Boca, tristísimo y poco serio

El equipo venía mal y pasó lo que todos sabíamos que iba a pasar: perdió. Justo antes del Superclásico. No jugamos a nada, no hay equipo y el DT está perdido. ¿Cómo se hace para cambiar en una semana?

Tristísimo y poco serio es que no haya rumbo, que no se sepa quiénes son los titulares. ¿O ustedes saben? Sí, algunos están claros. Romero, Figal, Advíncula, Zenón (ni él estuvo cómodo esta vez), Merentiel. Del resto, poco y nada se sabe. ¿Los Sub 23? Cuando vuelvan... Después, puede ser Lema o Rojo cuando se recupere, Saracchi o Blanco, Langoni o Janson, Cavani o Benedetto, Pol o Campuzano o Jabes Saralegui o Bullaude o... Es todo una gran confusión, un enorme puzzle en el que el primer perdido es el técnico, que no tiene idea de cómo armarlo. Es un tipo que compró un rompecabezas sin caja, en una bolsita, no tiene la imagen, no sabe lo que está armando, juega a ciegas contrarreloj. Un peligro. ¿Qué hace? ¡Qué hace, por Dios! ¿Ustedes vieron a Boca en el primer tiempo sin tocar la pelota, metido atrás contra Lanús, en lugar de llevárselo puesto? A ver... El Ruso Zielinski tiene fama de defensivo, convencional, antiguo, hasta de vago (perdonalos). A Martínez, Riquelme lo eligió por su fútbol protagonista, innovador, moderno, una biblia de variantes: 4-3-1-2, 4-4-2, 4-1-3-2, 4-2-3-1, 8-14-3, 0-3-3-4-5-6 (choreado a Raffaella Carrá). Bueno, en el primer tiempo, el gova le dio una paliza sensacional al laburante. ¡Cuánta mentira! ¿Cuáles son las innovaciones de Martínez? ¿Poner a Fabra a los 89 para que lo puteen? ¿Cambiar a los dos laterales a los 85? Y no me jodan con que en el gol del descuento Blanco tiró el centro y Blondel la clavó de zurda. Para ese momento, Lanús jugaba con nueve, con dos lesionados que se quedaron en cancha porque no había más cambios. Créanme, muchachos, Zielinski hizo muchos más méritos que Martínez para dirigir a Boca. Por empezar, mandó al descenso a River. No olvidarlo jamás.

Tristísimo y poco serio es lo de Cavani. Es cierto, participó de un gol, pero fue el segundo de Lanús. La jugada se inicia con una pérdida suya a 70 metros del arco, imposible echarle la culpa, pero está meado (no dije viejo meado pero podría aplicar, eh). Es un meme caminando. En esa pelota, hasta intenta recuperarla con las manos, saltando con los brazos arriba como para meter un bloqueo. Y no lo consigue. Después, nadie marca y en la foto final aparece Lotti entre los centrales: Lema no cierra detrás de Figal. El mismo Lema que no se animó a dar el paso adelante en el gol de Bou, jugando su peor partido en Boca. Pero eso es un paréntesis, sigamos con Cavani. Los goles que se pierde el uruguayo son inexplicables. Uno de cabeza (gran jugada y centro de Langoni) por girar antes el cuello, ansioso: la tiró afuera solo con el arquero suplicando. El otro no valía porque estaba un metro en offside, pero ni así: la pelota dio en el palo. Ver a Lucas Acosta consolando a Cavani es lo último, la clásica imagen imposible del tipo mordiendo al perro.

Tristísimo y poco serio es llegar así al próximo domingo, con tanta incertidumbre, con mil dudas. Y si mirás la tabla, peor: te querés matar. Boca está séptimo de 14, sólo supera a San Lorenzo (que acaba de ganar su primer partido), Unión, Platense, Central Córdoba, Belgrano, Sarmiento y Tigre. Los desahuciados de siempre. Dos de esos descienden, seguro. ¿Boca puede ganar el clásico? ¡Claro! A ver si alguien piensa que River es una maravilla. ¡Casi pierde con Banfield y los hinchas festejaban el empate! Y eso es increíble: que Boca pese a todo pueda ganar. Es lo que queremos todos, por supuesto, después habrá tiempo en casa para lavar los trapos sucios. Pero que quede claro desde ahora: no se puede vivir en la mentira. Y este Boca que nos duele, que es un atentado a la historia, a los ojos, a esta camiseta, vive en la mentira. Qué triste. Qué poco serio.


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