COPA, IDA SEMIFINAL | ATLÉTICO 0 - ATHLETIC 1 / El Atleti juega y el Athletic marca

Un penalti imprudente de Reinildo marca la semifinal. Los del Cholo dominaron con disparos al aire. El VAR anuló, por fuera de juego, un penalti sobre Morata.

Patricia Cazón
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El cielo aún olía a rojo bengala cuando todo empezó en la noche en la que al Atleti nada le salió. El Metropolitano levitaba en ese momento, el del inicio, como si, por un segundo, hubiese olvidado que es solo cemento, luces y hormigón, en un mensaje al pasado y al viejo Calderón. Aún vives, estás aunque ya no, en las gargantas de esta gente y una gitana tirando las cartas. Pero decidirá San Mamés. El Atleti que quería dar el golpe con su estadio en la ida de esta semifinal de Copa hincó la rodilla 28 partidos después en su casa ante el Athletic. El peor día posible. Preso de errores propios groseros y con todos sus disparos al aire. Como sus planes. Aunque en realidad no mereciera perder.

Y eso que a Valverde le tocó sacar la libreta para anotar casi enseguida. El Atleti encimaba, el Atleti rondaba el área de Agirrezabala con saliva en las botas. Sin que pesaran las piernas, como si fuesen nuevas, a estrenar, con el ácido láctico de los días pasados mutado en pócima de Panoramix. Y a volar. Dejando el camino hacia el área contraria lleno de leones aturdidos. Memphis y no Morata era la novedad en un once del Cholo al que también regresaban Nahuel, Lino y Reinildo en un 4-4-2 en el que, al último, habían frotado en ajo para repeler las subidas de Iñaki. El otro Williams, Nico, ni en el banco estaba. Berenguer ocupaba su sitio y Prados era la sorpresa de Valverde en el pivote. El Atleti tenía el balón. El Athletic se dedicaba a lanzarlos en largo para que ninguno se perdiera y se convirtiese en bomba. La hierba a los pies de Agirrezabala se iba llenando de muescas.

De primeros disparos al aire. Porque Griezmann envió a la cúpula un centro desde la derecha, Memphis lanzó su tiro a la grada, la defensa vasca tapó el primer disparo de Lino y un cabezazo de Witsel se fue manso a las manos del portero. El Athletic poco a poco, con el orden de Berenguer y las anticipaciones de Yuri, fue equilibrando el partido para dejar a la gitana con sus cartas en el aire, congelada. Porque entonces estalló la bomba: Reinildo segó una pelota a Prados con los dos pies por delante en una amarilla que pudo ser roja y, además, fue claro penalti. El hombre llamado a decantar esta eliminatoria lo había hecho, en efecto, pero no como Simeone había imaginado. Dos jugadas antes ya había realizado una salida comprometida, como si el Reinildo de siempre estuviese lleno de fugas. El penalti lo pidió Williams pero lo tiró Berenguer. Por bajo y ajustado al lado derecho, engañando a Oblak. Valverde se sentaba. Al fin. Podía devolver su libreta al bolsillo al menos un rato.

Tras el golpe, el Atleti fue rehaciendo su camino tembloroso y como a tientas. Con errores en la salida de balón como ese de De Paul entregando la pelota al Athletic tan cerca de Oblak, caminando en un alambre cimbreante entre fuego de dragón. Este Athletic vestido de blanco y a lo viejo Atleti. Atrás y sin balón, eficiente y perfectamente plantado, con Vivian y Paredes repeliendo agua con piel de acero para vivir del juego aéreo y los zarpazos. De Paul buscaba con Prados el cuerpeo. Grizi, otro cuerpo directo. Lo de ser tantos futbolistas a la vez esta vez al francés no le salía. Más cerca del medio que de la punta, cuando quería llegar arriba lo hacía sin aliento y Memphis no corría un balón. Tampoco estuvo rápido en ese que a Agirrezabala se le escapó cuando abandonó su puerta para blocar en la línea de fondo. La red vacía. El 9 que se enredó. El descanso llegó con el Atleti del inicio como espejismo y Sancet cojeando tras un pisotón de Grizi sin tarjeta pero en naranja-rojo.

Sin Reinildo tras el descanso

El partido regresó de la caseta sin Reinildo y con Paredes derribando a Grizi con una carga por la espalda sin balón en la que el árbitro no pitó penalti ni el VAR corrigió, aunque lo fuera. Volvían a salir los hombres del Cholo presionando muy arriba para dejar al Athletic sin balón. Corrían los dos mejores hombres del Cholo, De Paul y Lino, para que el primero abriera y el segundo controlara y disparara. Pero su bala, rasa y cruzada, volvería a marcar el destino rojiblanco en la noche: se iba fuera, a un dedo. Valverde hizo de inmediato sus primeros cambios: Unai Gómez y Villalibre dentro. Con el paso de los minutos el Athletic volvió a plantarse firme en la hierba.

Los refrescos iban llegando como botellas de oxígeno. Llorente y Morata, en el Atleti. Ander Herrera, en el Athletic. Unai Gómez y Villalibre, que le habían dado al equipo de Valverde otra energía, acariciaron la sentencia con un zarpazo casi definitivo: Unai disparó desde la frontal, a Oblak se le escapó el rechace y Villalibre zapateó al lateral con el esloveno por los suelos. Hernández Hernández callaba con amarilla la protesta del Cholo en una caída de Morata ante un Vivian ya con tarjeta que el árbitro interpretó al revés y el partido entró en el tiempo de desfibrilador. Con el Atleti tratando de marcar el segundo antes que el primero. Y el Athletic resistiendo sus acometidas en un derroche de oficio y defensa. Cada futbolista de Valverde sabía muy bien qué tenía qué hacer. Colocarse, cerrar, cubrir, ayudar. Y correr en manada hacia Oblak, tras zancada de Williams, cada vez que robaba un balón. O se lo entregaba un rojiblanco. Como Savic a Villalibre o Witsel a Iñaki para que se fuera solo hacía el esloveno triturando metros con las botas, clac, clac. De Paul se vio obligado a cortar con amarilla.

Los últimos cinco minutos fueron irrespirables por mucho que subiera la voz el Metropolitano. El Atleti asediando, el Athletic ovillándose con caparazón. El Metropolitano caía en esa noche que había comenzado con cielo rojo bengala, trece meses después. Porque tuvo el empate Morata pero falló. Y también Grizi en su bota desde el punto de penalti. Pero cuando estaba para lanzarlo, Agirrezabala en la línea, esperando, el VAR desmontaba la escena: un fuera de juego previo de Morata anulaba la falta posterior de Yeray sobre el delantero. El partido terminó con el Atleti con una herida en esta semifinal, pero aún vivo, para la vuelta. Y el Athletic mirando a San Mamés. Relamiéndose y rugiendo.

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