Lautaro Blanco salió al rescate en el peor momento y dejó en claro quién tiene que ser el “3″ de Boca

El lateral izquierdo tuvo una buena participación en el superclásico y asistió para el gol de Medina

El primer tiempo del superclásico ya insinuaba que, si Boca aprovechaba las escaladas de Blanco, podía generar mucho más peligro del que terminó generando en los 90 minutos: River dejaba espacios en ese lado y muy solitario a Marcelo Herrera para encargarse del tándem que el ex Rosario Central podía armar con Kevin Zenón. El conjunto azul y oro puso cierto freno y apenas aprovechó al zurdo, de 25 años, para algún centro que no generó daño en la defensa riverplatense.

Sin embargo, el gol de Pablo Solari, a los tres minutos del complemento, activó al visitante. Moviendo la pelota, el equipo comenzó a darse cuenta del entusiasmo y la peligrosidad que podía aportar quien viste el dorsal ‘23′. Ya lo había demostrado en sus anteriores participaciones: su aceleración y decisión para desbordar siempre le hacen sacar un espacio de ventaja con respecto al marcador de turno y, de esa manera, sacar zurdazos al área muy potentes.

Lo intentó en el Monumental en menor medida, sin éxito. De hecho, son tan prometedores sus intentos, que –diez minutos antes del empate- ya había paralizado los corazones millonarios ante uno que Franco Armani debió manotear al córner ante la sensación de que se le metía en el arco. Martín Demichelis había decidido el ingreso de Agustín Sant’Anna en lateral derecho por la amonestación de Herrera: el uruguayo la pasó mal contra la potencia del hombre que llegó a fines de enero.

Sin embargo, su momento se dio a los 25 minutos del tramo final. Zenón abrió el juego hacia sus pies y él decidió romper con la desventaja e igualar la historia. Es cierto, no firmó el tanto, pero lo fabricó: el mano a mano contra Sant’Anna decidió empezar a ganarlo con un toque largo de diestra, se metió en el área con otro toque (esta vez de zurda) y centró raso hacia atrás, al punto penal. Allí encontró a Cristian Medina, que puso el 1-1 definitivo. Boca tiene a su ‘3′. La Bombonera lo reconocerá, seguramente, el domingo.

No necesitó adaptación. Llegó a finales de enero a raíz de un trueque. Riquelme dialogó con Christian Bragarnik, dueño del Elche español, y llegaron al acuerdo: Defensa y Justicia (donde el empresario tiene mucha influencia) contrajo el 50 por ciento del pase de Aaron Molinas para que Boca obtenga el mismo porcentaje del ex “Canalla”. A los pocos días, a la cancha: Martínez decidió su debut ante Tigre (2-0), de hace tres semanas, y desde ahí lleva jugados cinco encuentros (contabilizando los seis minutos que sumó el pasado fin de semana ante Lanús).

A la gente de Boca ya le empezaba a entusiasmar el espíritu del chico. Se palpaba en las sensaciones que desprendió la Bombonera, por ejemplo, en el triunfo ante Central Córdoba (2-0). Con el superclásico empatado gracias a su empuje, los aplausos ahora sí serán más fuertes y decididos.

Es que el hincha empezó a expresar su descontento con el puesto. Por más que el presidente se desviva en elogios hacia Frank Fabra en cada entrevista o, por ejemplo, ingrese al estadio de la entidad granate abrazándolo para mostrar su cariño y banca, la Bombonera ya habló: tras su insólita expulsión en el tiempo suplementario de la final de la pasada Copa Libertadores, cuando el equipo caía por 1-2 ante Fluminense y contaba con un hombre de más, las tribunas lo reprueban fuertemente.

Boca terminó perdiendo por ese resultado y, si bien el lateral no tuvo la responsabilidad absoluta de eso, actuó de forma infantil con un cachetazo y el hincha no se lo perdona. Toda la Bombonera lo silba, ya fuera por ingresar o por ser mencionado en el altoparlante. Parece haberse terminado una era, entre la postura evidentemente inflexible del fanático y este superclásico destacado que tuvo Blanco.

Porque Marcelo Saracchi, que también se hizo echar en un partido especial (la semifinal de Copa Argentina ante Estudiantes, también perdida), era puesto por el hincha por encima del colombiano. No obstante, sus rendimientos tampoco convencían. Al parecer, lo mismo les pasaba a los dirigentes y el técnico. Llegó Lautaro Blanco y el puesto empieza a tener otra seguridad. Boca (y Martínez) encontraron su N°3.


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