En el regreso de Boca a la Bombonera, al fútbol lo puso uno de sus refuerzos: con los delanteros apagados, brilló Kevin Zenón

Impulsado por uno de sus refeurzos, el local fue superior a Defensa y Justicia, pero volvió a empatar por la Copa de la Liga

En el fútbol argentino, de calendarios exigentes y triple competencia, los equipos se arman con el correr de los partidos. Se hacen camino al andar. Y eso es Boca, que tuvo en dos de sus tres refuerzos a sus figuras. Kevin Zenón fue siempre hacia adelante y se transformó en el dínamo de la mitad de la cancha, el motor de fútbol; rompió el aplausómetro. El único que intentó siempre y que trató de hacer pases entre líneas para habilitar a Darío Benedetto y Miguel Ángel Merentiel. El otro fue Cristian Lema, aplaudido por sus quites y hasta por sus pases en ataque. Sí, en ataque: Defensa le dejó campo libre a Boca, sobre todo en el segundo tiempo, y le tapó a todos sus receptores. Lema y Nicolás Figal, a veces, se transformaron en lanzadores.

Boca dependió de la conducción de Zenón para progresar y lastimar a su rival. Lo hizo en contadas ocasiones: un remate de Luis Advíncula en la primera mitad, un par de incursiones de Lautaro Blanco –otro refuerzo– por la banda izquierda y un tiro de Lucas Blondel que se estrelló en el travesaño en la segunda parte. Merentiel, el mejor refuerzo de los últimos dos años (20 goles), estuvo cerca en dos oportunidades, una de taco y otra de cachetada. En la última, el uruguayo Christopher Fiermarín le ahogó el grito de gol.

Suena a demasiado poco para un equipo que tiene uno de los mejores planteles del futbol argentino. Pero el partido se explica por el contexto: apenas transcurrieron cuatro fechas de una temporada larguísima. Se explica, también, por la impaciencia de la Bombonera para con algunos jugadores. Rechifló a Benedetto cada vez que se equivocó con la pelota –y el delantero perdió muchas– y le lanzó una atronadora silbatina al colombiano Frank Fabra cuando ingresó en el segundo tiempo. El hincha quiere goles y, sobre todo, ganar. Boca no supo cómo.

El cuerpo técnico xeneize estará conforme con sus elecciones para este torneo. Buscó a Zenón para reemplazar a Valentín Barco y el ex volante de Unión viene cumpliendo con creces. Frente a Defensa volvió a ser el nexo entre los mediocampistas y los delanteros. Incluso se cerró como interior en la segunda parte e hizo sus pases característicos. Pelota al pie, cabeza levantada, tiene al 9 entre ceja y ceja. No lleva la camiseta 10, pero bien podría vestirla, por su talento. El 10 real –numérico, no posicional–, estaba en un placo: el uruguayo Edinson Cavani, remera blanca y gorra negra. Que Boca no esté más arriba en la tabla también se explica por los goles que el uruguayo no logró.

Compacto de Boca 0 vs. Defensa y Justicia 0

En el primer tiempo el partido se pareció más a uno de pretemporada que a uno por los puntos. Ambos equipos fueron colecciones de errores no forzados, desmarques a la nada y poco, poquísimo, juego asociado. En ese desconcierto generalizado, Boca fue mejor. Porque al menos entendió que su negocio estaba a la espalda del juvenil Ezequiel Cannavo, que ocupa el lugar que dejó vacante el uruguayo Agustín Sant’Anna, vendido a River. Entre Zenón y Lautaro Blanco le hicieron el 2-1 y fueron lo más punzante del equipo xeneize en ese tramo. La adaptación del ex tatengue no puede ser mejor: los hinchas ya lo adoptaron, ya incluso antes del encuentro, como se notó cuando fue uno de los más aplaudidos en el anuncio de la formación titular.

Tras un centro de Blanco casi convirtió Merentiel; la Bestia estuvo cerca de empalmar un remate de Zenón. El otro futbolista que levantó aplausos cada vez que tocó la pelota fue Luis Advíncula. El peruano, que festejaba su centenario de presencias con la camiseta azul y oro (cinco goles, incluido uno en la final de la Copa Libertadores de 2023) y recibió ante los hinchas una camiseta con ese número enmarcada, casi reventó las manos del uruguayo Fiermarín, el arquero visitante. Poco más de Boca, que fue un puñado de buenas intenciones sin profundidad.

Y a punto estuvo el local de irse a los vestuarios en desventaja. Porque el árbitro Jorge Baliño marcó penal por una falta de Blondel contra Alexis Soto. Era un mini-empujón, sancionable sólo en fútbol-mancha. Desde Ezeiza, Pablo Dóvalo y José Carreras, los asistentes de VAR, se demoraron ¡tres minutos! en llamar a Baliño para que revisara la jugada. Era un error obvio y claro, por el que los jugadores de Boca habían protestado al árbitro principal. Al fin, no hubo penal.

En el segundo período, a Boca le faltó plasmar en la red su superioridad. Soportó algunos sofocones por contragolpes mal resueltos por Defensa. Incluso Blondel salvó con su cuerpo contra una volea de Gastón Togni.

Le falta rodaje al xeneize para tranformarse en un conjunto confiable. Y sobre todo, para tener identidad. Para que su gente sepa a qué juega el equipo dirigido por Diego Martínez. En el regreso a la Bombonera mostró algo de lo que pretende el entrenador. Con Zenón como bandera futbolística y Lema como estandarte en su última línea, no le alcanzó para batir a Defensa.


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