No siempre es demencia: 6 trastornos que pueden parecer Alzheimer y cómo tratarlos
Los medicamentos, las infecciones urinarias y los trastornos del sueño pueden hacer sentir desorientados y confundidos a los adultos mayores. Con un buen diagnóstico y tratamiento pueden restablecer las funciones cognitivas
1. Deshidratación. Puede dar síntomas semejantes a la demencia, y es frecuente en los pacientes mayores. “Un nivel de deshidratación de apenas el 2% de pérdida de masa corporal, ya puede impactar en la capacidad cognitiva de una persona, es decir, en los procesos intelectuales que le permiten percibir, pensar y recordar. Además, fundamentalmente en las mujeres, también afectaría su estado de ánimo y emociones”, enfatizaron expertos de la Asociación Argentina de Nutricionistas (AADYND).
El licenciado Diego Querzé, jefe de Nutrición en Enfermedades Neurológicas de Fleni, explicó a Infobae en una nota reciente que el agua representa el 75 % de la masa cerebral e interviene en la regulación de las funciones cerebrales.
“La disminución de la ingesta líquida y el riesgo de deshidratación aumentan con la edad avanzada. Se observa una relación entre hipohidratación y menor atención y velocidad de procesamiento en adultos mayores. La deshidratación afecta al rendimiento cognitivo, particularmente en tareas que involucran atención, función ejecutiva y coordinación motora”, precisó el especialista.
La deshidratación también provoca una reducción de energía y niebla mental. Un estudio publicado en la revista Nutrients descubrió que beber agua con frecuencia mejora la salud cerebral y previene la somnolencia y la pérdida de memoria.
Y añadió Querzé: “La restricción de la ingesta hídrica induce cambios cerebrales (reducción del volumen cerebral y aumento del ventricular), que son reversibles con la rehidratación”.
Si un ser querido parece estar aturdido o confundido, se recomienda averiguar si su orina es de color amarillo oscuro o marrón, lo cual puede indicar una deficiencia de líquidos. Otro signo de deshidratación grave es una capa blanca sobre la lengua, explicó Hashmi. Los problemas cognitivos causados por la deshidratación grave se pueden revertir con la administración de líquidos por vía intravenosa.
“Nuestras necesidades diarias son de 2 a 2.5 litros de agua, dependiendo de cada persona y de la edad. Una parte la ingerimos de los alimentos, principalmente de las frutas y verduras y otra debemos incorporarla diariamente”, recomendó Querzé.
2. Interacciones entre medicamentos o efectos secundarios. Hashmi indicó que cuando alguien manifiesta tener problemas de memoria, lo primero que le pregunta es: “¿Comenzó a tomar un nuevo medicamento recientemente?”.
Los adultos mayores tienen más probabilidades que los jóvenes de presentar un deterioro cognitivo como efecto secundario de un medicamento, y la toxicidad de los fármacos es la causa de hasta el 12% de los casos de sospecha de demencia, según demuestran las investigaciones.
Existen muchos tipos de medicamentos recetados y de venta libre que pueden afectar la cognición, pero los más comunes son los indicados para el sueño, la incontinencia urinaria, el dolor, la ansiedad y las alergias. Tomar demasiados medicamentos (conocido como polifarmacia) puede afectar tu capacidad de pensar con claridad y recordar cosas, dijo Hashmi.
La confusión puede surgir incluso a raíz de un medicamento recetado que se ha tomado durante muchos años. Hashmi explicó que esto se debe a que con la edad, los riñones y el hígado se vuelven menos eficaces a la hora de eliminar los fármacos del organismo, por lo que los medicamentos se pueden acumular con el tiempo y causar problemas.
3. Infecciones respiratorias (incluso COVID-19). Según Hashmi, toda infección que no se trate puede causar delirio, que consiste en un cambio repentino en el estado de alerta, la atención, la memoria y la orientación, y que puede parecerse a la demencia. Cuando se produce una infección, los glóbulos blancos se dirigen al foco infeccioso y provocan un cambio químico en el cerebro que hace que algunos adultos mayores se sientan somnolientos, desconcentrados o confundidos.
El doctor Hashmi explicó que en las personas de 65 años o más, es más difícil diagnosticar las infecciones respiratorias debido a que es más probable que no tengan los síntomas clásicos, como fiebre o tos. En un estudio publicado en el 2020 en JAMA Network Open, el 37% de los pacientes mayores infectados por COVID-19 que acudieron a la sala de emergencias con delirio no presentaban los síntomas típicos de esta enfermedad respiratoria, como fiebre o dificultad para respirar.
El delirio suele manifestarse de forma repentina, mientras que la demencia clásica suele progresar lentamente, con leves alteraciones de la memoria que empeoran gradualmente con el paso de los años, señaló Hashmi.
Según la organización benéfica Race Against Dementia la demencia afecta el cerebro y provoca problemas de memoria, pensamiento y comportamiento. Es una enfermedad progresiva que empeora con el tiempo.
