River tuvo una noche de total confusión: ni siquiera se puso de acuerdo para aprovechar un penal

Empató 0-0 en Tucumán ante Atlético; bajó el nivel de juego y vivió una situación insólita con Barco, Borja y Demichelis en un penal doblemente desperdiciado

Nacho Fernández trata de controlar la pelota ante Orihuela
Nacho Fernández trata de controlar la pelota ante OrihuelaFernando Font

Ante un calendario cada vez más exigente por la seguidilla de partidos, Demichelis hizo una leve rotación y le dio descanso a la zaga titular: González Pirez y Paulo Díaz. Mantuvo al resto de la formación, la que había goleado a Argentinos y a Riestra. Los retoques fueron pocos, pero River parecía otro, desdibujado, desorientado en el campo. La cuestión iba más allá de que la nueva dupla central, Boselli y Ramiro Funes Mori, se mostraba insegura y dubitativa. Todo River estaba fuera de sintonía, lejos de la fluidez colectiva que venía mostrando.

Atlético Tucumán hizo de la necesidad y la urgencia -llegaba sin triunfos y con la dupla técnica Gómez-Orsi en la cuerda floja- un motor para salir a presionar de entrada. Ante un River pasivo, el Decano creó tres situaciones de gol en apenas seis minutos. Sorpresa en el José Fierro. La tensión local se traslucía en la falta de serenidad para el último toque. O se le iba desviado, o no podía con Armani.

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River no la pasaba bien, le costaba meterse en el partido. Casi no había noticias de sus volantes y en el repliegue no conseguía frenar a Atlético lejos del área. Hasta que llegó la acción que podría haber sido un despertador para River, pero solo aumentó la confusión que tenía. Por precipitado, Breitenbruch le cometió penal a Nacho Fernández, que salía del área. Atlético pagaba un precio caro a su ímpetu desmedido.

El penal lo quiso ejecutar Borja, para continuar con su racha goleadora de seis partidos consecutivos (incluido uno por la Copa Argentina), pero de la pelota se apoderó Barco. El remate del volante fue desviado por el arquero Devecchi con el pie derecho. El VAR determinó que hubo invasión de zona de Flores, por lo cual el penal debía repetirse.

Fueron unos minutos en los que River se pareció más a una reunión heterogénea de jugadores que a un equipo con un orden establecido. Demichelis pedía que del remate se hiciera cargo Borja, con quien estuvo conversando en la zona técnica, pero no hubo quien le sacara la pelota a Barco. El sainete habrá representado una carga mental para Barco, que lo tiró a las nubes. Ni siquiera tenía la disculpa de lo deteriorado que estaba el punto del penal, lo cual le impidió afirmarse en el momento del impacto.

Tesuri se cruza en el camino de Enzo Díaz
Tesuri se cruza en el camino de Enzo DíazTélam

El gesto de Demichelis denotaba que se lo llevaba el demonio, vivía su primera gran rabieta de la Copa de la Liga. El caso no dejaba de ser una desautorización a una orden de él. Por si quedaba alguna duda sobre la situación, Barco fue reemplazado en en el entretiempo. Una nueva oportunidad para el pibe Mastantuono. Después llegó la palabra de Demichelis sobre el caso puntual: “Cualquiera puede errar un penal. Consideré que Esequiel no estaba emocionalmente al 100 por ciento para seguir en el segundo tiempo. Siempre hay un par de designados y deciden los jugadores de acuerdo con sus sensaciones. Cuando Barco erró el primero, pedí que pateara Borja, pero bueno, ya se vio lo que pasó. Esequiel es buen chico, pidió disculpas, no es egocéntrico, ni alguien que piense solo en él. Nos ayudó mucho en otros partidos y hoy quería convertir por primera vez en el torneo. De todo se aprende y seguramente lo de hoy le servirá mucho de experiencia”.

Atlético seguía tan impetuoso como desenfocado frente a Armani: Estigarribia desperdició una ocasión casi en el área chica. Las adversidades para River continuaro en el segundo tiempo: Borja, en un giro, sintió una molestia muscular. Fue reemplazado por Ruberto. Una alarma a 10 días del superclásico en el Monumental. “Miguel conoce su cuerpo, pidió el cambio, hay que esperar el diagnóstico médico”, dijo Demichelis.

Los postes ahogaron los gritos de gol de Pereyra y Mastantuono. También estuvo cerca Ruberto. River tenía destellos, sin llegar a gobernar el desarrollo. Atlético sentía el desgaste, había invertido muchas energías en busca del gol. River tampoco tuvo la fórmula.

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