ATLÉTICO 5 - LAS PALMAS 0 / Llorente como en Anfield, antes de San Siro

El Atleti tritura a un Las Palmas preso de sus errores defensivos a tres días de la ida de los octavos de Champions ante el Inter. El 14 abre el marcador con un doblete tras tres fallos de Correa, que se desquitó tras el descanso con dos goles, uno de penalti. Memphis cerró la manita.

Patricia Cazón
As
Sacó Simeone su varita para mirar desde el Metropolitano de frente a San Siro. Era el día, el momento, tras dos derrotas que podrían tiznar ánimos ante lo que viene, la Champions, el Inter. Pero para negro, el traje del Cholo, que bien sabe de gestas. E inventos. Ese que pronto celebró un Metropolitano que este sábado había despertado temprano, con fútbol a mediodía por primera vez en la temporada, tortillas en mano, familias, mucho amarillo entremezclado con el rojiblanco en la grada, bocadillos antes del fútbol y el sol anticiclónico cayendo vertical sobre la hierba cuando, a las dos de la tarde, los dos equipos formaban. En el Atleti había descansos, aunque tampoco tantos. Griezmann (¡aaaleluya!), De Paul, Witsel y Hermoso, el regreso de inicio al 4-4-2 y Llorente con Correa en la punta. En Las Palmas, García Pimienta repetía once con confianza ciega en Sandro y Munir. Moleiro y Marc Cardona, suplentes, tras ser ante el Valencia, el domingo anterior, mascletá amarilla.


Los del Cholo comenzaron presionando muy arriba y con tensión, como si este fuera un ensayo general para el martes. Y un guiño a aquellos octavos de hace cuatro años, en los que derrocó a aquel Liverpool temible, al que nadie ganaba, con Llorente saliendo de la chistera de sus milagros como delantero y héroe. Un Llorente que en cinco minutos le enseñó a Correa un camino que se le parecía haber olvidado al argentino entre telarañas de banquillo y cantos arábicos. Cinco minutos para arrancarle al Atleti el tapón de los goles 36 remates a puerta más tarde, después de que a Correa se le negara de inicio tres veces. La primera no valía, pero fue foto. Que está lento y la pelota ya no obedece como antes, incapaz de controlar con acierto ante Valles en la primera ocasión que tuvo el Atleti. Estaba en fuera de juego, pero eso solo lo supo después. La segunda fue seis minutos después y más clamorosa.

Kirian pifió una salida y le entregó la pelota en la frontal. Correa le regateó y ante Valles envió la bola a la luna en el mediodía de sol. En la jugada siguiente, Valles sacó, Koke cortó y se la cedió a Correa, que volvió a patear fuera. Entre el primero de sus fallos y estos, Javi Muñoz había estrellado un balón en la madera. El ying de una presión tan alta tenía su yang: un tremendo agujero en el centro al correr hacia atrás, como si a los centrocampistas del Atleti se los comiese la hierba. Las Palmas, que no renunciaba a jugar, comenzó a intentar rascar por fuera después de que Llorente se golpeara por dos veces el escudo para celebrar al Atleti. Y sus goles.

Dos veces apareció ante Valles para clavarse ambas en su portería como una bala. El enésimo invento de Cholo, ese pivote reconvertido a todo. La primera fue jugada de Lino, Correa tocó de tacón, despejó Cardona para Perrone y la pelota quedó muerta para que Llorente mostrara que cuando la pistola se saca en el área es para matar. Pum, brotó de su bota. Plaf, a la red. El segundo llegó cinco minutos después. Correa se la birló a Coco y se la sirvió en el punto de penalti para que, de primeras, hiciera de nuevo gol. El Atleti levantó el pie en la presión y Las Palmas amenazó con las subidas de Marvin y Sandro. El descanso llegó con un uy de Munir que se fue un dedo alto y un casi de Lino ante Valles. El portero había salido de rosa y sin abrigo alguno. Por delante, Coco inseguro, Perrone fallón y Kirian, en cualquier otra parte.

Manita como previa al Inter

El partido regresó donde lo habían dejado sus protagonistas: Correa filtraba un balón a Llorente en el área y la defensa canaria sacaba pero no del todo. La pelota por allí se quedó, apestando a peligro. Koke la devolvía al área ante un Kirian invisible y Correa, ahora sí, seguía la senda de Llorente para hallar la red. Entre el triple cambio de García Pimienta y el cuádruple que iba a hacer Simeone, el árbitro fue a la pantalla: Marvín había derribado a Lino y tenía al oído llamada de VOR. Había contacto en la pierna de apoyo. Penalti. Correa lo pidió y Correa lo lanzó. Impecable, al centro, con el cuero obedeciendo de nuevo a su bota, en el momento justo, cuando llegan las finales de febrero. Y ese Inter que el viernes ganó 4-0 y ante el que Simeone alzó la manita con su chistera y su piel de cordero. El partido continuaría media hora aunque ya hubiera terminado. Para que Correa buscara más gol de cerca y de lejos, minutos de Vermeeren y Las Palmas recibiera un último zarpazo, de Memphis, también mirando a San Siro.


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