Cómo los virus intestinales podrían ser la clave para combatir el estrés
Un estudio de científicos en Irlanda probó el uso de bacteriófagos intestinales en ratones estresados. Qué descubrieron y cuáles son las investigaciones pendientes
Hallaron por primera vez que el estrés crónico provoca cambios en la composición de virus que viven dentro del intestino asociados a alteraciones del comportamiento, el sistema inmunitario y el bacterioma.
Ese conjunto de virus son predominantemente por bacteriófagos o fagos, que infectan a las bacterias y pueden multiplicarse e incorporarse al genoma y replicarse. Ya se sabe que pueden modular la estructura y función de la microbiota y contribuir a la diversidad, estabilidad y resistencia de la microbiota.
Aunque la mayoría de la gente piensa en los virus en su contexto negativo (por ejemplo, el COVID-19, la gripe o el resfriado común), los virus bacteriófagos desempeñan un papel vital en el mantenimiento de la salud y bienestar de las personas.
El año pasado, como informó Infobae, había 55 ensayos clínicos controlados registrados en la plataforma de la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos, que se están llevando a cabo para evaluar la eficacia y la seguridad de diferentes terapias con fagos en pacientes.
Hasta ahora todo se había centrado en las bacterias y se había dejado de lado a los virus en relación al tema del estrés. Para contrarrestar esa situación, el profesor John Cryan y sus colegas se asociaron con el laboratorio de bacteriófagos del profesor Colin Hill, que forma parte de la iniciativa ACP Microbioma Irlanda, para descifrar la contribución relativa de estos virus intestinales al estrés.
“El modo en que el viroma interactúa con las bacterias y cómo afectan al estado de salud y enfermedad relacionado con el estrés es algo que en gran medida no se había explorado”, afirmó el doctor Nathaniel Ritz, el primer autor del trabajo. “Nuestra investigación abre la posibilidad de dirigirse al viroma para tratar y reducir los efectos del estrés”, agregó.
Luego, recolectaron virus de los excrementos de los animales sanos sin estrés y volvieron a trasplantar algunos de ellos, una vez que los ratones habían sido expuestos a estrés social crónico. Demostraron que esos trasplantes redujeron los niveles de hormonas del estrés y frenaron el comportamiento depresivo y ansioso de los ratones.
Sin embargo, aún se necesitan más estudios para evaluar si los trasplantes de virus son beneficiosos para los seres humanos que sufren afecciones relacionadas con el estrés. Pero la investigación aportó las primeras pruebas.
El profesor Cryan consideró que el estudio fue “un paso adelante en el desarrollo de terapias dirigidas al viroma que reducen los efectos del estrés con intervenciones terapéuticas más seguras, y señala el potencial de nuevas investigaciones sobre la dinámica del eje microbiota-intestino-cerebro para promover la salud intestinal y cerebral”.
Pero Cryan aclaró que “se trata de estudios con ratones y ahora es necesaria la validación en humanos para evaluar el potencial del enfoque del trasplante del viroma fecal. Sin embargo, considerando que la composición del viroma varía mucho de un individuo a otro, puede abrir la puerta a enfoques de medicina personalizada para los trastornos relacionados con el estrés en el futuro. Una cosa es segura: debemos reconocer que no todos los virus son malos y que pueden desempeñar un papel clave para mantener a raya a las bacterias malas de nuestro intestino, especialmente en momentos de estrés”.
En diálogo con Infobae, el doctor Gabriel Vinderola, investigador del Instituto de Lactología Industrial del Conicet en Santa Fe, comentó: “Los virus infectan bacterias y hacen muchos copias de sí mismos para replicarse. Se considera que los virus controlarían qué tipo de bacterias habitan en el organismo humano y en qué cantidad”.
Tras leer el estudio en Nature Microbiology, el científico argentino dijo que “los investigadores hicieron un trasplante de viroma a ratones. De esta forma, observaron que había virus que podían modular no solo la microbiota sino también los efectos, como el estrés. Esto demuestra que aún estamos en los umbrales del conocimiento de la microbiota. Hay mucho por investigar más los virus en el intestino. Se deberían hacer más investigaciones”.