Edinson Cavani: los alarmantes números de una sequía histórica en Boca, una lesión leve y cómo salir de este pozo
Kevin Zenón, la figura en el Nuevo Gasómetro, le dio seis pases de gol al delantero uruguayo, que no pudo aprovecharlos
La últimas imágenes del ídolo uruguayo en el Bajo Flores hablan de su fastidio por los goles errados -en una de esas jugadas hasta le pifió a la pelota, algo inusual en un futbolista de su categoría- y de una molestia física. Esas dolencias lo trasladaron este viernes a una clínica para saber el alcance de su lesión, que aparentaba ser muscular. Las imágenes descartaron un desgarro, aunque confirmaron una contractura. Su presencia el lunes ante Tigre (19.15) en Victoria está en duda.
El tema futbolistico y -sobre todo- el mental es otra historia. Distinta. Los datos son elocuentes: el uruguayo apenas anotó tres veces con la camiseta azul y oro, Jugó 18 encuentros con esos colores, en los que remató en 31 ocasiones. Pero apenas acertó el arco rival en 12. Una efectividad bajísima (inferior al 30%) para el séptimo máximo goleador mundial en actividad. Y un delantero que firmó más de 400 conquistas con su nombre. Hace siete partidos que no convierte. Su sequía, preocupante, podría ser aún peor si Miguel Merentiel no hiciera los goles por él (convirtió 18 la pasada temporada y en el Nuevo Gasómetro se estrenó en esta campaña con una gran definición ante el achique de Fernando Monetti).
“Lo que está pasando también nos sorprende a nosotros”, se sinceró Christian Cavani, hermano del goleador, en declaraciones a D Sports. Y agregó: “Nunca había tenido una racha tan larga como esta vez. Confiamos en que lo va a revertir y que los goles van a llegar. Todos vimos el partido; al hincha de Boca obviamente se lo nota con preocupación y nosotros también, que lo vivimos directamente. Nosotros esperamos lo mejor de él, pero esto es fútbol: a veces tenés dos y las metes y a veces tenés seis y no, como pasó ayer”, completó el hermano del Matador.
Contra Sarmiento, Boca llegó casi el doble de veces que su rival (11 contra 6), pero le faltó puntería: apenas acertó a los tres palos en tres ocasiones, las mismas que el Verde de Junín. Cavani fue todo un experto en errar. Y eso que el uruguayo comenzó el segundo tiempo con un presagio completamente opuesto: Zenón (¡cuándo no!) le dio un pase con ventaja, de derecha y el 10 xeneize, esta vez sí, anotó. Lo hizo después de un control largo con el que eludió a Monetti y un toque suave, de zurda, a la red. Justo cuando empezaba a elaborar el festejo por el 2-0, divisó al árbitro asistente y vio que tenía su bandera levantada. La jugada, entonces, fue anulada por offside. Se trató, para lamento del uruguayo, de un espejismo. En toda la tarde-noche del Bajo Flores el gol, tan necesario para un delantero, se le atragantaría.
La sequía de Cavani, sin embargo, tiene un dato positivo. En la era Almirón -sobre todo- y en los últimos partidos de Mariano Herrón al frente del equipo, una imagen atormentaba a los hinchas xeneizes: el 10 -que en realidad es un 9 de jerarquía mundial- debía salir de sus dominios en el área rival para tomar contacto con la pelota. Incluso se transformó más en asistidor que en realizador. En las retinas de varios permanece una jugada en el primer tiempo de la final de la Copa Libertadores, en Río de Janeiro y contra Fluminense. El uruguayo recibió un gran pase de Valentín Barco y, en lugar de apuntar al arco y definir la jugada, optó por darle otro pase a su asistidor. El Colo, hoy en Brighton, de Inglaterra, resbaló al intentar dominar la pelota, que le quedó atrás. Aquel Cavani jugaba retrasado; su versión 2024 es mucho más ofensiva. Y tiene un interlocutor válido con la pelota, que lo busca cada vez que puede: Zenón.
El zurdo que llegó desde Unión de Santa Fe para quedarse con el lugar de Barco le dio seis pases de gol sólo en la segunda parte del partido en el Nuevo Gasómetro: el primero fue el de la conquista anulada por offside (minuto 5); el segundo terminó con un remate desviado (minuto 7); el tercero concluyó con un cabezazo débil (minuto 8); el cuarto, con un enganche fallido en el área rival para acomodarse y rematar su mejor perfil, que terminó con un tibio reclamo de un penal inexistente (minuto 19); el quinto -y más claro-, con la definición por encima de Monetti que terminó con la pelota estrellada en el travesaño (minuto 20); el sexto, y último, derivó en su error más grosero: le erró al balón en su intento por rematar (minuto 25).
Más allá de no traducir todas esas oportunidades en el marcador, y que Boca haya dejado escapar dos puntos como local -pese a haberse mudado al Nuevo Gasómetro-, Diego Martinez pudo haber encontrado en Zenón el asistidor que precisaba para sus delanteros. Hasta acá, su equipo mezcló posesiones largas con pases directos, que muchas veces le dieron resultados. El mejor ejemplo es la asistencia de Luis Advíncula a Merentiel para el gol ante Sarmiento. No hubo juego asociado ni triangulaciones. Apenas un movimiento del uruguayo y un pase preciso del peruano.
La irrupción de Zenón, incluso, llevó al DT a variar el esquema de juego. Porque en varios pasajes del segundo tiempo el recién llegado se movió casi como un 10, haciendo el trabajo que en el partido contra Platense estaba asigando a Ezequiel Bullaude. El ex Godoy Cruz apenas dejó una habilitación de primera para Merentiel que terminó en nada. En aquel encuentro con el Calamar, que significó el debut oficial de Martínez en el banco xeneize, el entrenador apostó por un 4-3-1-2, con Langoni y Merentiel como dupla de ataque. En el segundo tiempo, su equipo mutó, ingresaron Cavani y Zenón y Boca a punto estuvo de llevarse el triunfo. El uruguayo lució bien desde lo físico, voluntarioso y participativo. Es más, en un par de jugadas les reclamó a sus compañeros que no lo hubieran habilitado cuando tenía el camino libre hacia el gol. El 10 es el primer interesado en terminar su sequía.