Boca empató con Sarmiento, sigue sin haber ganado por la Copa de la Liga Profesional y preocupa con algunos indicios
En el Nuevo Gasómetro, el conjunto dirigido por Diego Martínez fue de mayor a menor; Kevin Zenón es la buena noticia en un panorama poco alentador
Cambió un intérprete, y durante gran parte del juego cambió mucho más que un nombre con el ingreso de Kevin Zenón y la salida de Ezequiel Bullaude. La actitud, el enfoque, la confianza... y el gol, ese argumento que robustece el espíritu, impone serenidad y permite pensar un segundo más cada movimiento en lugar de atolondrarse con la pelota. Boca tenía que ofrecer una versión mejorada respecto al estreno contra Platense: la presentación en el certamen había tenido conceptos muy parecidos a los del ciclo anterior, como si todavía quedaran resabios de la conducción de Jorge Almirón. Para su etapa, Diego Martínez diseña y apura algo muy distinto, aunque entiende que tomará su tiempo que el conjunto lleve el sello que el entrenador idealiza. Por ahora, hay apenas pasajes, que no alcanzan para firmar triunfos.
Boca atacó y defendió con dos posturas diferentes. Los volantes externos marcaron el diagrama en la cancha: Luca Langoni y Zenón, refuerzo que en su segundo juego se ganó la titularidad y fue la bandera futbolística, eran pistones que se adelantaban y retrocedían. Con ese movimiento sencillo, los xeneizes ocuparon todo el ancho de la cancha y por dentro quedaron, más adelante, los uruguayos: Edinson Cavani y Merentiel. Cuando la pelota era propiedad del rival, Langoni y Zenón se acoplaron a Pol Fernández y Jorman Campuzano para que el bloque defensivo se compusiera con cuatro defensores y la misma cantidad de volantes. Las bandas siguen siendo la debilidad de Boca, porque Luis Advíncula y Fabra, que resultó silbado cuando fueron anunciadas las formaciones, son una tentación en todas las jugadas.
El partido se rompió de la manera más convencional, sin apelar a idiomas futbolísticos rebuscados: lanzamiento directo del peruano y pequeña diagonal de la “Bestia” Merentiel para evitar el off-side y romper la línea de tres zagueros compuesta por Juan Cruz Guasone, Diego Calcaterra y Juan Manuel Insaurralde, que acompañó sin un escalonamiento articulado para contrarrestar. Goleador, trabajador silencioso sin estrella, el uruguayo lanzó la pelota por sobre la cabeza del arquero Fernando Monetti y salió a festejar. Boca rompía en los primeros compases la propuesta de Sarmiento –el reloj señalaba nueve minutos– y se quitaba la presión de ser el protagonista principal en el desarrollo, la de adelantarse en la cancha y arriesgar.
El grito fue un desahogo, y también el inicio del delirio de los hinchas. El agua que lanzaron los bomberos para refrescar desató un carnaval en las cabeceras del estadio de San Lorenzo –Boca hizo de local en San Lorenzo a raíz del mal estado del campo de la Bombonera– y por momentos esa fiesta confundió a los que estaban sobre el césped: sin urgencia, porque el marcador era favorable, el equipo se aceleró sin necesidad. Y en la velocidad de los movimientos aparecían el error, la ausencia de sintonía fina y la de progresión con toques... También, la chance de que Sarmiento no sufriera y hasta se animara a agrupar algunos pases, trepar en la cancha y arrimarse al arco de “Chiquito” Romero, que molestado por el sol que caía como un puñal quedó fuera de foco ante un balón lanzado desde la derecha y asustó a los hinchas: Agustín Fontana, un ex jugador de River, falló el remate de cabeza.
El arquero compensó esa falla más tarde al corregir una cesión comprometedora de Campuzano, que no descubre la posición en el mediocampo ni es la pieza del primer pase que quiere el entrenador para hilvanar la ofensiva; el colombiano fue reemplazado a los 10 minutos del segundo período por Mauricio Benítez, de 20 años, que debutó. Con un clima agobiante, una pausa para hidratarse posibilitó refrescar también conceptos y Boca estuvo a tiro de aumentar: la pelota pasó por los pies de Cavani, Merentiel, Langoni y Advíncula, que asistió a Zenón, pero una reacción de Monetti ahogó la celebración. Sarmiento se preparó para quitar espacios y ser punzante de contraataque, pero el tempranero golpe de Merentiel le desdibujó el plan. Y el alternativo no tenía mucho peso como para pulsear con los xeneizes. Para el segundo tiempo, el DT Sergio Rondina rompió la línea de cinco defensores con el ingreso de Joaquín Gho por Guasone. Y animarse a más le devolvió la sonrisa.
Compacto de Boca 1 vs. Sarmiento 1
Sin sol en contra, Romero también falló en el juego aéreo, aunque se rehízo y atrapó el balón en un mar de piernas que se esforzaban por igual entre empujarla al gol y rechazarla. Contestó Boca y Cavani anotó, pero estaba adelantado. Zenón fue un asistente permanente al uruguayo, pero a Edinson le faltó justeza en tres ocasiones; en una estrelló la pelota en el travesaño. Los hinchas acompañaron con aplausos, aunque esperan con la misma ansiedad que el futbolista estelar esos goles que lo hicieron un formidable artillero en el mundo. Esta vez, como tantas otras, Boca los necesitó y no los tuvo.