfizer había desarrollado el fármaco como medicamento cardiovascular para tratar la hipertensión y el dolor torácico denominado angina de pecho. La empresa había estado realizando ensayos clínicos con sildenafilo como medicamento para el corazón cuando algunos pacientes informaron de un efecto secundario inesperado: erecciones.
El Viagra pertenece a una clase de fármacos conocidos como inhibidores de la fosfodiesterasa de tipo 5, o fármacos PDE-5. Estos fármacos actúan dilatando los vasos sanguíneos y aumentando el flujo sanguíneo en todo el cuerpo, incluido el pene. Desde su descubrimiento como tratamiento de la disfunción eréctil, el sildenafilo también se ha utilizado para tratar la hipertensión arterial pulmonar, tanto en hombres como en mujeres.
Los factores de riesgo vascular también se han relacionado con ciertos tipos de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, por lo que los investigadores se han preguntado si los tratamientos de la disfunción eréctil pueden afectar también a la salud cerebral.
Los estudios en animales con inhibidores de la PDE-5 han demostrado que el fármaco puede ayudar a prevenir el deterioro cognitivo, en parte aumentando el flujo sanguíneo en el cerebro, pero los investigadores que llevaron a cabo una revisión de la investigación disponible dicen que la eficacia de la clase de fármacos “sigue sin estar clara”. Y Brauer dijo que los hallazgos en animales son sólo “posibles mecanismos” en humanos.
“Existe la idea de que si podemos ayudar a mejorar el flujo sanguíneo en el cerebro, quizá también podamos reducir el riesgo de Alzheimer”, afirma Sevil Yasar, profesor asociado de Medicina en la Universidad Johns Hopkins y coautor de un editorial que acompaña al estudio en Neurology.
Stanton Honig, profesor de urología de la Facultad de Medicina de Yale, dijo que el estudio más reciente está lejos de ser definitivo. “No se puede sacar ninguna conclusión” del estudio porque “hay muchos otros factores” en juego además de si un hombre toma o no una píldora para la disfunción eréctil.
“Alguien que es más propenso a tomar una píldora de este tipo a los 70 años, probablemente es más activo, es más probable que esté involucrado con su pareja, cosas por el estilo”, dijo Honig. “Hay demasiadas variables de confusión como para hacer una afirmación definitiva de que son las píldoras o son los pacientes que las toman los que tienen menos probabilidades de sufrir un deterioro neurológico”.
Brauer dijo que el “paquete” medio por receta es de cuatro pastillas. Pero no está claro si los hombres tomaron todos los comprimidos prescritos y, en caso afirmativo, con qué frecuencia.
“No sabemos si la gente utilizó los fármacos recetados según lo previsto ni pudimos medir la actividad sexual o los niveles de actividad física”, dijo Brauer. “Necesitamos más estudios para demostrar si nuestros resultados se mantendrían en un grupo de hombres sin disfunción eréctil y -aún mejor- sería mejor realizar nuestro estudio en un grupo de hombres y mujeres”.
Estudios anteriores sobre distintas poblaciones han llegado a conclusiones algo contradictorias. Según Feixiong Cheng, director del Centro del Genoma de la Clínica Cleveland e investigador principal del estudio, un estudio de la Clínica Cleveland detectó una reducción significativa del riesgo de Alzheimer entre los consumidores de sildenafilo.
Sin embargo, un estudio realizado por investigadores de la Facultad de Medicina de Harvard y el Instituto Nacional sobre el Envejecimiento no halló “ninguna relación” entre el uso de sildenafilo u otros inhibidores de la PDE-5 y el riesgo de padecer Alzheimer, según Rishi Desai, profesor asociado de la Facultad de Medicina de Harvard.
Rebecca Edelmayer, directora senior de compromiso científico de la Asociación de Alzheimer, dijo en un correo electrónico que sigue sin estar claro si el Viagra y medicamentos similares tienen un efecto sobre el riesgo de Alzheimer. “Es necesario seguir investigando y realizar ensayos clínicos aleatorios específicamente diseñados”, afirmó.
Por ahora, los resultados no sugieren que los hombres deban empezar a tomar Viagra si no la necesitan. Pero sí sabemos que la Viagra es un tratamiento eficaz para la disfunción eréctil, y los hombres que sufren este problema deberían consultar a un médico y hablar tanto de su salud sexual como de su salud cardiovascular. “No se debe tomar Viagra para reducir el riesgo”, afirma Yasar. “Hay que comer sano. Hay que hacer ejercicio. Hay muchas pruebas de ello”.