Lunin entierra el debate
Su exhibición portentosa en Leipzig le reafirma en el mayor de los escenarios. Sus nueve paradas... sólo las iguala el Courtois de la final de París.
Lunin es un tipo seco, incluso se podría decir que aburrido. Y un portero en la estela de la escuela soviética. De esos que no se pondrían una vestimenta como las de Jorge Campos y tampoco intentan un escorpión ni en los entrenamientos. Frío, práctico y duro. Hace poco, mientras hacía bicicleta en la previa de la final de la Supercopa de España, le preguntaban en RMTV a qué venía su ritual de aplicar esparadrapo como un artesano en todos sus dedos. “Porque me los he roto casi todos”, fue la lacónica respuesta del ucranio. “He tenido roturas de huesos y tendones, esto (apuntando a la cinta) es preventivo”.
Lunin es un enigma incluso de puertas adentro en el Madrid. Lejos de tener ese entorno interminable que lucen otros futbolistas, en la vida de Andriy sólo tienen peso su padre, Oleksei, y Anastasia Lunina, su esposa. La falta de pomposidad del portero ucranio es legendaria en Valdebebas. A su boda, la pareja se presentó en el juzgado... en chándal. Quizá el único despliegue de lujo que ha dejado traslucir el cancerbero fue cuando BMW, patrocinador del Madrid, le puso delante el catálogo de coches para elegir uno a préstamo como parte del acuerdo con el club. Escogió un tope de gama, un SUV valorado en 108.000€.
“Es el mejor partido de Lunin en el Madrid”, confirmó Ancelotti tras el partido. Era la primera eliminatoria de Champions del ucranio y ha pasado la prueba del uno, que podría decirse. Pase lo que pase en la vuelta de Courtois, el Madrid tiene un gran portero.
Apuesta por quedarse
Una gran noche en la que Lunin recibió el apoyo público de sus compañeros (Brahim ‘compartió' con el ucranio el trofeo como MVP del partido) y hasta de Courtois, que respondió al gran partido de su compañero con un par de emojis de fuego. La mente de Lunin ha virado en las últimas semanas. A principios de temporada, el fichaje de Kepa no terminó de encajarlo bien y volvió a pensarse su marcha el verano que viene. Pero ahora está encaminado a cumplir el año que le queda (renovó recientemente hasta 2025). “Obviamente, quiero seguir”, dijo la semana pasada en El Chiringuito. El portero está encontrando una estabilidad en la que se ve legitimado para poder ser competencia real a Courtois cuando el belga regrese.
Y el Madrid, encantado. Si Lunin se mantiene en esa idea de continuar no tendrá que gastar en el mercado para fichar un portero suplente y podrá hornear un poco más en Valdebebas a Fran González, la torre de La Fábrica que el club ve como segundo portero de futuro, como mínimo. También Lunin da seguridad ante el peor de los escenarios, que a Tibu le cueste recuperar su forma previa a la rotura del cruzado.