A un año de su regreso al poder, ¿cuáles son los resultados, obstáculos y desafíos del tercer gobierno de Lula?
Tras el turbulento inicio de su gestión, con un intento de asalto a la sede de los tres poderes en Brasilia, Lula parece tener controlado el frente interno. A pesar de los éxitos económicos, la sociedad brasileña sigue muy polarizada y las elecciones municipales de octubre marcarán un termómetro político de la eterna disputa con el bolsonarismo
Derrota y reacción del núcleo duro del bolsonarismo
La victoria de Lula en las elecciones presidenciales de 2022 fue por un margen de apenas 7 millones de votos, en un país de 214 millones de personas. La derrota no fue fácilmente asimilada por el bolsonarismo.
A una semana de su asunción, el 8 de enero de 2023, el gobierno entrante sufrió un intento de asalto de las instituciones del poder público, con la toma y el saqueo del Congreso Nacional, del Supremo Tribunal Federal (STF) y del Palacio del Planalto, sede del Poder Ejecutivo, por parte del núcleo duro de la militancia bolsonarista.
Tras ese hecho, la Justicia tomó cartas en el asunto y condenó a 30 personas a 17 años de prisión por los crímenes de abolición violenta del Estado Democrático de Derecho, golpe de Estado y asociación criminal armada.
Los primeros éxitos del Lula III
A pesar del comienzo turbulento, Lula logró poner a la economía de Brasil en marcha, con un crecimiento del PBI del 3%, la tasa de desempleo más baja de los últimos ocho años (7,5%) y una inflación anual controlada por debajo del 5%. La economía brasileña es hoy la novena del mundo, superando a Canadá y Rusia, y recuperando su puesto previo a la pandemia.
Sin embargo, a pesar de los logros de este primer año del nuevo gobierno de Lula, la polarización sigue ahí. Los niveles de aprobación oscilan entre el 38% y 40% y preocupan al carismático líder. Dos tercios de la población no está satisfecha con el regreso del PT al poder, especialmente por a las sospechas de corrupción del pasado.
La metamorfosis del bolsonarismo
La oposición, especialmente las figuras del círculo más íntimo del expresidente Jair Bolsonaro, quedaron desacreditadas tras el intento de golpe del 8 de enero de 2023. Y aunque el expresidente no está muerto políticamente, lo cierto es que enfrenta una causa judicial por su presunto involucramiento en los hechos de enero del año pasado y el 52% de los brasileños cree que tuvo responsabilidad en el alzamiento.
Por otro lado, el Tribunal Supremo Electoral inhabilitó a Bolsonaro por ocho años para ocupar cargos públicos. Los argumentos determinantes fueron el abuso de la función pública y las infundadas acusaciones de fraude relacionadas con el sistema electrónico de votación durante la última campaña presidencial.
Con su principal figura política imposibilitada de ejercer un cargo y en un rol de consejero, el bolsonarismo busca una cara presentable para ocupar el liderazgo de cara a las próximas elecciones presidenciales de 2026. Flavio Bolsonaro, hijo de Jair y senador de Río de Janeiro, se está encargando de la reconstrucción, abogando por mayor moderación de la derecha y acercándose al centro.
El Partido Liberal, al que se afilió Bolsonaro en 2021, se presenta como un espacio para la oposición, liderado por Valdemar Da Costa Neto, encargado de la estrategia electoral de cara a los comicios municipales de octubre de este año.
Mientras tanto, Lula se ve obligado a negociar su gobernabilidad con el llamado “Centrao” y no oculta sus diferencias públicas con el presidente del Banco Central, Roberto Campos Neto, nombrado por Bolsonaro y cuyo mandato termina este año.
La grieta no es solo argentina…
Aunque celebra sus éxitos económicos y festeja el triunfo de la democracia luego de los turbulentos cuatro años de Bolsonaro, Lula es consciente de que aún no tiene un claro heredero político y que la sociedad brasileña sigue estando muy polarizada.
Las elecciones municipales de octubre próximo marcarán un termómetro del humor social y de la realidad política brasileña.