BARELONA 3 - GRANADA 3 / Un niño salva la hecatombe

Lamine Yamal rescata un punto para un Barça impotente. El penúltimo clasificado volvió a dejar patentes los gravísimos problemas defensivos de los de Xavi.

Santi Giménez
As
El decadente imperio blaugrana depende de la inspiración de un niño de 16 años llamado Lamine Yamal, que con dos goles evitó una debacle mayor para roer un triste punto ante el Granada (3-3). Lejos de Lamine, no parece haber nada más en un equipo que es un coladero. El penúltimo clasificado de LaLiga se plantó en Montjuïc y volteó un partido que parecía tener perdido y anotó tres goles después de que el Villarreal hiciera cinco. Este equipo tiene un grave problema.

El Barça se presentó en Montjuïc sabiendo de las derrotas del Girona y del Atlético de Madrid, circunstancias que le dejaban a huevo el asedio a la segunda posición con cierta comodidad. Tiraron por la borda la oportunidad de manera lamentable.

El Barcelona tenía que ganar ante un rival como el Granada que en este mercado de invierno ha sido un descalzaperros con 18 movimientos. Xavi apostó por el regreso de Ter Stegen, mantener a Christensen de mediocentro y dar carrete a la pareja de centrales formada por Cubarsí, que sigue siendo el mejor central del equipo, al que probó al lado de Iñigo Martínez.

Las novedades fueron una consecuencia de lo que está siendo el Barcelona este curso. Es decir, ni bien ni mal, sino todo lo contrario. El retorno de Ter Stegen supuso más de lo mismo. La primera que le chutaron fue a la jaula y sus primeras cuatro salidas de balón con los pies fueron cuatro ocasiones para el Granada. Fue tan transparente como Iñaki Peña. El problema no es de portero, es de juego por muchas portadas que se hicieran el domingo. En cuanto al resto, a vivir de Lamine Yamal, el faro, la luz y la esperanza de este equipo con 16 años.

Fue Lamine el que marcó el primer gol del partido que ponía en ventaja al Barcelona cuando se llevaba un cuarto de hora. Ante un Granada que ganaba todos (y cuando decimos todos, es que eran todos) los duelos individuales, el recurso de Lamine para rematar el centro de Cancelo parecía abrir las puertas del cielo a un Barça gris, pero que hacía de la necesidad virtud.

Así lo entiende el público que acude a ocupar las gradas del Estadi Olímpic con el mismo espíritu que si fueran al Tibidabo, al Acuario o a visitar la Casa Batlló, que empezó a hacer la ola, algo impensable en el Camp Nou en las circunstancias de ese momento. Aferrados a esa ola del público, podría ser que el Barcelona se creyera que la cosa estaba mucho mejor de lo que se imaginaban los aficionados culés.

El Barça, que seguía sufriendo cada vez que Ter Stegen sacaba la pelota con los pies, se quiso gustar en una jugada que pudo decidir el partido, pero tras la gran combinación de Lamine con Pedri y Gündogan que Lewandowski no supo embocar llegó un contragolpe furioso del Granada y Ricard Sánchez fusiló a Ter Stegen por su palo. Primer balón que le chutaban tras su retorno, primer gol encajado.

En la segunda parte, el partido fue una locura de la que salió ganador el orden del Granada, que únicamente pudo ser conjurada por la calidad estratosférica de Lamine Yamal.

Adelantó Pellestri al Granada, empató Gündogan enseguida y cuando parecía que la pelota bajaba al suelo, Ignasi Miquel, con la colaboración de Ter Stegen, puso en ventaja de nuevo al Granada en seis minutos locos que culminaron con la calidad de Lamine Yamal, que se inventó el solo el gol del empate ante el embotamiento general del equipo.

Hasta el final, el Granada estuvo más cerca de ganar que el Barcelona. El Barça se queda a diez del Madrid, pero recorta un punto al Girona. Triste consuelo.

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