COPA DE ÁFRICA / ¡Haller completa el milagro!
Costa de Marfil gana su tercera Copa de África tras remontar a Nigeria con un golazo del delantero del Dortmund en el minuto 82. La de Emerse Faé, seleccionador interino, es la historia del torneo.
Emerse Faé. Sin duda, el personaje de esta edición. La historia de un entrenador que empezó el torneo como asistente, se hizo cargo del equipo antes de los octavos de final y ganó una Copa de África en 18 días. El arquitecto de un equipo de autor que consiguió emocionar a la máxima autoridad del país (Alassane Ouattara), de la confederación (Patrice Motsepe), de la FIFA (Gianni Infantino), del fútbol marfileño (Didier Drogba) y a los casi 30 millones de habitantes de un país que, nueve años después, puede volver a sentirse el mejor equipo del continente.
El heroico Faé logró llegar hasta aquí revolucionando el equipo que dejó Jean Louis-Gasset pendiente de un hilo. Pero el hilo resultó ser como el de la vida de Hércules. Kossounou, Aurier, Seri, Max Gradel, Haller y Adingra. Seis cambios, más de la mitad del once titular, que se han ganado unas frases doradas en su página de Wikipedia. Este once, reconocible solo desde octavos, no defraudó ni un minuto. Dominaron desde el inicio. Fue un monólogo. Por eso les dio mucha rabia cuando Troost-Ekong marcó el primer gol del partido en la primera llegada (el único tiro a puerta) nigeriana. Bueno, la segunda, porque con la primera forzaron el córner que precedió al gol.
Pero es de elogiar la actitud de Costa de Marfil. Apoyados por 60.000 almas en las gradas, no bajaron la cabeza. Seko Fofana siguió probado disparos lejanos, Seri moviendo el balón de banda a banda... y Adingra encarando. El extremo del Brighton fue un demonio por la izquierda. El jugador más desequilibrante del partido y el que terminaría siendo más determinante (fue nombrado MVP del partido por sus dos asistencias). Después del empate de Kessié tras un córner, Adingra se deshizo de su par y centró a Haller, que poco antes había cortado el aliento de todos los presentes y espectadores con una chilena que estuvo cerca de la escuadra. El delantero del Dortmund, quien comenzó lesionado el torneo, levantó el pie a una altura a la que muy pocas personas de 1,90 metros de altura llegan para hacer el 2-1 definitivo en el minuto 82. Un remate complicado, pero parte del registro de este delantero de técnica ilimitada.
A Emerse Faé solo le quedó taparse la cara y echarse a llorar cuando el árbitro pitó el final. Había que ser muy optimista para creer en el título. Y él lo fue. Ningún entrenador ha ganado un título continental en los cuatro primeros partidos de su carrera. Milagro completado.