CHAMPIONS (1/8, IDA) | NÁPOLES - BARCELONA / Un partido volcánico
Nápoles y Barcelona, dos entidades sin término medio, miden sus urgencias. Los ‘azzurri’ estrenan técnico, Calzona. La destitución de Mazzarri ha cambiado el ánimo local.
Aurelio di Laurentiis, un presidente que dejaría a Joan Laporta como un personaje aburrido, efectuó un golpe de teatro al destituir por la vía de urgencia a Walter Mazzarri, que a su vez había llegado a Nápoles en el lugar de Rudi Garcia, que es quien empezó la temporada en el banquillo del todavía vigente campeón de Italia.
El máximo dirigente del equipo partenopeo, agobiado por una situación deportiva nefasta, echó más picante a un guiso que ya de por sí venia muy cargado. Obviamente, la mano de Calzona no podrá verse en el planteamiento del duelo, pero si De Laurentiis quería agitar la coctelera, el objetivo está cumplido. La ciudad se despertó con ese optimismo tan napolitano y, donde antes todo eran malos presagios, ahora los aficionados se ven capaces de todo. Aquí no hay grises ni medias tintas. Se juega a todo o nada. Se dobla cualquier apuesta.
El Barcelona, un equipo que tampoco se define por llevarse bien con la rutina, se encuentra en una situación poco habitual. Va enfrentarse a una entidad más caótica aún que la blaugrana. Algo que no pasa todos los días. El equipo de Xavi llega a Nápoles para volver a jugar una eliminatoria de Champions por primera vez en tres años. La última vez que el conjunto culé superó una ronda de la máxima competición europea fue precisamente ante el Nápoles.
Por entonces, Quique Setién se sentaba en el banquillo culé después de que Josep Maria Bartomeu destituyera a Ernesto Valverde en una decisión que perfectamente hubiera tomado Aurelio di Laurentiis.
Al Barça no le queda otro clavo que el de la Champions League, por prestigio deportivo y por salud económica. No pasar a supondría un palo al presupuesto de una entidad que vive al límite.