“La demencia casi nunca aparece de forma repentina, a menos que sea consecuencia de un derrame cerebral. Si se observa un cambio abrupto en el estado mental, siempre hay que considerar el delirio como primera causa. Es perfectamente tratable si se conoce el factor desencadenante o la causa subyacente, que suele ser una infección”.
Algunos pacientes también manifestaron tener dificultad para concentrarse, problemas de memoria y déficit de atención después de recuperarse de una infección por COVID-19, síntomas que se llaman popularmente “niebla mental”. En la mayoría de los casos, estos síntomas desaparecen a los pocos meses.
4. Infecciones de las vías urinarias. En los adultos mayores, esta afección es otra de las causas más comunes de delirio y de síntomas similares a los de la demencia. En las encuestas de AARP, alrededor del 10% de las mujeres mayores de 65 años y hasta el 30% de las mujeres mayores de 85 años afirmaron haber tenido una infección urinaria en el último año. Los hombres también son más propensos a contraer infecciones urinarias con el paso de los años.
¿Cuáles son los síntomas? “Ardor al orinar, una micción imperiosa, necesidad de orinar en forma rápida, como si fuera una urgencia. En algunos casos, si hay infección superior, en los riñones, puede aparecer fiebre”, explicó el doctor Daniel López Rosetti médico (MN 62540) de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en un artículo reciente.
Al igual que las infecciones respiratorias, las de las vías urinarias se manifiestan de forma diferente en las personas mayores de 65 años que en los pacientes más jóvenes, señaló el doctor James M. Ellison, psiquiatra geriátrico y director del Departamento de Atención de la Memoria y Geriatría. En los adultos mayores, “algunas de las señales de alerta que nos ayudan a efectuar un diagnóstico acertado están alteradas o ausentes”, explicó Ellison. “En este sentido, por ejemplo, un adulto mayor que padece una infección de las vías urinarias puede presentar un cambio de estado mental sin tener fiebre ni ardor al orinar”.
Afortunadamente, la mayoría de las infecciones de las vías urinarias y los problemas cognitivos derivados se pueden diagnosticar con un simple análisis de orina y tratarse con un antibiótico, añadió Ellison.
5. Problemas o alteraciones del sueño. Descansar bien por la noche es esencial para proteger el cerebro. Cuando se altera el ciclo de sueño y vigilia o se padece insomnio, se pueden presentar síntomas similares a los de la demencia, como problemas de concentración, confusión, fatiga mental e irritabilidad.
Los estudios han demostrado que el insomnio afecta a entre el 30 y el 48% de los adultos mayores. Los expertos recomiendan que cuando es difícil conciliar el sueño, es conveniente limitar o eliminar las siestas durante el día, reducir el consumo de alcohol y cafeína por la noche y otros buenos hábitos de higiene del sueño. Si estas medidas no surten efecto, la terapia cognitivo-conductual puede dar buenos resultados. Ellison recomienda no tomar medicamentos para dormir, a menos que sea durante muy poco tiempo y bajo la supervisión de un médico.
Algunos adultos mayores también tienen apnea del sueño, un problema respiratorio relacionado con el sueño que puede privar al cerebro del oxígeno que necesita mientras duerme y posiblemente causar daños persistentes. En estos casos, usar un equipo de presión positiva continua en las vías respiratorias (CPAP) al dormir ha demostrado ser un tratamiento eficaz, dijo Ellison.
6. Hidrocefalia de presión normal. Es un trastorno que puede tratarse y en el cual se acumula líquido cefalorraquídeo en el cerebro, lo que altera y daña el tejido cerebral contiguo y ocasiona problemas cognitivos.
Más de 700.000 personas en Estados Unidos tienen hidrocefalia de presión normal, según la Hydrocephalus Association, que estima que menos del 20% se diagnostican correctamente. Debido a que los síntomas incluyen dificultad para caminar, pérdida de memoria y problemas con el pensamiento y el razonamiento, el trastorno a menudo se diagnostica erróneamente como demencia, enfermedad de Alzheimer o enfermedad de Parkinson, dice Ellison.
Un neurólogo puede diagnosticar la hidrocefalia de presión normal por medio de imágenes cerebrales y análisis de líquido cefalorraquídeo. El tratamiento suele consistir en la extracción de líquido cefalorraquídeo mediante la inserción de un tubo (llamado derivación) en el cerebro.
Además de los mencionados , existen muchos otros trastornos que pueden causar síntomas similares a los de la demencia o la enfermedad de Alzheimer, como problemas del corazón, los pulmones, el hígado o los riñones, problemas de tiroides, deficiencia de sodio o de vitamina B12, algunos tipos de cáncer, dolor, estreñimiento, consumo excesivo de alcohol y depresión.
Según Ellison y Hashmi, es posible tratar muchos de estos trastornos y revertir los síntomas cognitivos siempre que se diagnostiquen correctamente. Con un análisis de sangre metabólico de rutina, un análisis de orina y neuroimágenes se pueden detectar muchos de esos problemas y tratarlos.