River pasó de no completar el banco a ilusionar a sus hinchas con una exhibición de fútbol y goles

Vapuleó 5-0 a Vélez, con una gran actuación colectiva y goles de sus dos delanteros: hat-trick de Borja y doblete de Colidio

Una demostración completa, con fútbol en toda la cancha y el remate goleador de sus dos delanteros: tres de Miguel Borja y dos de Facundo Colidio, quienes le pusieron la firma a una producción para satisfacer paladares exigentes. El colombiano Borja está en estado de gracia, confiado como nunca desde que llegó, sintiéndose titular. Y defiende el puesto como para que no haya dudas sobre quién es el N° 9. Marcó su primer hat-trick, los dos primeros con cabezazos de quien impone condiciones en el área. “Miguel se siente más protagonista”, reconoció Martín Demichelis. Y Colidio, que volvía de una lesión, redondeó su mejor actuación desde su incorporación, con sus primeros goles en el Monumental. Se sacó un peso de encima. Con un mérito añadido: la goleada se empezó a gestar a partir de sus intervenciones, madrugó a la dormida defensa de Vélez. Colidio marcó el camino y enseguida se sumó el resto.

Facundo Colidio volvió de una lesión y abrió la goleada de River
Facundo Colidio volvió de una lesión y abrió la goleada de RiverLA NACION/Gonzalo Colini

No solo completó los 12 casilleros del banco por primera vez en el torneo, sino que llenó la cancha de fútbol. River se agrandó, en plantel y juego. Mantuvo la base titular de las dos fechas anteriores, con el regreso de Colidio, pero fue otro equipo, nada que ver con el titubeante que empató con Argentinos y el que sudó la gota gorda para ganarle a Barracas.

Los mismos nombres, otro vuelo, más alto, inspirado, sincronizado, repleto de combinaciones, de detalles individuales, sostenido por un armazón colectivo sin fisuras. Un despliegue coral, de una dimensión estética que llena la categoría de espectáculo.

Lo más destacado de River 5 - Vélez 0

River se activó de una manera sorprendente ante un Vélez impávido, una bolsa que no paró de recibir golpes, con ganas de tirar la toalla aunque al partido le quedara mucho por delante. El mediocampo, esa usina que distinguió al mejor River de Demichelis en el primer semestre de 2023, recuperó el libreto. Ya no tiene a uno de sus mejores intérpretes -De la Cruz-, pero estuvieron tres solistas para que volviera a sonar la orquesta. Nacho Fernández y Barco armaron un festival de pases, descargas, cambios de ritmo, gambetas, asistencias que entraban como puñales en la defensa de Vélez. Y Rodrigo Aliendro recuperó el papel de socio, el volante de las soluciones sencillas para cada problema. Su estilo no tiene un gramo de demagogia, todo es utilitario y con un sentido práctico. Cuando Aliendro juega bien, River lo agradece especialmente.

La dinámica positiva ayudó a que Nicolás Fonseca se sintiera más cómodo y seguro con la pelota. Cada jugador parecía mejorar a su compañero, así hasta conformar un andamiaje que se deslizaba como la seda, suave y sin sobresaltos.

Por demás preocupante lo de Vélez. Si en las dos fechas anteriores había mostrado poco, en el Monumental fue la nada misma. Una formación que tuvo a tres ex River, Mammana, Elías Gómez y Braian Romero, todos de espíritu tan apagado como el resto. El mensaje del nuevo entrenador, Gustavo Quinteros, no llega, porque de lo contrario no se explica una producción tan pobre y abúlica. Una debacle que excede al planteo táctico para entrar de lleno en lo actitudinal.

Marcelo Herrera engancha ante la marca de Elías Gómez
Marcelo Herrera engancha ante la marca de Elías GómezLA NACION/Gonzalo Colini

A los 6 minutos llegó el primer gol de River, con Colidio, que un ratito antes ya había hecho revolcar a Marchiori. La construcción del tanto fue todo un compendio de lo que sería la tarde del equipo: Nacho González, Aliendro y Barco tejieron una maniobra tan sutil como profunda, rematada por la entrada en tromba de Colidio.

El partido tuvo una única dirección, hacia Marchiori. Vélez no tomaba marcas ni achicaba espacios. Vivía en situación de pánico ante un River que vio la posibilidad de gustarse, de regalarle a sus hinchas uno de esos partidos que los hacen volver a sus casas con una sonrisa y la confirmación de haber aprovechado la tarde.

Después fue el turno de que Borja ejerciera de tanque en el área, receptor de centros medidos de Nacho Fernández y Barco, que no se cansaban de poner pelotas, como quien reparte caramelos. Colidio estiró el festival con el cuarto gol, mientras Vélez recién en el final del primer tiempo dio una señal de que estaba en la cancha con una llegada que tapó Armani. A River le funcionaba todo, de arco a arco.

Ian Subiabre, uno de los juveniles que ingresaron en el segundo tiempo, es seguido por Ordóñez
Ian Subiabre, uno de los juveniles que ingresaron en el segundo tiempo, es seguido por OrdóñezLA NACION/Gonzalo Colini

La historia estaba sentenciada, por más que Quinteros hizo un par de cambios en el segundo tiempo. River reguló, pero sin dejar de mandar ni de recordar que podía volver a golpear, como lo hizo Borja con una arremetida, otra vez de cabeza. El Colibrí, que no es ningún negado con los pies, fue el rey de las alturas. Y Demichelis llegó al 5-0, resultado emblemático en el fútbol.

Demichelis hizo cuatro cambios a los 11 minutos de la segunda etapa. No había que corregir nada, sino darle una oportunidad a Palavecino para que vaya recuperando ritmo. Y que los pibes Mastantuono y Ruberto, a quienes les tocó entrar en momentos más complejos en las dos fechas anteriores, ahora pudieran soltarse en un contexto más favorable.

Al partido le sobraron varios minutos. Demichelis postergó el debut de los refuerzos recientemente incorporados: el volante Villagra y el lateral Sant’Anna. Los dejó en el banco, no los necesitó para ninguna emergencia. Este River que andaba con lo justo, contra Vélez fue exuberante.


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