CHAMPIONS (1/8, IDA) | PSG 2- REAL SOCIEDAD 0 / Mbappé baja a la Real de la nube

Un gol a saque de esquina de la estrella del PSG noqueó a los de Imanol, que, tras tutear al rival, se vieron condenados por errores groseros. Barcola hizo el segundo. Imanol critica con dureza a Traoré.

Alfonso Herrán
As
París, la ciudad del amor, mostró su desafecto hacia la Real en el día más romántico. Desde bien temprano llegaron los flechazos, pero no los enviaba Cupido sino un ‘diablo’ con el número 7, ballestas mortales al corazón del equipo de Imanol. Oyarzabal tuvo que claudicar y se descartó para el partido, muy a su pesar, por las molestias en la rodilla. Y luego apareció Mbappé, para recordar a los donostiarras que la Champions es otro mundo, que los genios te torpedean las ilusiones sin piedad. Un par de apariciones deslumbrantes del mejor jugador del planeta dejaron la eliminatoria muy cuesta arriba para la tropa de Imanol. La travesía de esta por el gran torneo continental había sido impecable hasta este momento, pero los errores se pagan muy caros.

Un fallo en la marca de un córner y otro en una internada por el extremo envió al conjunto txuri-urdin a la lona. En las dos fotos salió Traoré para su desgracia. Si en toda su travesía por la fase de grupos habían encajado solo dos tantos y no habían perdido ni un partido, ahora los admitieron en 12 minutos y rompieron su imbatibilidad. El actual es un momento complicado, porque se prolongan las malas sensaciones de la Liga y el gol se le ha muerto a esta gente: cinco partidos sin ver puerta, algo inaudito desde 1973. Tras una esperanzadora primera parte, en la que tutearon a un rival de enorme prestigio, en la segunda se fueron desinflando, emergió un equipo muy plano en ataque, en la que no sabía qué hacer con el balón. Se fundieron los plomos una vez más. No pudieron mitigar las opciones de ataque del enemigo, que empezó a abusar de su dominio, control y profundidad.

El plan inicial de Imanol era claro: presionar muy alto, no dejar ni un centímetro al PSG para impedirle jugar a lo que le gusta, arrancando sus motos de la delantera en busca de Remiro. El mensaje que se leía en esas acciones valientes era: te tengo respeto, pero no miedo y voy a ser fiel a mi libreto en un escenario tan majestuoso. Claro que esa idea entraña sus riesgos, especialmente en las pérdidas en zonas intermedias. Tomó nota de ello Zubimendi en el minuto 6, con un despiste que activó a la manada. Dembélé cedió a la carrera a su colega Mbappé y el disparo cruzado de éste fue atajado con un paradón por parte de Remiro.

Los dos se mostraron muy agresivos. La sensación que dejó la Real a partir del minuto 15 tras sufrir varias acometidas de los velocistas parisinos es que estaba exhibiendo su habitual desparpajo en el marco europeo, no se arrugó lo más mínimo. Aparecieron jugadores que generaban peligro, teniendo mucha posesión y chispa. Kubo especialmente, emergió con personalidad en un gran coliseo. Muy buena actitud para amansar a la fiera. El PSG no estaba cómodo, no se veía la alegría de las centellas de Luis Enrique, que, como siempre, dejaba a Dembélé y Mbappé descolgados muy dispuestos para la carrera. A Kylian le acaloraba lo que veía, se agobiaba porque apenas entraba en juego, y se quitó la camiseta interior y la arrojó cerca de la meta de Remiro. Los laterales Hakimi y Beraldo profesaban enorme respeto por Barrenetxea, aunque tuvo una noche aciaga, y Kubo. Era Galán otro de los jugadores activos por la banda. La Real empezó a tener posesiones largas de la mano de Merino y un zapatazo de éste en el 44 pudo significar el 0-1.

La segunda parte arrancó con un visible parentesco con la primera, con un remate de Mbappé, aunque esta vez mucho más tímido. Pero todo se vino abajo en un abrir y cerrar de ojos. Los genios salen de las lámparas casi sin frotarlas. Un mal apoyo de Traoré hizo temblar a la Real, temiéndose una grave lesión del lateral. Eso fue en el minuto 57 y fue el origen de las desgracias blanquiazules. Tuvo que salir para ser atendido, algo que criticó Imanol con inusitada dureza, porque le exigía no abandonar el campo de batalla a no ser que se tratase de una lesión gravísima “para ir al hospital”. Un azote inusual en el técnico, que nunca particulariza con las culpas, síntoma de que las piezas se están desencajando en el otrora paisaje idílico de Anoeta. Eso desorganizó la defensa del balón parado. Porque Kubo fue el encargado de la marca a Mbappé y se despistó fatídicamente, normal en un jugador no habituado a ser un secante. Marquinhos prolongó el saque desde la esquina y la estrella del PSG, completamente sola, remachó a gol ante Remiro 64. Todo el castillo de las certezas se desplomó por ese fugaz instante. Kylian se desencadenó y empezó a arrear zapatazos; uno iba a gol, pero la rozó Remiro y la desvió al larguero; otro se le marchó alto... Provocaba terror ver ese 7. El mazazo tras el 1-0 fue visible en el rostro y, sobre todo, el fútbol de los vascos.

Pero la puntilla legó por otro lado. Con Barcola, que progresó veloz por la banda izquierda del PSG e hizo un quiebro que se comió Traoré con patatas. Zubeldia trató de realizar la cobertura, pero no pudo llegar a tiempo. El partido estaba decantado para los franceses y la Real corría el riesgo de entregar la eliminatoria si no reaccionaba. No podía mantener la misma marcha que su rival y este le despellejaba. Intentó reflotar la nave Imanol con los cambios, y levantó sólo levemente al púgil de la lona, en parte ayudado porque Luis Enrique pidió plegar velas. La amarga sensación es que el 2-0 es lo mejor de la noche en la ciudad del amor convertida en la del desafecto. El PSG solo ha perdido en una ocasión este año por el resultado que pone a los txuri-urdin en cuartos, fue ante el Newcastle (4-1). Aperribay se lanzó con que quieren ganar la Champions, que no están de paseo. Pues la gesta hay que empezar a trabajarla desde ya.


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