Belgrano y Talleres empataron 2-2 un clásico de alto vuelo que debió ceder el horario para un show de cuarteto
Luego de perder la pulseada ante el ídolo musical, el derby levantó temperatura y recuperó protagonismo el viernes con el multitudinario banderazo en el hotel de Villa Belgrano donde se concentró Talleres. En Alberdi, el espectáculo fue exclusivo para los 35 mil piratas que tiñeron el estadio con humo y globos celestes más un telón rojo gigante con el escudo del club en una de las populares.
Ambos en primera, con la misma pasión y convocatoria, llegaron con realidades sensiblemente diferentes al juego en Alberdi. El Pirata, 11° en la zona A de la Copa de La Liga con 5 puntos y a 11 del líder Godoy Cruz, retornó a la máxima categoría durante 2023, luego de haber descendido por última vez en 2019. Su plantel es más austero que antaño, cuando por ejemplo tenía un goleador implacable y un referente como Pablo Vegetti, hoy en Vasco da Gama. Guiado por la leyenda Guillermo Farré como DT (aún no pudo ganar el clásico ante Talleres, dos derrotas en amistosos y tres empates en partidos oficiales), y presidido por otro gran ídolo como Luis Fabián Artime, sueña con hacer un buen papel en la Copa Sudamericana.
La apuesta de Talleres, sexto en la zona B pero a solo cuatro de Independiente hasta el comienzo de la fecha, luce más ambiciosa luego de una fabulosa recuperación que lo hizo escalar desde el Torneo Argentino A hasta la primera división y a este presente que lo tiene protagonista no solo a nivel local sino también internacional, ya que será uno de los seis equipos argentinos que disputarán la Copa Libertadores. Dirigido por Walter Ribonetto en reemplazo de Javier Gandolfi, resignó las salidas de Rodrigo Garro (Corinthians) y Rodrigo Villagra (River), pero la T seduce por ser una institución ordenada económicamente bajo la estructura de una especie de gerenciamiento deportivo, por eso pudo contratar desde la MLS al goleador Gustavo Bou, al talentoso Rubén Botta, y retener a Federico Girotti.
Aun con ambiciones y proyectos diferentes, en Alberdi jugaron un partido de alto vuelo: ya al minuto de un primer tiempo frenético, Lucas Passerini habilitó al peruano Bryan Reyna, que eludió a Guido Herrera y abrió el marcador. Fernando Rapallini, a instancias del VAR, convalidó el tanto un minuto y medio más tarde tras haber revisado si Matias Catalán habilitaba o no y desató la segunda explosión de euforia de los hinchas piratas.
La visita empató a los 31 minutos con un golazo del paraguayo Ramón Sosa, aunque el Pirata no dejó acomodarse del todo a la T, ya que seis minutos más tarde se puso nuevamente en ventaja con un cabezazo de Nicolás Meriano. Iban 52 minutos del primer tiempo cuando Nahuel Losada volvió a detener un penal en el clásico. Antes lo había sufrido Michael Santos, ahora le tocó a Nahuel Bustos.
Y si fue el local el que madrugó en el primer tiempo, fue la visita la que movió la estantería desde los 3 minutos del complemento, cuando Alejandro Martinez metió un gran zurdazo al segundo palo y Talleres consiguió el 2-2 definitivo. No hubo más goles pero sí una emoción más sobre el tramo final del juego: tras cinco años volvió a vestir oficialmente la camiseta de Belgrano Matias Suárez, el ídolo que se había marchado seducido por el exitoso River de Marcelo Gallardo.
Sobre los 44 minutos del segundo tiempo, desde las cabeceras lanzaron una gran cantidad de pirotecnia que cayó en el campo e interrumpió el juego. Ya con el pitazo de Rapallini hubo empujones, insultos y la expulsión de Juan Barinaga. Un final caliente para un clásico de alto vuelo que le cedió el horario a La Mona Jiménez y dejó algo más aliviado a Talleres, que estuvo dos veces en desventaja y desde hace nueve juegos no pierde ante el Pirata.
